viernes, julio 16, 2010

A la noche de mierda que había tenido, como era de esperarse, le siguió un día chotísimo. Por eso, cuando salí de la librería decidí que la falta de optimismo, las hormonas y el frío no me iban a arruinar otra velada conmigo misma. En el momento en que llegué a la parada del colectivo, el 141 se acercaba majestuoso y vacío; tomé el suceso como una señal de buen augurio y dormí durante todo el viaje.

Buen augurio las pelotas.

Para las 12 de la noche ya me había tomado dos whiskys, había invitado a un chico de estos que me gustan a mí, bien discapacitado emocional, a comer a mi casa el domingo, me habían dejado plantada y estaba enojadísma con el universo.
Menos mal que tengo a mi amigo y consejero, que me charló por teléfono durante dos horas y me hizo reír lo suficiente como para que me fuera a dormir un poco menos alterada.
Me desperté esta mañana con una resaca asesina y la furia hormonal a flor de piel.
Voy a prender fuego todo.

1 comentario:

carlos dijo...

cel yo tambien me he bancado tantos plantones . y eso suele suceder , sos un amor de persona besos