miércoles, enero 06, 2010

Anagrama editaba una vez por año un libro erótico, una especie de La Sonrisa Vertical de Tusquets, pero, bueno, como dije, de Anagrama. Al parecer, yo me compraba esos libros cada año, religiosamente. El de 2010, o 2009, lo había escrito alguien de quien yo nunca había oído hablar, venía en versión compactos, tenía la tapa roja y estaba medio en formato blog, como posts más o menos cortos. Me gustaba el libro, me enganchaba, me calentaba... pero en algún punto de la lectura, me empezaba a reconocer en ciertas frases, y también a Nico; hacia el final del libro había una foto en blanco y negro. Era MI espalda. Mi espalda, imposible de no reconocer si alguna vez se la ha visto. MIS tatuajes en esa espalda de esa foto de ese libro.
La situación me generaba vergüenza, indignación, intenso placer y desconcierto. Trataba de encontrar a Nico, pero ya no tenía más el mismo número. Planeaba incluso tomarme un bondi hasta su casa para tocarle la puerta y reclamarle explicaciones, pero no tenía la dirección. Finalmente, lo veía en sentado en un bar, estaba con una campera roja horrible y tomaba un trago de color extraño. Yo lo espiaba desde la barra, con un chopp en la mano. No me acercaba ni nada, no quería preguntarle por qué había dejado que publicaran algo tan evidentemente íntimo porque le iba a terminar diciendo que el libro me había encantado y ¿qué sentido tiene hacer una escena si al final se le va a terminar dorando la píldora al contrincante? Así que me iba del bar y listo, se terminó el sueño.
Me desperté y lo primero que vi fue Leviatán sobre la compu. El de Auster en versión compactos, que tiene tapa roja. También entendí cómo se sintió Nico algunas veces que yo esribí cosas absolutamente íntimas en mis múltiples blogs. Creo que hasta se me cruzó por la cabeza mandarle un mail pidiéndole perdón. Qué pelotuda. "Eh... sí, no nos vemos ni hablamos desde hace un año, pero te quería pedir perdón por esa vez que posteé que eras incapaz de hacer aflorar mi puta interior. Eso sí, no deja de ser cierto, pero bueno, no debería haberlo publicado. Buen 2010!". Después miré el reloj y entendí cómo se me había ocurrido tal estupidez, eran las ocho y media de la mañana; apagué el ventilador y me dormí de vuelta.

2 comentarios:

ene dijo...

Me imagino que apenas te despertaste, por más halagada que estuvieras y antes de darte cuenta que no era real, las ganas que tenias de matarlo a trompadas no?

Cel dijo...

ene: sabés que no? fueron dos segundos de confusión, dos segundos de cagarme de risa sola, y después entender por qué se ponía mal cuando escribía cosas que no daba publicar.