miércoles, enero 20, 2010

Estos han sido días de caminatas. Hoy me toca Río de Janeiro, desde que termina hasta que empieza, y de ahí, esquivar avenidas hasta llegar sana y salva a casa. Mientras me quedo mirando unas sandalias horribles en una zapatería, atraviesa, fugaz, la idea. No tengo verdaderos problemas; ninguna preocupación me conflictua, no estoy tildada pensando en ningún "y qué hago con...". Sigo avanzando y sonrío, porque no creo que falte mucho para que aparezca una nueva preocupación, porque así son las cosas. Por fin abro la puerta de casa y los gatos me reclaman, los atiendo, les cambio el agua, les pongo comida. Prendo la compu y ahí está, la buena noticia del día, una de esas cosas que me gusta ver como "buena señal".
A veces está todo tan calmo, hay tanta paz, que no entiendo cómo me las arreglo para enroscarlo todo en cuestión de minutos.
Otras veces sí entiendo, y me perdono. Esta es una de ellas.

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