Parece que el sábado, en uno de esos suplmentos culturales que traen los diarios, salió una notita que decía que en la librería esta donde trabajo se podían conseguir libros usados a muy buen precio, cosa que es cierta. También decía que teníamos El Olor de la Guayaba, de García Márquez, a 8 pesos, una ganga. De todo esto me enteré ayer, cuando una chica vino a llevarse el libro y me mostró su recortecito del diario.
Hoy cuando llegué, acalorada y con mi característica cara de orto, habia una tipa esperándome en la puerta. La hice pasar y ni tiempo de sacarme los lentes y apoyar el morral en una silla me dio.
- ¿Me das El Olor de la Guayaba?
- Ya no lo tenemos más.
- Pero ¿cómo? Si salió en el diario que lo tenían.
- Claro, por eso mismo, salió en el diario y ayer se lo llevaron.
- Pero ¿no les queda otro?
- No, porque los libros usados los traen los clientes para canjear por otros. Entran de a uno. A veces hay más de uno de un cierto libro, pero un 90% de las veces, no.
- Pero ¿por qué pusieron una nota en el diario?
- Nosotros no pusimos la nota, de hecho, nos enteramos ayer.
- Ya sé, ya sé, ya sé. Pero ¿para qué la ponen ELLOS?
- ...
- Decime, ¿para qué la ponen?
- ...
- Te estoy hablando, a vos, sí.
- Pensé que era una pregunta retórica. Yo qué sé por qué la ponen. Porque deben tener una sección de librerías de usados y ponen como ejemplo ciertos libros que pueden llegar a ser atractivos para los lectores. Pero si la nota salió un sábado, es leída por miles de personas y vos venís un martes a las tres de la tarde reclamado, me parece que no es culpa del diario.
- Bueno, tampoco me contestes así.
Le estaba por contestar cuando apareció mi jefe.
Me fui para el fondo a refrescarme la cara. Para cuando había salido del baño, la tipa no estaba y mi jefe balbuceaba "esta conchuda..."
Con este estúpido episodio se agotó toda la paciencia que tenía destinada para el día de hoy. Por eso cuando entraron a pedir libros de sombreros, o de masajes, o de la vida de los pájaros, o de antigüedades, lo mandé a todos a patear Santa Fe y Corrientes.
El mantra se repite, incesantemente.
Va-ca-cio-nes.
Bah, más que mantra, es como un cantito de cancha.
Va-ca-cio-nes
Va-ca-cio-nes