martes, septiembre 01, 2009

Yo tenía la sensación esa, esa que me hce sentir que me voy a encontrar con alguien en cualquier momento. Entonces voy por la calle con las antenas paradas, mirando al frente y no mis pies como suelo hacer. Especulo, y me fijo en qué zona estoy para barajar los posibles encuentros.
La cagada es que siempre le pongo demasiadas fichas a la sensación. Bueno, la cagada es que siempre le pongo demasiadas fichas a demasiadas cosas, pero ese es otro tema.
Ayer, en el lugar habitual de los lunes, me crucé con un pibe con el que había ido al cine hace millones de años -circa 2005- y nunca más nada. Resulta que es amigo de un amigo. Lo que son las cosas de la vida, eh. Y me dijo que tengo cara de Puán; qué horror.
En el mismo lugar, divisé a un flaco con el que estuve hace unas cuantas semanas; pero este no cuenta porque nos habíamos conocido en ese mismo lugar. Lo que sí cuenta es que en este tipo de situaciones soy la peor, para cuando había terminado de dar mis mil quinientas vueltas, el pibe ya se había ido.
Y hoy, mientras caminaba por Perú y Moreno, con una resaca considerable a cuestas, lo vi -y pareciera que voy a decir algo emocionante, como "vi a mi primer amor" o "vi al Innombrable de la mano de una mujer embarazada", pero no, nada que ver-. Un chico que era amigo de un novio que tenía Lau a los quince años*. Nos habíamos dado unos besos en mi fiesta de egresados; yo estaba completamente borracha, así que no me acuerdo de mucho. Iba con un sobretodo negro y un pucho en la mano. Me gustó un poquito, pero más que nada por el sobretodo. Seguí caminando y para cuando había llegado a Avenida de Mayo lo supe, hasta ahí llegaba esta racha de encuentros, se terminó lo que se daba.
Sigo esperando encontrarme algún día con algo más suculento. Como la vez esa, que yo justo me había vestido de lo más putona para ir a la facultad y en la puerta estaba un chico con el que había salido unos meses el año anterior, esperando a su novia. O la vez que me encontré al Innombrable y al novio de Flor, juntos, en una panadería y casi le vuelo un vigilante de la mano. Es más divertido cuando me pongo nerviosa, me pongo colorada y se me traban las palabras.

*Mensaje personal para Marula: estoy hablando del amigo de Gastón con el que vos saliste. ¿Vos sabés que está igual? Una cara de nene de no creer. El sobretodo ese garpaba mucho, pero no sé si sos del tipo que se entrega por un sobretodo. Fin del mensaje personal para Marula.

lunes, agosto 31, 2009

Antes, los domingos eran despertarse en algún momento entre las dos y las cuatro de la tarde, arrastrarse hasta la panadería, volver e instalarnos en el cuarto de Flor a ver pelis hasta las doce de la noche. Flor hacía panqueques, a la noche se pedía delivery y si era veranito, nos tomábamos unos fernets en el patio de abajo.
Ahora, los domingos son despertarme tipo 12, ir hasta la panadería a comprar algún sandwich, volver a mi cuarto y ver alguna serie hasta que las conversaciones de las chicas no dejan que me concentre. Limpian; ellas, los domingos, limpian. Si a mí pasar un domingo en la cama con alguna peli o un libro me resulta de lo más terapéutico, ellas no comparten; a ellas les hace bien limpiar.
Ayer, me arrastraron hasta la terraza. Mientras yo me fumaba uno, ellas baldeaban y lavaban las botellas de cerveza -cincuenta aproximadamente- que están ahí desde que se empezó a alquilar la casa. Y mientras flasheaba con el agua, el escobillón y la rejilla, ellas dale que te dale con la pulcritud. De repente, miré la terraza, cómo mejoró, lo linda que está y me puse contenta.
Mañana voy con mi tío a comprar unos estantes y una parrilla. Porque eso es lo que siempre le faltó a casa, una parrilla.
También nos falta un parrillero, pero eso es lo de menos.

sábado, agosto 29, 2009

¿Yo soy la única que veía Eerie Indiana cuando era puber?
Me acabo de fijar y sólo hay 19 episodios.
Si fuera guionista, haría algo tipo Eerie Indiana.

viernes, agosto 28, 2009

Estábamos en el patio de la casa de los mejores amigos de mi papá, que se habían separado hacía unos meses. Yo estaba en sexto grado, así que tendría once años. La casa se la había quedado ella, porque él un día se había levantado a la mañana y le había dicho "me voy con Fulana", hizo una valija y se tomó el palo. Su vida con Fulana duró poco, y después de varias parejas conoció a una chica más chica que yo y ahora tienen un bebé divino, viven cerca de La Plata y tienen la plantación de marihuana más maravillosa que haya visto. Su ex mujer nunca lo superó, por eso se fue a vivir a Europa con un pendejo brillante al que le llevaba como 20 años.
Pero vuelvo al patio de esa casa, una noche de hace como quince años. Mientras yo hacía que leía, mi mamá y su amiga no paraban un segundo de hablar. La recién separada estaba indignada, al parecer, otro amigo del grupo la había insultado, injuriado, faltado el respeto. Mi mamá le preguntaba cada vez más ansiosa "¿qué es lo que te dijo?", desesperada por el chisme recién salido del horno. Al final, ella cedió y confesó, "me dijo que era una promiscua". En ese momento levanté la vista y estuve a punto de preguntar qué quería decir esa palabra, pero me pareció más prudente seguir haciéndome la boluda y buscarla después en el diccionario. Al otro día ya no la recordaba, me sonaba a "pascualina" pero estaba segura de que nadíe podía enojarse tanto por una analogía de tipo gastronómico.
La palabra no volvió a aparecer hasta que fui más grande y entendí qué querìa decir.

Hace un par de días Genève se prendía un Virginia Slims en el patio de casa, y se preguntaba si la gente que de soltera es promiscua tiene una tendencia a la infidelidad cuando está en una relación de pareja. Llegamos a una conclusión basada en nuestras propias experiencias, que es medio difícil ser fiel, pero que se puede mientras se quiera. "Promiscuas como nosotras" había dicho Gen unos minutos antes, y si bien me chocó un poco el término, nunca habría podido indignarme como lo había hecho la amiga de mis viejos aquella noche. Qué le voy a hacer. Si cada vez que cojo bien con alguien, ese alguien desaparece después de un par de veces, no me queda otra más que seguir probando ¿no?
De todos modos, cada vez que alguien usa ese término, no dejo de imaginarme pascualinas flotando. No lo puedo evitar.

jueves, agosto 27, 2009

- A mí me gusta ir a la casa del pibe, ver cómo vive, concerlo un poco más viendo su lugar...
- Mmmm... mmmno, yo prefiero que vengan a mi casa, estoy más cómoda.
- ¿De veras?
- Toda la vida. Aparte se evita el conflicto. ¿Me quedo a dormir? ¿Me voy a mi casa? ¿Lo incomoda que me quede? Me estresa, prefiero que venga a casa y listo.
- Pero... ¿y si no querés que el chabón se quede?
- Miro mi reloj imaginario y le digo que me tengo que levantar temprano al otro día. Prefiero ser mala onda antes que quedarme en una casa donde no quieren que me quede.

Lo que no le dije a Lau porque es algo que descubrí recién hoy a la mañana, cuando me desperté en mi cama, después de una muy buena noche fuera de casa. Me gusta que los hombres pasen la noche en mi casa porque sé que al otro día voy a oler la almohada y me voy a encontrar con su olor. Porque me gusta mirar al día siguiente las sábanas revueltas y que se me dibuje una sonrisa recordando. Porque el cuarto se va llenando de recuerdos felices, divertidos, intensos, tiernos. Porque adoro que cada mueble, que cada pedazo de parquet encierre algo, un significado, que dispare millones de imágenes que me hacen llenar el cuerpo de escalofríos.
Y porque, si de descanso se trata, siempre prefiero mi cama.
Tengo ocho o nueve años, vuelvo del colegio por Ängel Gallardo y paro en la heladería. Me pido uno de banana y menta granizada, porque nunca supe combinar gustos de helados.
Tengo trece, y antes de entrar al colegio me duermo una siesta en las escaleras del mástil que está en frente de la biblioteca del Pizzurno. Me despierto a las 5 y cuarto, justo a tiempo.
Tengo 17, y ya no duermo siestas antes del colegio, tomo Tecate o sidra, porque a esa edad tomaba sidra.
Tengo 19 y vuelvo en el 37 desde Ciudad Universitaria. Me quedo dormida con el sol pegándome en la mejilla y los apuntes en el regazo.
Tengo 20 y estoy con un chico en Plaza Francia, tirados en el pasto, mirando a la gente con sus perros. Nos besamos por horas, hasta que se hace de noche y refresca.
Tengo 22 y comemos frutillas y cerezas con El Innombrable en el jardín de la casa de mi tía. A mí me encantaría que tuviera algún un gesto de dulzura, alguna vez, se lo pido con los ojos, pero no lo percibe, o no lo quiere percibir.
Tengo 24 y cruzamos hasta el río, todas las tardes. Media hora de sacarle el cuero al resto de la oficina, muchos puchos y los hombros que van tomando cada vez más color.
Tengo 26 y miro el techo mientras casi puedo escuchar lo rápido y fuerte que me late el corazón. Me ato el pelo, me acomodo un poco lo que me queda de ropa, y me doy cuenta de que esta época del año, los primeros calores, siempre dejó unos recuerdos de lo más indelebles.

miércoles, agosto 26, 2009

Antes de entender que es vigilia, antes de lavarme la cara, antes que nada, prendo la compu y pongo música. Es un acto automático. Lo curioso es que la elección musical refleja mi humor al instante de sonar el despertador y, en general, dicta el ánimo que voy a llevar encima por el resto del día.

Hoy me desperté con "I like you so much better when you're naked" de Ida Maria.

Hoy va a ser uno de esos días en los que el "hoy cojo" no se me va a ir de la cabeza.

Porque una canción que dice "I like you so much better when you're naked; I like me so much better when you're naked" no puede más que darme ganas de estar desnuda.

martes, agosto 25, 2009

De adolescente me gustaban los de signos de tierra, más que nada los virginianos. Había algo en ese sentido de la responsabilidad, en toda esa disciplina, que me enloquecía. Me gustaban porque parecían más grandes, porque eran un poco más serios que el resto. Calculo también que Edipo debe haber metido la cola, con un padre Tauro-Tauro...
Ya un poco más grande, me dediqué a los signos de agua. Y tuve una tanda de piscianos demandantes que me hicieron sentir que era La Reina de Desprecio; tanta demostración de afecto me apabulló. Con los escorpianos, sin embargo, la cuestión mejoró al menos un poco; el equilibrio justo entre intensidad y cariño; claro que a veces entre escorpianos nos pasamos de rosca con la intensidad y hay que poner paños frios porque si no explota todo.
A los de signo de fuego siempre los conocí en momentos de transición, y puedo afirmar con seguridad que no hay mejor que un sagitariano o un leonino si lo que una busca es pasarla genial mientras se trata se hacer el duelo por alguna relación tormentosa.
A los de signo de aire los descubrí hace poco tiempo, un par de años como mucho, y han resultado ser un hallazgo de lo más satisfactorio. La libertad de Acuario, la dulzura de Libra, la rapidez mental de Géminis; yo compro.
En esto pensaba hoy mientras almorzaba en la terraza y hacía una listita mental de signos, lunas y demás cuestiones astrológicas. Entonces decidí que, en la medida de lo posible, virginianos no more; parar las antenas para ver si aparece algún sagitariano -los sagitarianos son siempre bienvenidos- y, seguir investigando en esto de los signos de aire.
Por lo pronto mañana ceno con un geminiano muy simpático. Digo, para seguir con el trabajo de campo.

Y sigo en la búsqueda de algún capricorniano, es el único signo que me falta. Pero no hay caso, che. No hay caso.

lunes, agosto 24, 2009

Ya sé cómo funciona la cosa, a mí me preguntan "¿cómo te sentís?" y yo contesto "pienso que...". Me es muy difícil identificar qué es lo que siento en determinadas situaciones, sobre todo si no se trata de cuestiones extremas, en las que la emoción me va dictando más o menos de qué lado viene el sentimiento. Es por eso que -y esto es algo que descubrí hace muy poco- he desarrollado un complejo sistema de reflejo condicionado para poder entenderme un poco más.
A determinada reacción se le atribuye un determinado estímulo. Ese estímulo, se estima, es de naturaleza sentimental.
Por eso, cuando esta mañana elegí un libro para empezar la semana, y al rato me encontraba en el 141 leyendo sobre la historia de los matemáticas, entendiendo la demostración que explica por qué la raíz de dos no es un número natural -que, por supuesto, pude comprender porque la había visto durante el ingreso a Física-, descubrí un nuevo comportamiento que esconde un sentimiento.
Si leo libros de divulgación científica, es porque no puedo lidiar con mi realidad del momento; porque la circunstancias me sobrepasan. No es casual que el año pasado -un año de mierda a nivel emocional- me haya puesto a leer y tratar de entender la teoría de la relatividad especial yo solita; ni que me haya embarcado en una fantasía de futuro como científica. Y ahora que lo pienso, a los 15, cuando quería desaparecer de la faz de la tierra, sólo me iba bien en Química.
Entonces, a la altura de Scalabrini y Loyola lo entendí, por fin. Estoy estresada, me siento incapaz de lidiar con ciertas circunstancias; mi neurosis está llegando a niveles peligrosos, cualquier situación mínimamente conflictiva me desestabiliza y creo que es hora de volver a terapia.
Después, un señor muy raro se puso a cantar "yo me pregunto ¿para qué sirve la inercia?" con la melodía de Mil horas de los Abuelos de la nada. Antes de bajarme me dijo "Las máquinas odian las matemáticas, no les metas polinomios".
Por algún motivo, me sentí un poco comprendida.

domingo, agosto 23, 2009

Y mientras Ani me tiraba desodorante, yo saltaba en la cama y cantaba I touch myself.
Ese debe haber sido uno de los highlights de la noche de ayer.
Todavía no puedo creer que en dos años nunca se me haya ocurrido ponerme a saltar en la cama.
Después dicen que las drogas hacen mal.

sábado, agosto 22, 2009

A veces se canta con Cat Power, con Patti Smith, otras con The Ting Tings, alguna que otra vez con Amy Winehouse; pero EL momento de cantar siempre es con Fiona Apple. Elijo unos cuantos temas -esos que me sé bien la letra y me salen lindos-, le doy play al winamp, me siento en la cama y canto. Canto con sentimiento, con los ojos cerrados, tomando aire en los momentos indicados, poniendo en práctica lo que se supone debo haber aprendido en cinco años de estudiar canto.
Me pasó ayer, mientras tomaba un té y pensaba boludeces; me entraron unas ganas de cantar insoportables. Media hora después me estaba acordando que alguna vez, hace mucho tiempo, yo compartía cosas con alguien que de vez en cuando me hacía feliz. "Vos podés ser Fiona Apple, y yo Paul Thomas Anderson, todo en versión tercermundista", me decía. Claro, como si yo pudiera ser tan oscura como Fiona y el fuera a ser tan talentoso como P.T. Anderson. Y así, mágicamente, la nostalgia desapareció. Al rato, abrí mi cuaderno/diario en cualquier página: "(....) y que se vaya con su zen, su meditación y su mac de puto a la mierda", fechado en septiembre del año pasado. Me agarró un ataque de risa mientras Plutón me miraba, puse You're so vain de Carly Simon, agarré el desodorante a modo de micrófono y brindé un estupendo show a mi inexistente audiencia.
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viernes, agosto 21, 2009

La mejor amiga de mi madre me agarra, literalmente, con las manos en la masa (para hacer milanesas de soja) y me dice que soy puro pensamiento, y que si Jung me hubiese conocido, habría dictaminado que soy de lo más animus. Que mi Luna en Acuario es una quilombera y que niego mi sentimental Ascendente en Piscis. Después, me halaga los tatuajes y recomienda que el próximo sea Venus.
No va a ser Venus. Va a ser Plutón. Y como soy supersticiosa, va a ir acompañado de Saturno.
Acabo de encontrar la tarjeta con el teléfono de mi tatuador.
Es una señal.

jueves, agosto 20, 2009

Desde hace años, cada vez que hablo de un hombre, mi amiga Ali me pregunta "¿y? ¿reúne las tres condiciones?" mientras una sonrisa enigmática se le dibuja en la boca.
Resulta que a los 16 años llegué a una reveladora verdad. Para que me gustara un chico, mucho, para que me llegara a enamorar, sólo debía contar con tres virtudes.

#1. Que sea inteligente.
#2. Que sea culto.
#3. Que me haga reír mucho.

Diez años después, se da por descontado -bueno, YO doy por descontado- que si le doy bola a un tipo es porque tiene las tres "virtudes". Ni que fuera tan difícil, la inteligencia es una cualidad absolutamente sobrevalorada, todavía queda gente medianamente culta y para hacerme reír no hace falta más que un porro.
Lo alarmante es que con cada año que pasa, esa lista, tan magra en mi adolescencia, se abulta más y más, rayando lo absurdo.

#345. Que siempre quiera ver pelis de superhéroes.
#723. Que su Batman favorito sea Christian Bale.
#537. Que me quiera cojer a toda hora, aunque sólo sea para fomentar mi histeria.
#901. Que haya leído El Maestro y Margarita (o que esté dispuesto a hacerlo).
#294. Que deje su perfume sobre mi almohada.
#618. Que en su armario no haya un jogging blanco.
#429. Que siempre quiera jugar a un juego que no sé cómo se llama y que ahora no tengo ganas de ponerme a explicar, pero que es muy ñoño y divertido.
#851. Que le sonrían los ojos.
#365. Que tenga cojones para taparme la boca con un beso cuando me pongo muy neura.
#829. Que... que... no sé.

Entonces, cuando Ali pregunta yo me hago la boluda, no sea cosa que me tenga que poner a enumerar todo lo que quiero. No sea cosa que me salga con la trillada frase "eso porque todavía no conociste al hombre que te va a hacer olvidar de todas esas cosas". No sea cosa que me crea que puede llegar a existir ese hombre, que barre con listas neuróticas y recibe y da amor sin condiciones.
Después de un día de no ir a trabajar, de levantarme temprano y enojada, de andar de acá para allá, de tomar sol y hacer números en la terraza, de sentir el malhumor en todo el cuerpo, de recibir una visita prácticamente inesperada y de quedarme con ganas; me saqué las zapatillas y el pantalón, después, me metí en la cama, mirando para la ventana, viendo cómo de a poco se iba haciendo de noche, sintiendo el ronroneo de Plutón en la espalda.
Después de un buen rato de estar completamente a oscuras, prendí el velador y colgué mirándome las manos un rato, pensando que a veces no sé cómo sentirme, que me encuentro demasiado seguido en ese estado de lo más raro que hace que no sienta mi cuerpo como propio, como si tuviera once años y me estuvieran creciendo las tetas, algo así. Para evitar mayores confusiones, salí de la cama y agarré el libro de Bukowski que vengo leyendo desde hace unos días. Y en esa penumbra que es mi cuarto ahora, me imaginé mostrándole las piernas a Charles -porque en en mis fantasías a los escritores sí los llamo por el nombre de pila- cruzándolas y levantándolas. Seguí leyendo un rato más, hasta que la angustia me superó.
No es tristeza, es otra cosa, es angustia. Es saber que deberia saber algo y no saber qué. El deber de la certeza por sobre la búsqueda de alguna verdad. También hay un poco de melancolía, darle más importancia a las sombras que a los objetos que las generan. La música tampoco ayuda, hay momentos en los que la playlist Mirah-TheShins-Juno'sSoundtrack no es de lo más recomendable.
En breve, volver al libro. Meterme en la adolescencia de Henry Chinaski hasta sentirla como la propia; y si no me sale, darle play a The Brown Bunny, porque Vincent Gallo siempre es un buen plan.
Y mañana... mañana será viernes.

miércoles, agosto 19, 2009

No alcanzó con que me despertara a las 5 de la mañana, absolutamente desvelada, pensando boludeces. No, tuve que esperar hasta que amaneciera para poder dormirme de vuelta; pero claro, últimamente hay un complot cósmico que impide mi descanso, así que a las 8 y media alguien se colgó del timbre del portero eléctrico y me sacó de la cama con los pelos revueltos y un pijama de lo más choto. Era la vecina de enfrente, con Plutón en brazos. Parece que el gato aventurero se va a la manzana de enfrente a andá a saber qué, la vecina lo rescata de su patio y viene a tocarme el timbre antes de irse a trabajar, ya es la segunda vez que pasa esto. Cuando sonó el despertador a las 9 y media quise revolear todo, pero me comí una manzana y salí de casa. Ya a la tarde, yendo a la librería me di cuenta de que me había olvidado el voucher con las entradas del pepsi rock y que había arreglado con Lau para ir a canjearlas; de paso, al 110 se subió el viejo manipulador que escribe poemas horribles y no permite que le devuelvas la fotocopia. Le dije que ya tenía, que la semana pasada me había encajado su arte en el 141 -no utilicé el verbo "encajar" y mucho menos el término "arte", lo confieso- y que para qué quería más, que se lo diera a otro pasajero; oídos sordos del otro lado, me enchufó los poemitas como siempre. Cuando me bajé del bondi llovía, y un auto me salpicó los pantalones. En el supermercado no tenían las galletitas que me gustan y en este preciso instante tengo frío en los pies.
Y de todas maneras, tengo un buen humor que me sorprende a cada instante. Así, como en mis mejores momentos.

martes, agosto 18, 2009

En algún momento de la madrugada, abro la puerta de casa después de haber ido hasta la puerta de calle y me encuentro con Plutón maullándome, demandando cariño. También me encuentro con Ani, con voz ronca y cara de dormida, haciéndose un té en la cocina.

- Che, es re copado ese chico.
- ¿Y vos cómo sabés?
- Porque escuché...
- ¿Todo?
- No, un poco. Pero habla tranquilo y tiene linda voz.
- Sí... ¿Damián también escuchó?
- Nah... no escuchó nada.

Y después de un par de ataques de carcajada y de preguntar qué había escuchado exactamente, nos tomamos el té peperina y nos reímos un poco más; hasta que miramos y ya era de día.

sábado, agosto 15, 2009

- ¿No somos medio como hombres nosotras?
- ¿Por?
- Atrás... no mires, eh, hay dos chicas de nuestra edad, cenando. Están compartiendo un porrón de cerveza. A nosotras no nos trajeron la comida y ya vamos por la segunda Stella.
- Dejate de joder, Lau. el problema lo tienen ellas. ¿Quién comparte un porrón de cerveza? Es muy triste. Y a lo sumo, somos borrachas, no masculinas.
- Tenés razón, son re UP.

Si bien el plan original era ir a ver la banda de cierto sujeto que conocí hace unas semanas, para cuando estaba saliendo de la librería y Ani me mandó un mensaje de texto ultimando detalles -"nos juntamos con ale y lau y nos vamos al recital de tu guacho"- me agarro la pachorra. Así que terminamos con Lau en el colombiano de Córdoba y Gascón, tomando cerveza prácticamente en ayunas, esperando una cena que no llegaba nunca y planeando estrategias groupies para el fin de semana del primero de Noviembre. Para el momento de la caminata digestiva -Gascón hasta Larrea- teníamos una borrachera importante y todo nos hacía matar de risa.
Después, más matarnos de risa, Family Guy y a dormir porque los Sábados se trabaja.
Todos deberían tener una amiga como Lau. Lo recomiendo.

jueves, agosto 13, 2009

- ¿Hola?
- Buen día, nena.
- ¿Qué hora es? ¿qué pasó?
- Son las... 9 y media.
- ¿Qué pasa?
- No pasa nada, tengo ganas de verte. Te paso a visitar ¿dale?
- Pero son las 9... estoy durmiendo.
- Y media, y ya no estás durmiendo.
- Bueno, pero traé algo para desayunar. En la panadería de Riglos hay cosas ricas.
- Bueno...
- Y si querés café vas a tener que traerte, acá hay té solamente.
- Bueno...
- ¿Y no te pasás por alguna veterinaria y comprás alimento para Plutón?
- Celeste, controlate.
- Controlate vos y no me llames a las 9 y media de la mañana.
- Ok... ¿Qué alimento le das al micho?
- La veterinaria debe estar cerrada. Traé Cat Chow de los chinos.
- Bueno...
- Que sea para gatos chiquitos, menores de un año.
- Celeste, controlate.

Media hora más tarde.
- ¿Qué es esto?
- El alimento del gato...
- Pero no es el que te dije yo.
- No había Cat Chow... Este salía más o menos lo mismo.
- Pero se llama "Nueve vidas"... yo no quiero que Plutón coma un alimento que se llama "Nueve vidas".
- Primero, no se llama así, se llama "Nine lives". Segundo, dejate de joder. Comete una medialuna.
- A mí me gustan con crema pastelera...
- Celeste...
- Ok. Me controlo. Pasame una de manteca.

Hace unas semanas mi hermana me contaba que mi papá anda diciendo que nosotras dos somos complicadas, que asume que nuestra laica soltería se extenderá por décadas. Yo la miraba con asombro.
Mientras ponía el "Nine Lives" en el cosito donde come Plutón, entendí todo.
De veras, estoy tratando de controlarme.

miércoles, agosto 12, 2009

Tengo mi entrada para Faith No More. O el voucher para cambiar la semana que viene, que es más o menos lo mismo.
Lau dice que tenemos que averiguar en qué hotel se van a quedar e ir a hacernos las groupies por una vez en la vida. Que de última, si Patton no nos da bola, al baterista también le entramos.
Yo digo que probablemente vaya a ser el último pogo de nuestra veintena, que va a haber que saltar y sudar entre todos los treintañeros ex-grunge con el mayor de los placeres.
Ali dice que hay que emborracharse mucho. En ese punto coincidimos las tres.

También invocamos a Eddie Vedder pidiéndole que vuelva con Pearl Jam. Y de paso, al espíritu de Janis, para que nos haga cantar como ella un ratito. Un ratito nomás.

martes, agosto 11, 2009

Acerca de cómo un mismo hecho puede ser visto a través de miradas completamente diferentes.

Por ejemplo, que yo invite a un hombre nuevo en mi vida a pasar la noche en casa.

Ani me codea y se pone a pura onomatopeya. "eeeeehhhhh", "eeeeesaaaa".. Así.

Flor inclina la cabeza, sonríe y pregunta dulcemente "¿y? ¿qué tal? ¿cómo la pasaste?". Muy divina ella, siempre.

Lau es la representante de los pies sobre la tierra. "Che ¿y qué hace de su vida?". Ella es de las mías, la compra más una profesión copada que un cuerpo escultural.

Nat indaga, habilita espacios, compara con otras experiencias, hasta que yo termino diciendo "bueno, sí, me hace acordar bastante a mi viejo...". Porque los hijos de psicoanalistas a veces son así.

Genève mira de reojo y con picardía dice "Bueno, vamos a lo importante ¿cómo la tiene?" desatando la carcajada y los detalles más suculentos.

Yo también me hago un par de preguntas clave.
No, nunca las confesaría.

lunes, agosto 10, 2009

Estoy tratando de hacer memoria y no recuerdo un momento en el que haya dicho que querría enamorarme, que querría estar en pareja. Digo, en los últimos tiempos, meses. Y trato, eh, estoy teniendo flashbacks de incontables conversaciones y sí me acuerdo de haberle reclamado al universo un poco de compañía, un poco de sexo, alguien con quien pasar un domingo a la tarde, algo de romance, alguna conversación de esas que duran hasta que se hace de día. Pero no una pareja, no un novio, no.
Entonces, que alguien me explique por qué, desde todos los wines, escucho el “ya va a llegar”, el horroroso “cuando menos lo esperes”, el “tenés que abrirte un poco más” que hace que me den ganas de taparme los oídos. Mis amigas, mi madre, mi padre, mis tías. Es como un complot, o simplemente se supone que por tener veintiséis años y no estar con alguien me tienen que decir esas cosas.
Tal vez lo esperable es que mi deseo sea salir a comprar pan lactal al Disco de José María Moreno y que en la cola del supermercado conozca a un hombre grandote, alto, barbudo, que me haga algún comentario gracioso sobre el contenido de mi changuito y que yo me ría entre tímida e intrigada. Que me comente que es físico, o escritor, o creativo publicitario, o astrólogo, o músico, o historiador, o geólogo, o experto en teoría literaria, o profesor de literatura. Que después de pedirme mi teléfono para invitarme a salir me lleve al cine, o al hipódromo, o al Museo de Ciencias Naturales, o a perdernos por la ciudad, o a emborracharnos con cervezas importadas, o a su casa donde hay una biblioteca donde podría quedarme a vivir, o a comer una bondiola a la costanera, o a cenar a algún restaurant peruano, o árabe, o armenio, o alemán. Que después de varias noches juntos, otras tantas tardes de domingo viendo Lie to me, cientos de cigarrillos compartidos después de coger, decenas de sobrecamas hasta el amanecer, miradas intensas, presentaciones a amigos, abrazos oportunos y un tembloroso “te quiero”, el hombre éste de la fila del supermercado para menos de quince artículos me dé el lugar para que yo quiera seguir adelante.
Mi cabeza llega hasta los cigarrillos después del sexo. Hasta ahí, nada más. Puedo hacer un esfuerzo sobrehumano y a lo único que llego en el imaginar es a una semi-pelea en la que él me acusa de distante y yo le digo que no me rompa las pelotas. Después él se va y yo lloro un rato, por sentirme una discapacitada emocional, ponele.
Esa es mi idea de lo que me puede pasar si comparto demasiado tiempo con alguien, no es algo que pueda evitar en este momento. Mi deseo me lleva para otro lado, a desconocidos que tocan la puerta de mi casa de madrugada, a encuentros clandestinos con hombres uniformados, a argumentos de películas softporn; a la fantasía. Y tal vez sea escapista y evasivo y blah, no me importa, el deseo tiene caminos misteriosos, no estoy en posición de cuestionarlo.
Durante años pretendí encauzarlo todo, tener la sartén por el mango, hacer lo que se suponía que tenía que hacer una chica de veinte años, o veintiuno, o veintidós, o veintitrés, o veinticuatro. Lo único que me gané fue una relación estrambótica de cuatro años con un tipo que no quería ser más que mi amigo, que no me deseaba, y al que yo nunca terminé de desear. Si no hubiera tratado nada, seguro que me salía mejor. No debería haberle pedido tanto a ese vínculo, con la afinidad intelectual y la contención emocional debería haber bastado para sentirme satisfecha; pero no, fui y le puse la etiqueta rosa chicle de “AMOR” y tiré y tiré de la soga, reclamé deseo de su parte, le reproché hasta el cansancio cosas que no era capaz de reprocharme a mí, hasta que me di cuenta de que nadie estaba haciendo fuerza en sentido contrario del otro lado, que sólo éramos un pedazo de soga y yo.
Entonces, repito, que alguien me explique esta conspiración para que me den ganas de tener un novio. Es como si no lo vieran. Como si no fuera evidente que en este momento no puedo, que no es cinismo, ni resentimiento, ni amargura. Que no puedo, que toda la idea de enamorarme me suena a ciencia ficción, que estoy atrapada en otras cosas que en este momento me resultan más importantes. Que voy por ahí con la guardia alta no tanto por miedo a que me lastimen, sino más que nada por miedo a lastimar. Que claro que le tengo miedo al compromiso, porque el compromiso no es joda. Que primero me tengo que comprometer conmigo misma en millones de cosas antes de meter a otra persona en escena. Que nunca me sentí una de esas mujeres de las que los hombres se enamoran, esas que generan pasiones irrefrenables y que tal vez ahí esté uno de los puntos neurales de todo el asunto, pero que toma tiempo desenmarañar la bola de preconceptos, que estoy yendo de a poco.
Que alguien me explique también esto de la construcción propia de la identidad a través de la mirada del otro, porque me siento en un laberinto lleno de espejos, ya no sé qué es parte de la mirada ajena y qué es una jugada de la parte de mí que más me castiga.
Y si al releer lo que escribí hasta ahora no veo más que contradicciones, no puedo sorprenderme, más claro imposible. Así que me la bancaré así, en este conflicto de intereses, entre la fantasía de lo turbio y el a-esta-altura-ya-debería-estar-en-condiciones-de, entre las ganas y la incapacidad.
Y que sea lo que dios quiera, o mi neurosis, o mi deseo.

domingo, agosto 09, 2009

Estoy en un bar de Acoyte y Rivadavia y mientras uno de los mozos se me hace el galán de maneras de lo más extrañas, mi amiga de la adolescencia que desde hace años vive en España me dice "bueno, vos nunca fuiste demasiado sentimental".
Ayer se me quemó un poquitín el guiso de lentejas -la culpa fue mía y sólo mía- y me pasé un poco con el cabernet. También recibí un poco de dulzura, algo que no experimentaba desde hace años. Sí, años.
Uno de esos fines de semana raros es este. Me gusta.

sábado, agosto 08, 2009

- Estas cosas me desestabilizan demasiado, Lau, yo no sé lidiar con estas situaciones. No entiendo a la gente.
- Decís las mismas cosas que mi tía... me da miedo.
- Es que a veces me dan ganas de, no sé, querer ser monja y entregarle mi cuerpo y esencia al Señor, así yan o me pongo ansiosa por estas pelotudeces.
- ....
- En serio ¿No sería genial ser así, tan espiritual, y no querer saber nada con los hombres? Quiero querer ser menja.
- Vos tenés que querer saber qué es lo que querés; eso tenés que querer.

Pobre Lau, la llamé a la una de la mañana para consultarle acerca de cuestiones de colegiala en apuros.
Qué grande Lau, siempre me tira un par de buenas puntas.
Eso sí, si esta noche me sale el tiro por la culata, si quemo el guiso de lentejas, o me emborracho demasiado, si el tipo este de vuelta me charla hasta las seis de la mañana y me deja sin beso... Ya sé a quién le voy a echar la culpa.

jueves, agosto 06, 2009

Hace un par de años atrás, mientras yo trataba de tener una relación monógama y sana con un estudiante de física que se había educado en colegios religiosos, El Innombrable se puso a salir con una chica. Al principio me alivió, si él estaba con otra mujer, no iba a tener ganas de extrañarme, llamarme y esas cosas; y aunque tal vez podría haber habilitado el lugar para los celos, no lo hice, a veces el autocontrol me funciona de maravilla.
Toda la paz y armonía que llevaba dentro con respecto a esa relación se fueron al carajo cuando me enteré de algo terrible. La mina con la que salía tenía las tetas grandes. Espalda chiquita y tetas grandes.
Yo sé que no soy la más linda, ni la más inteligente, ni la más tolerante, ni la más... No sé, no debo ser un buen partido para los hombres. Soy neurótica, distante, quisquillosa, rompebolas, fría, reservada, y muchas otras cosas más, pero sé muy bien dos cosas. Primero, mis comidas invernales hacen que cualquier hombre se quiera quedar conmigo por lo menos hasta la llegada del verano. Segundo, mis tetas son lo más, inolvidables, irremplazables; no importa si es verdad o no, no lo cuestiono, simplemente me lo han hecho saber.
Los celos no tardaron en aparecer, tampoco tardaron en cortar ellos, así que la cosa no llegó a mayores. De todos modos, el fantasma de la chica con (tal vez) mejores tetas que yo me seguía acechando, sigiloso, haciéndose notar cada vez que me sacaba el corpiño. La tortura terminó cuando El Innombrable expuso una teoría de su autoría: la de las tetas vacías. Según él, existía una extraña clase de teta, la que es grande, a veces enorme, pero que al momento de ser agarrada con pasión, parece escurrise, como un globo mal inflado. La que al ser observada bajo los efectos de la gravedad (léase, cuando la mujer está en cuatro) luce como un conito maltrecho.
No tardé en preguntar, alarmadísima, si las mías entraban en esa categoría. Él contestó con una rotunda negativa, pero mi desconfianza es mucha y pensé que me lo decía porque quería volver a verme en pelotas. De hecho, llegué a pensar que se había inventado la teoría para reivindicar mis pechos y poder volver a tocarlos. También me generaba curiosidad, ¿realmente existiían estás tetas engañosas? Recurrí a la eminencia en estos asuntos, LlaveInglesa, que nunca terminó de contestar a mi pregunta, estábamos bastante entretenidos con otras cosas, calculo.
Hace un par de días una amiga reflotó la cuestión y el interrogante volvió a instalarse.
Pensar en estas cosas con tanta dedicación es sólo un indicio más de que estoy bastante al pedo en la vida, lo sé.

miércoles, agosto 05, 2009

Mi madre prepara unos fideos mortalmente deliciosos y me manda un mensaje, a ver si me aparezco por la casa matriz, que hace dos semanas que estoy completamente borrada. Llego y reparto abrazos. Devoro los fideos, charlo de libros con mi papá, admiro las pestañas de mi hermana y rechazo el postre, supuestamente me estoy cuidando.
Padre acusa cansancio y se va a su cuarto, entonces quedamos las tres. Mi hermana que está estrenando cinismo y se la ve y escucha de lo más afilada, mi madre que me mira inquisidora, tratando de hacerme preguntas con la mente sabiendo que nunca se las voy a contestar, y yo, con un Camel en una mano y un mechón de pelo en la otra, enroscando con el dedo índice.
Sin anestesia, tira la pregunta. Esa, esa que siempre me hace, si no quiero un novio. Le digo que no, que paso, que me estoy cuidando. Baja la apuesta, la mirada y dispara de vuelta "bueno, algo... ¿un pretendiente?". Ya está, pienso, estoy atrapada en su red, hoy me toca ser la destinataria de todo su deseo de casar bien a sus hijas y tener nietos talentosos con brillantes carreras artísticas -todo lo que ella siempre quiso, proyectó en sus hijas y no pudo lograr de ningún modo-. Me la banco estoicamente, no me hago la canchera diciendo "madre, un pretendiente pretende; yo no quiero que nadie me rompa las pelotas", me callo la boca y miro a mi hermana, que tiene que bancarse a mamá todos los días.
Al final, no es todo tan terrible. Ella reconoce que vé todo a través de su lente Capricornio-Capricornio -porque entre nosotras nos hablamos así, en código astrológico- y que yo no debería compartir sus valores machistas que pregonan el-hombre-tiene-que-ser-el-proveedor. También reconoce que mi nivel de neurosis no permite que podamos comunicarnos fluidamente, así que optamos por sacarle el cuero a mis tías y primas.
Hacia el final de la velada, mientras me pongo la campera, mi hermana, no sé a cuento de qué, escupe "Todos los hombres son infieles, lo que más les levanta el ego es tener dos minas, y si pueden, más. Es así, yo ya me di cuenta". Miro a madre con cara de preocupación y prendo otro cigarrillo, un poco perturbada.
Y yo que me preocupaba por mi madre...

martes, agosto 04, 2009

Sábado a la noche. Ani -actual cohabitante, amiga desde la más tierna adolescencia y hermana de Flor- llama a casa desde lo de sus padres.
- ¿Cómo estás?
- Bien.
- Daaale, en serio ¿cómo estás?
- Bien...
- Dale que lei tu blog.
- ...

Hoy al mediodía. Mientras tomaba una sopa y escuchaba la radio veo que me llega un mensaje de texto.
"Quien es tu mejor amigo?"
De: Ani
Recibido: MAR 13:26

Entonces, Anucha, ahora que estás tan al tanto de todo, aprovechemos este medio para comunicarnos sin gastar en celular.
Ponele, yo hoy voy a cenar en casa, podemos cocinar algo juntas. Ah, y habría que comprar piedritas para Plutón. Te quiero.

lunes, agosto 03, 2009

- ¿Eso te dice?
- Eso me dice.
- Ese flaco no va, no me gusta, Celeste.
- ¿Por qué?
- Porque te está boludeando. Es un histérico, como el otro forro con el que salías antes, cuando nos conocimos. Vos no te merecés que nadie te boludee.
- Wow.
- ¿Qué?
- Tiraste una frase de hombre protector.
- ¿Viste? Es más, ahora te tiro otra. Un tipo como ese no se merece una mina tan copada y buena onda como vos.
- Pero si no sabés nada del chabón.
- Sé suficiente. Si yo fuera él, no te boludearía, vendría acá todas las noches y te haría de goma. Ni tiempo te daría para que anduvieras contándome estas cosas a mí. Un tipo que no entiende eso de vos, no te merece.
- Ahora es cuando yo digo "entonces, ¿por qué no venís vos todas las noches y me hacés de goma?".
- Claro, siempre supe que me querías cazar. Te lo vi en la cara desde el momento cero. Pero ya sabemos que no funcaría.
- ¿Tan evidente fui?
- Te salías de la vaina, bonita.
- ¿Y por eso te despareciste durante tanto tiempo?
- Claro, yo no puedo lidiar con esas expectativas.
- ¿Y por qué volviste?
- Porque te quiero.
- Awwww.

Mi nuevo mejor amigo es el mejor mejor amigo del mundo.

sábado, agosto 01, 2009

Al final. ni llanto, ni vino, ni Puentes de Madison. Al final, gancia con mucho limón, playstation y porro.
Después, me tomé un taxi a casa, paré en el kiosco, compré cigarrillos, un par chocolates y caminé las dos cuadras hasta casa. Y mientras prendía la estufa, me sacaba las zapatillas y me ponía el pijama sentía la culpa, la culpa por no haberme quedado en casa, haciéndome cargo de mi estado de ánimo.
En la oscuridad, tapada hasta la nariz, tratando de dormir me acordé de Lau y su "pero ¿quién es el flaco? ¿Spinetta?" y me reí un poco, pero también me puse a pensar que capaz no me molestan los revoleos retóricos, ni alguna que otra frase trillada, no es que me gusten, por lo pronto no me molestan. No me importaría una estrofa de una canción de esas que escuchaba cuando tenía 16 años y usaba unos oxford celestes con las botamangas anchísimas, ni un verso de algún poeta maldito; no ando con ánimos de burlarme de esas cosas últimamente. Pensé entonces que sí tengo ánimos de que alguien me diga algo, lo que sea, pero que se dirija a mí, que me mire a los ojos y me lo diga, no importa qué; pensé que es uno de esos momentos en los que me encantaría dar el primer paso pero me muero de miedo, porque necesito un pie del otro, cualquier cosa, una mirada cómplice, un gesto casi imperceptible, algo. Claro que inmediatamente me acusé de cobarde, de proyectar en los otros lo que tiene que ver conmigo y sólo conmigo, así que instantáneamente me convertí en víctima de mí misma y me consolé diciéndome que tal vez no es todo proyección, que capaz sí es necesaria la respuesta del otro, el feedback, que el deseo ajeno y su manifestación alimentan el propio; y también me dije que tampoco era cuestión de hacer un drama del asunto, que eran las cuatro menos cuarto de la mañana y que hoy había que trabajar.
Me desperté enojada, enojadísima. Afilada, venenosa.
Hoy sí, Clint, hoy pasamos la noche juntos.

viernes, julio 31, 2009

Hoy es uno de esos días en los que a las 10 de la noche estoy tapada hasta la nariz, con una mano asomando para poder agarrar la copa de vino y una película lacrimógena (hoy me siento muy Los Puentes de Madison, por ejemplo).
Después de medio atado de puchos y la botella de vino (hoy me siento bastante Tannat) pongo el soundtrack de Magnolia y canto. También lloro. El disco no es elegido al azar, cada canción es referente de determinados momentos que disparan la angustia a niveles poco saludables.
Al final, termino con la voz ronca, la almohada mojada y y los ojos hinchados.

Y mañana será otro día.

miércoles, julio 29, 2009

Ayer mi abuelo se acordó de una anécdota que nunca me había contado. Estábamos viajando a Entre Ríos, yo tendría 3 o 4 años. En el micro vi a un señor que se parecía al presidente, así que empecé a señalarlo y a gritar "¡Alfonsín! ¡Alfonsín!"; parece que el señor se enojó mucho porque era de lo más peronista, y le dijo a mi abuelo que me hiciera callar inmediatamente. Claro, hacerme callar, a mí, qué iluso.
Lo más tierno del asunto es que mi abuelo se descostillaba de risa mientras lo contaba, un poco porque se acordaría del placer gorila que le causó todo el asunto, y otro poco por haberse encontrado con él mismo, un abuelo relativamente joven en compañía de su primera nieta, que lo idolatraba (y lo sigue haciendo).
De ahí pasamos directo a rememorar los primeros viajes en subte, en los que él me tomaba lección de las estaciones de la línea B y la gente nos miraba enternecidos. Los paseos en el Museo de Ciencias Naturales y mi fascinación inexplicable por el cacho de meteorito que había en la entrada. Los partidos de damas en los que me dejaba ganar sin que me diera cuenta. Los chupetines tatín y los mini paquetes de galletitas Manón en sus bolsillos. Mis notitas en su billetera "abuelito, te saqué 10 pesos. Te quiero mucho". Nuestras maratones de documentales y litros y litros de licuado de banana con leche.
Y capaz siempre hacemos el mismo recorrido de recuerdos, pero es que es como un lugar al que uno quiere volver, un recorrido placentero, una comida que nos sale perfecta, un sweater que nos queda bien, una película que podemos ver una y otra vez.
Todos los recuerdos que tengo de y con mi abuelo son felices, todos. Incluso cuando se enojó porque había tomado un laburo en una multinacional o cuando me decía "descarriada" a las 8 de la mañana.
Son todos felices. Todos.

lunes, julio 27, 2009

LlaveInglesa dice:
a mi me fascina que me chupen la p*j*
yo me puedo quedar sentado
y que vos me chupes la p*j* un día seguido
la mayoría de los tipos que hace?
saca la p*j* y te la encaja en la boca
y como le gusta mucho
o acaba, o queda al borde
entonce te la mete
le da 4 bombazos
y acaba
ergo, un pelotudo


Cel.- dice



LlaveInglesa dice
yo trato de ver cómo viene la mano...
total en algún momento... si yo te pongo bien a punto
vos me vas a comer la p*j* con desesperación


Yo le digo que debería dar clases o algo por el estilo. Ël dice que tampoco es cuestión de andar avivando giles.
Yo le digo que, de alguna manera, su existencia me cambió la vida. Él dice que soy una exagerada.

No sé por qué puse los asteriscos. Como si a esta altura me quedara algo de vergüenza.

sábado, julio 25, 2009

Cosas que sí.
Los libros que llegaron hoy para que pueda pasar el fin de semana metida debajo de la cama. Philip Roth, Chuck Palahniuk, Sam Shepard y Jane Austen.
Capítulos de X-files por si me canso de leer.
Mi hermana que viene a visitarme hoy a la noche.
Terminar de resolver el asunto este de renovar el contrato de alquiler y ver que me dan los números.
El porro riquísimo de Damián, el novio de Ani.
Geneve como nueva cohabitante.
El guiso de lentejas que me hice el otro día, del que quedó un poco para cuando llegue de trabajar.
Diversos tipos de decisiones que en estos días han terminado de tomar forma.

Cosas que no.
Las ganas de revolear a alguien, irrefrenables, que tengo.
Que ese alguien tenga nombre y apellido.

viernes, julio 24, 2009

En mi cama, después de cerrar algún libro y apagar la luz del velador. En el trayecto Primera Junta - Perú, en algún vagón viejo y medio vacío de la línea A, con luces que van y vienen y ese traqueteo incesante. En un 141 a tope de gente que se amontona y no me deja pasar al fondo. En la cocina de casa, tomando la tercera copa de vino, mientras espero que se termine de preparar la comida. En el puf, sentada, pasando las hojas de un libro sin prestar demasiada atención, con el gato en el regazo y la cabeza en las nubes. En mis sueños, de vez en cuando, haciendo que la línea con la vigilia sea atravesada con una sonrisa.
Me agarra así, repentinamente, cuando no lo espero. Me toma por sorpresa. Me invade y yo no opongo resistencias.

Me gusta. Que se haga el difícil, que ponga excusas, que histeriquee. Que me haga buscar mil maneras de encontrarle el punto débil. Que se convierta en la figura estelar de mis fantasías. Que se deje perseguir y que al mismo tiempo me haga sentir perseguida. Que lea esto y se le dibuje una media sonrisa al saber que es de él de quien hablo.

No hay ansiedad, el deseo se recicla en mil escenas. Lo pienso y, ay... cuántas sensaciones.

Como un postre sobre la mesada de la cocina. Sé que me lo voy a comer con las manos, que me voy a chupar los dedos antes de terminar. Que no voy a dejar nada de nada.

jueves, julio 23, 2009

- Recomendame algo que me haga olvidar el frio este.
- Ehmm... ¿comedia, romance, terror?
- Algo que no me haga pensar... ni llorar.
- Simplemente no te quiere.
- Ya la vi. Y me hizo llorar.
- ¿Lloraste con esa? Qué personaje.
- Vos porque no tuviste mi vida sentimental...
- Ufff... para llorar es... no sé, Diario de una Pasión. Con esa llorás con motivo.
- No lloré con esa, me pareció cualquiera.
- No tenés sentimientos.
- Eso me han dicho.
- Entonces no sé, che... no lloramos con las mismas cosas. Ah, ya sé. Marley & yo.
- ¿La del perro?
- No pongas esa cara, está buena.
- No te creo.
- Llevatela, creeme.
- No sé...
- Está decretado, te la llevás.

Y lloré con la película del perro.
Lo voy a matar al del videoclub. ¡El perro se muere! ¿cómo no voy a llorar?
Por algo nunca vi Chatrán. Ni Todos los perros van al cielo.

miércoles, julio 22, 2009

Que alguien me explique por qué estoy desde hace 20 minutos mirando imágenes en google de tipos que se fueron de viaje de pesca a San Nicolás y salen en las fotos con pescados de 60 cm colgando de la mano y cara de felicidad.
Bueno, yo sé que la que empezó la labor investigativa para saber qué había en internet sobre el chico lindo del otro día fui yo. Y también puedo entender que tiene un doble de nombre que labura sacando a pescar a la gente.
Esta bien, no necesito explicaciones.
Necesito respuestas.
¿Contactarlo o no contactarlo?
Ah, esa es la pregunta.

martes, julio 21, 2009

La idea original era tomar unos vinos en lo de Lau con Ani. Nada más. Cuatro horas más tarde, éramos nosotras tres y cuatro más, las mismas de la época del secundario, pero en vez de la paja neurótica con el profesor de historia, hablamos de esas cosas de grandes, mudanzas, parejas, impuestos, carreras y familia.
Después de varias cervezas los ánimos se exaltaron y decidimos llevar la velada a algún lugar más festivo, en este caso, el antro del Abasto, ese en el que se hacen fiestas los lunes, pasan música cachengue y está lleno de jipis. Y como ya me siento como en casa después de tantos lunes bailando y tantos martes prometiéndome que nunca más alcohol los días de semana, iba yo saludando a varias gentes, repartiendo abrazos y preguntando si alguien conocía a algún potencial cohabitante porque Nat se nos va a vivir con su novio. Encantadoramente simpática me paseaba entre la barra y la pista de baile, charlando con los mexicanos, abrazando a mis amigas, saludando más gente que llegaba, pasándola maravillosamente bien.
Y de repente, estaba hablando con este hombre, este sujeto de mirada cálida y esa buena onda que tienen los jipis que te compra. Por algún motivo que ya no recuerdo le decía "¿de dónde saliste vos? explicame de dónde saliste" mientras él se reía y me preguntaba lo mismo a mí. Y de repente de vuelta, nos estábamos dando un beso, y eso que a mí no me gusta andar besuqueándome en lugares a los que voy tan asiduamente, así de mucho me caía bien el muchacho este.
En un arranque de masculinidad, fui, agarré al tipo de la mano, le dije "nos vamos" y a los 5 minutos, después de haber discutido sobre si en-tu-casa-o-en-la-mía, estábamos en un taxi. Destino, Caballito.
Después, después no importa, bah, salvo que lo miraba y pensaba que qué loco, cómo se ha definido mi tipo de hombre en estos últimos meses. Y el flaco era exactamente mi tipo, la barba rojiza, el pelo medio largo, la contextura contundente, los ojos grandes.
A las 7:17 am, me acuerdo de la pantallita del celular y mi confusión por el hecho de que un extraño me estuviera despertando cuando afuera era noche cerrada, me pidió que le fuera a abrir. Manoteé un jogging, un cangurito y las pantuflas; antes de abrir la puerta del cuarto me quedé parada, renuente a salir a la intemperie, a la lluvia imparable. No sé qué habrá interpretado, porque me abrazó, y no con cualquier abrazo, un abrazo de verdad, de los que contienen. Me quedé un ratito con la cabeza apoyada en su pecho y le pregunté qué hacía de su vida que tenía que irse de la cama tan temprano. Cuando me terminó de contestar, ya estaba abriendo la puerta, agarrando las llaves de la puerta de calle.
Lo miré detenidamente una vez antes de que se fuera. Qué lindo chico.
Así sí da gusto tener sexo casual.

sábado, julio 18, 2009

- Ahí llegó tu tesoro.
- ¿Eh?
- El pedido de Anagrama.
- Yaaaay.
- Sí, ¿por qué no le ofrecés a la gente otra cosa que no sea Anagrama?
- ¿Tusquets?
- ...

Libros, por todos lados. Libros de todo tipo. Usados y nuevos. Cubiertos de polvo, limpios, con olor a biblioteca de abuelo. Libros estúpidos que hacen pensar en el futuro de la edición. Contratapas atrapantes e ilustraciones fascinantes. Primeras ediciones y antigüedades. Libros agotados, inconseguibles y que yo puedo tener en mis manos. Libros amontonados en pilas que se bambolean sin caer nunca, haciendo equilibrio. Libros rotos, con las hojas desprendidas. Best Sellers, clásicos, literatura snob, libros olvidados. Joyce, Robin Cook, Auster, Kerouac, Amis, Cassirer, Freud, Kierkegaard, Danielle Steel, Manuel Puig, Márai, Siri Hustvedt, Alejandro Dumas, Chimoy, Fabio Zerpa, Horacio Quiroga, Sábato, Garcia Márquez, Grisham, y miles más. conviviendo.
Libros en todos lados.
Y sonará cursi, pero entro acá y, de repente, los problemas se esfuman durante cinco horas.
Es raro, nunca me había sentido feliz en un trabajo.

viernes, julio 17, 2009

Yo no sé si alarmarme o no, pero hace un rato estaba así como estoy ahora, frente al monitor, pero en vez de estar tipeando, le hacía fuckyou a un muñequito del msn.
Le hacía fuckyou, entrecerraba los ojos y pensaba "forro, sos un forro".
Si en ese momento me hubiera visto Tim Roth (o, bueno, su personaje en Lie to me) habría declarado que mi furia era absoluta. Con fosas nasales ensanchadas y todo.

jueves, julio 16, 2009

Lau: Soñé que teníamos una cita de a dos, o sea, dos chicos, vos y yo...
Yo: Una cita doble.
Lau: ¡Eso! ¡Una cita doble!
Yo: ¿Y la pasábamos bien?
L: Sí, y lo raro era que los chicos eran judíos y más chicos que nosotras.
Y: ¿Qué tenía de raro que fueran judíos?
L: No sé, nunca estuve con un chico judío. Son raros.
Y: Dejá de hablar pavadas, ¿qué tienen de raro?
L: No sé, mis vecinos son raros.
Y: Tus vecinos son judíos ortodoxos, Lau, claro que son medio raros.
L: ¿Vos estuviste con algún chico judío?
Y: Ortodoxo, no. Pero Mr Blonde es judío, Pirulo era judio, Mengano también...
L: ¡Ah! Te re caben los judíos.
Y: Boluda, yo no elijo a un tipo por si es judio o no. Da la casualidad que un alto porcentaje de los hombres que me son atractivos, resultan ser judíos.
L: ¿Qué onda?
Y: ¿Qué onda qué?
L: ¿Vos no querrás ser judía y por eso elegís chicos judíos y amigas judías?
Y: Vos sos mi amiga y no sos judía.
L: Pero Dedé, Sol, Ani, Flor y Nat sí. Tus amigas más cercanas, salvo yo, son judías.
Y: Seh... no sé. Lo que sea. ¿Por qué siempre me hacés tener estas conversaciones?
L: Uh, boluda, me parece que me fumé una semilla, me está picando zarpado.
Y: Sí, ¿por qué no lo vas pasando? Compartí, nena.
L: Shhh. Esperá, no me apures, kosher slut.

martes, julio 14, 2009

Hoy venía caminando por Charcas y pensaba que capaz el problema es que siempre ubico a las personas en lugares que no les corresponden, que les quedan demasiado grandes. A continuación, pasé a tener una conversación imaginaria con Mr. Blonde.
Es necesario confesar que me la paso teniendo conversaciones imaginarias con absolutamente todo el mundo. Con mi madre, mi hermana, mis amigas, un chico lindo que vi desde el colectivo, la cajera del supermercado que tiene unas cejas increíbles, los vecinos que le pegan a los hijos, chicos con los que estuve alguna vez, chicos con los que estoy, chicos con los que me gustaría estar. Y no, en general no me luzco demasiado en esas fantasías charladas, la cosa viene más por el lado del otro sorprendiéndome y yo tratando de tener una contestación decente.
Entonces, como dije, iba yo por Charcas teniendo una conversación imaginaria con Mr. Blonde, en la que le decía que nosotros nunca deberíamos haber tenido sexo, que deberíamos haber sido solamente amigos; amigos que cogen un par de veces por año cuando están muy borrachos, ponele, pero no más que eso. Él me decía algo así como que si querìa hacerle saber que no me había gustado coger con él, podría haber sido más sutil, y yo lo trataba de tontito y le decía que no, que el problema no había sido ese, sino que habría sido genial quedarnos con la afinidad intelectual y la contención emocional, que de haber sido así, seguiríamos estando el uno para el otro, que a veces me daba la sensación de que la única persona que alguna vez me entendió había sido él. También le decía que aunque no lo extrañaba más, a veces me daba pena la forma en la que se habían terminado las cosas.
Todas ese diálogo iba teniendo en la cabeza cuando tuve que doblar en Jerónimo Salguero y ponerme en librería mode. Como iba mirando para abajo, completamente distraída, me choqué con un muchacho. Durante dos segundos pensé que era él, los colores de la ropa que llevaba, el color de piel, el color de pelo, la altura, todo encajaba más o menos. Y durante dos segundos sentí un alivio enorme, porque le iba a poder decir todas las cosas que le estaba diciendo a su otro yo que vive en mi cabeza, cosas que de otro modo nunca le diría. Pero no era él, el tipo ni siquiera era parecido.
Para cuando me quise dar cuenta, ya estaba en la puerta de la librería. Así que abrí, saludé a mi jefe y me tragué la angustia como si fuera una pastilla.

lunes, julio 13, 2009

Poniéndome al día con una amiga que no veía hace mucho.
- ¿Y vos qué hiciste este verano?
- Estudié física en La Plata.
- ¡Cierto!
- Seh... Lástima que fuera tan lejos.
- Pero seguro aprendiste un montón de cosas.
- ¿Notación científica es un montón de cosas?

En la cocina de la casa de Flor, con una desconocida, el novio de Ani y mi amiga Lau.
- Perdón que me meta, ¿vos qué estudiás? ¿matemática?
- No, él estudia matemática.
- ¿Y vos estudiàs algo?
- ¡Ja! ¿qué NO estudió Celeste?

Cenando en familia. Repetidas veces.
- Entonces, ¿qué es lo que estudiás ahora, Cele?

Con mi jefa de los sàbados a la tarde.
- Estaba pensando en cambiarme al profesorado...
- ¿De literatura o historia?
- ¿Cómo supiste? Estoy entre esos dos.
- Era obvio.

jueves, julio 09, 2009

Ehhm... Si usted, mi jefe, está leyendo esto...

Por favor, patrón, no me lea el blog. No me haga sentir como en pelotas en el medio de una multitud. No me haga cambiarle la url al coso este.
¿No se copa?
Saludos a la familia.

No sé por qué lo trato de usted cuando en persona lo trato de vos.

(Mi jefe encontró mi blog, y todo indica que ha leído al menos un poco)
(El asunto no me quita el sueño, compañeros)

jueves, julio 02, 2009

- Ah, ahora ya entiendo todo.
- ¿´Què cosa?
- Los ruidos que hiciste a la noche.
- ¿Qué ruidos?

Tenía pensado volver a mi casa después de cenar, pero después del tempranillo y el tannat, bajé el colchón que siempre uso en lo de Dedé y me quedé completamente dormida hasta hoy a la mañana, despertándome con una sensación muy rara en el cuerpo.
Véase también, calentura.
Después de un rato me fui acordando qué era lo que había soñado.
Yo estaba en la cocina de la casa de mis padres haciendo jugo de zanahoria y de repente aparecía él con durazno y un mango en la mano. Estaba maravillado por haber conseguido duraznos en invierno. Se ponía a cortarlo y me iba dando pedacitos; el durazno más dulce y más jugoso que alguien se pueda imaginar, así era. No probaba el mango porque no me gusta. Y seguía poniiéndome pedacitos de fruta en la boca y me sonreía; jugaba con el durazno y mis labios, me lo acercaba y despuès se lo terminaba comiendo él, esas cosas. Hasta que se terminaba y se ponía muy cerca, me daba un beso en la frente y yo le quitaba esos lentes de Clark Kent buena onda que usa, que hacen que parezca tan bueno e inofensivo. Para eso se los sacaba, para que fuera un poco ofensivo, para que me faltara el respeto un poco. El resto del sueño se lo voy a contar sólo a él, no es cosa de andar ventilando todo por ahí.
Me despertè... contenta no es la palabra adecuada, pero es la primera que viene a la mente.
Le conté el sueño a Dedé cuando terminé de recordar cada detalle y ella me dijo que hice ruidos raros mientras dormía, como si estuviera comiendo algo.
Me sorprendí bastante también, a veces tengo tantas ganas de soñar con algo, y como ayer él me había dicho que había soñado conmigo, me puse celosa y yo también quise.
Ahora mismo tengo antojo de duraznos.
Y ¿para qué engañarme? También tengo antojo de èl.

miércoles, julio 01, 2009

Ehmm.
Si el chico que ayer vino a la librería para buscar el Bartleby versión bilingüe que había comprado por mercado libre está leyendo esto... Quiero que sepa que me pareció de lo más lindo e interesante. Y también quiero que sepa que anoté en un papelito su dirección de mail, pero que no pienso usarla. Es que soy tímida.

domingo, junio 28, 2009

Falta sinceridad, falta lo auténtico. En mi vida, en mis relaciones, incluso en este blog. De hecho, este blog es el gran alimento de mis máscaras, un espacio de "expresión" que se convirtió en uno de pura especulación.
Voy a hacerme la boluda y dejármelo pasar, por lo menos por esta vez. Pero no me olvido, no me olvido de que si algún día se me ocurriera decir, gritar y escribir lo que realmente tengo ganas de decir, gritar y escribir... Bueno, no sé si estaría preparada para enfrentarme a las consecuencias. Todavía me falta hacerme un poco más tolerante al fracaso.
Y en eso estoy, frenándome, aplacando el movimiento. Porque cada movimiento puede ser un paso falso (no "en falso"). Lo peor son estas ganas de moverme que tengo, la necesidad de salir y decirle a todo el mundo lo que siento, lo que pienso, zarandear a un par, putear a unos cuantos, cogerme a otros tantos, alejarme para siempre de alguna y generar el reencuentro con alguno.
Pero no, quieta, Cel.
Primero lo primero, sentirme auténtica por lo menos cuando estoy conmigo, a solas. Nada de alienarme con rituales gastronómicos, siestas interminables, películas y novelas policiales.
Después, después veremos.
Podría decir "después, agarrate Catalina, no me para nadie". Pero no estoy tan segura.

viernes, junio 26, 2009

06:39 am
Me despierto después de haber soñado andá a saber qué porque me pongo a pensar que es un asco comerse una milanesa con mayonesa untando la mayonesa en toda la superficie de la milanesa. Me imagino una milanesa en un plato, y arriba de la milanesa, mayonesa, como si fuera manteca sobre una tostada. Pienso también que se come milanesa con mayonesa cortando el bocado, pinchándolo en el tenedor, agarrando con el cuchillo la cantidad deseada de aderezo y uniendo ambos antes de pegar el tarascón.
Cuando volví a mirar el reloj eran las 7 de la mañana.
20 minutos de mi vida pensando en milanesas y mayonesa.

Nota mental: dejar de fumar porro antes de irme a dormir. O mejor, conseguirme un amante cama adentro, si me despertara a las seis y media de la mañana y tuviera un cuerpo calentito al lado, no usarìa el tiempo para pensar boludeces.

domingo, junio 21, 2009

Casa de Lau - porro - 64 - casa de Ale - cerveza - empanadas - novio facho de Ale - miradas cruzadas - ride a San Telmo - fiesta latinoide - muchacho con parecido asombroso a un lector del blog - más cerveza - más porro - boliche hiphopero africano - más cerveza - bailes desenfrenados - tarados con gorritas y buzos enormes - lluvia de africanos - taxi - "el taxista nos está paseando" - casa de Lau - bajón vegetariano - bajón de cheesecake - "¿de veras el sexo era tan malo?" - "no era malo, Lau, era corto, más o menos lo mismo" - noni - resaca - caminata - "feliz día, papá" - subte - "feliz día, abuelo" - comida de abuela - siesta en el sillón - 141 - casa - más siesta - llamado inoportuno - llamado a dedé - ducha - 141 - casa de dedé - post

viernes, junio 19, 2009

Estoy durmiendo demasiado. Nueve horas por día me parece demasiado, un exceso. Si realmente lo necesitara, si tuviera un trabajo agotador, si estudiara al 100%, lo entendería; pero no. Dormir es lo que menos me cuesta, me escapo durmiendo. Si supiera exactamente de qué es lo que me escapo, estaría todo fenómeno, pero tampoco, puras sospechas.
Entonces cuando puse la alarma del celular ayer a la noche, me pregunté ¿por qué dormir tanto? y no me contesté. Volví a interrogar esta mañana cada vez que activé el snooze (8 veces) y tampoco me di una respuesta satisfactoria.
Lo pregunto ahora, frente a la computadora esta y con el gato apoyado en la espalda, y, ay, cuántas cosas empiezan a cruzarse.
Será que me escapo de. Las búsquedas que quedan en la nada. La excitación efímera que deja un vacío tremendo cuando se va. Lo potencial que siempre queda ahí, en pura promesa. La sombra de la resignificación del pasado. La falta de una guía. Fiona Apple. Las certezas absurdas que me persiguen desde chica. La sensación de satisfacción en la más absoluta soledad. El alejamiento de los seres queridos. La falta de acercamiento de los otros seres. Las pocas ganas de salir a reestablecer contacto. La comodidad peligrosa de mi cuarto, sus músicas, sus pijamas cómodos y sus películas. La ansiedad de tatuarme toda. La imposibilidad de llanto. El deseo de querer expresarlo todo, decirlo todo, aún sabiendo que no tengo las pelotas para enfrentarme a las consecuencias.
Podría bajar las escaleras, preguntarle a Nat si tiene un ratito para charlar y mantener una conversación de verdad; pero no. Mejor me meto debajo de las colchas y abro un libro.

miércoles, junio 17, 2009

No lavo la ropa en mi casa, no hay lavarropas, me da fiaca lavar a mano; para eso está el lavadero. Desde que me mudé fui siempre al mismo, a la vuelta de casa. Siempre me atendía María, una chilena divina que siempre me halagaba los sweaters y me decía "qué rico perfume, Celeste, ¿cuál es?". Me secaba en una percha la ropa delicada que no convenía meter en la secadora y me tenía las cosas listas para cuando yo las necesitara. Pero -qué tragedia- ayer llevé dos bolsas enormes de sábanas, toallas y pantalones y ya no estaba María, me atendió una mujer oriental. Salí del local desilusionada, sabiendo que la china (o coreana, o taiwanesa) no me iba a cuidar la ropa como María. Nadie nunca cuidó mi ropa como María, ni siquiera mi madre.
Hoy fui de mala gana hasta el lavadero a buscar mis bolsas. No me atendió la china, me atendió el que debe ser el marido. Salido de una peli de Kim Ki-duk. Rasgos armónicos, altura considerable, pelo medianamente largo, prolijamente atado, polera negra, postura elegante. Una cosa de locos.
Medio pinta de mafioso, sí, pero en mis fantasías eso es un plus.

martes, junio 16, 2009

- No sé, boluda, se me hace medio cuesta arriba esto de que me guste alguien.
- De eso hablábamos con Damián el otro día.
- ¿De que cuesta?
- No. De que a vos te cuesta.
- ¿Tu novio y vos se pusieron a hablar de que a mí me cuesta encontrar un chico que me guste mucho y no sea tan inaccesible y me cuide un poco?
- Sí.


Parece que Damián y mi amiga Ani, opinan que debería apuntar a tipos menos inteligentes. Sí, usando ese término, "inteligente". Al parecer, debería tirarme hacia el terreno de los chicos de barrio que nunca hicieron psicoanálisis y que si les digo "mujer fálica" se ríen y piensan en travestis.

domingo, junio 14, 2009

Como oxidada. Así estoy. Mis últimos encuentros fueron revolcones charladísimos y planeadísimos o bien explosiones libidinales por haber andado bailando ritmos latinos emergentes, las caderas pegadas, el bamboleo, esas cosas. Todo muy rápido, a los bifes de una. Me gustan los bifes de una.
El problema aparece cuando me doy cuenta de que estoy sentada desde hace casi seis horas en un bar, con un muchacho que es gracioso, tiene un modo de hablar que transmite paz y se vuelve de lo más apetecible cada vez que sonríe. Aparece también el más claro indicio de que el otro me gusta un poco, una ñoñez que no puedo evitar: me imagino despertándome al lado de ese otro, me imagino satisfecha al ver su cara. Ahí aparecen, además, los interrogantes, todos juntos, me invaden, me hacen perder por un par de segundos la mirada y la atención.
¿Qué onda el flaco? ¿Le gusto? Son como las 5 de la mañana y estamos acá desde las 11 y media, ¿se supone que es una señal de que está todo bien? ¿Todo el mundo se maneja con mis parámetros de tolerancia? ¿Por qué me embarco en estas cosas? ¿El chabón se bancaría 6 horas de charla si no le gustara? ¿Este no será el que googleaba mi mail? ¿Me mira buena onda o me mira libidinosamente? ¿Qué onda? ¿Qué onda?
Ya en la calle, me ofrece un caramelo, se come uno él y me acuerdo de alguna compañera del secundario exponiendo la teoría esa que dice que si un pibe te da un caramelo o un chicle, en un contexto que dé a pensar que podría llegar a haber atracción, es porque planea besarte en breve. Todo demasiado montaña rusa, ¡peor! todo demasiado clave de sol. Si a los 26 años me puedo dar el lujo de creer en este tipo de señales pelotudísimas, mejor es que siga con los revolcones planeados y los a-los-bifes-de-una.
Miento y digo que me voy a tomar el colectivo, sólo para ver si en el par de cuadras hasta la parada me sorprende con algo; hace demasiado frío, termino parando un taxi.
Mientras camino por el pasillo oscurísimo que me lleva hasta la puerta de casa, pienso un poco más, pero ya no me pregunto.
Ponele que el tipo es tímido.
No, mejor ponele que, simplemente, no le gusto tanto.

jueves, junio 11, 2009

Mates en lo de mi abuela, con mi madre.

Madre: ¿Sabés adónde tenés que ir?
Yo: ¿Adónde tengo que ir para qué?
Madre: A las fiestas que hacen las colectividades. Para conocer a algún chico.
Yo: ¿Qué?
Madre: Ahí podés conocer a algún chico serio, para ponerte de novia.
Yo: Estás demente. Primero, que no pertenecemos a ninguna colectividad. Segundo, que no me quiero poner de novia, y tercero, menos con un chico serio.
Madre: Vos das judía, española, armenia, italiana...
Yo: Que tenga muchos rulos, haya estudiado psicología y me haya criado en Villa Crespo no me hace dar judía, mamá. Dejate de joder, que a los tipos me los busco donde a mí me gusta encontrarlos.
Abuela: Eso, Patricia, dejala. Ella es salvaje como yo. Si yo no me hubiera casado tan joven...

De repente, me sentí en un capítulo de The Nanny.

martes, junio 09, 2009

5 pequeñas (grandes) alegrías laborales.

- Que los clientes le digan a mi jefe que soy "un amor" (sic).
- "Me encantó el que me recomendaste el otro día. ¿Qué me puedo llevar hoy?"
- Sumergirme en los usados y encontrar joyitas. Los últimos hallazgos: Madrenoche de Vonnegut; una edición buenísima de Física, Aventura del Pensamiento de Einstein; una edición viejísima de El Segundo Sexo, de la gran Simone.
- Quedarme horas revisando libros que, de no trabajar acá, nunca llegaría a tocar. Los Caballeros las Prefieren Brutas, ponele.
- Abrir los pedidos de Anagrama.

domingo, junio 07, 2009

- Che, me voy a mi casa.
- ¿Y no querés llevarme con vos?
- Y... ganas no me faltan, es que es todo un bardo, mi cuarto es un GRAN bardo.
- A mí no me molesta.
- Bueno, dale. Vamos.

Al chico de rastas largas cosecha 85 no le molesta el desorden. Mientras estoy en el baño, prende un sahumerio y enchufa su aparatito de mp3 a mis parlantes, una banda de música del altiplano y canciones de protesta. Es todo tan hippie. Él es TAN hippie. A mí no me alcanza con ser hija de hippies, no estoy a la altura de las circunstancias. Yo no me voy de viaje por Latinoamérica dentro de un mes, ni tengo esa buena onda por default dirigida a quien quiera recibirla. Igual, nos entendemos. Es fuerte, es grandote, agarra, atrapa, conquista territorio. Es muy hippie, pero igual me gusta.
Cuando me despierto, son las 12 y él se tiene que ir. Una despedida hippie. "Buena vida", un abrazo largo, esas cosas.
En la cocina, mientras trato de domar los pelos revueltos y no me gasto en disimular la sonrisa pegada a la boca, Ani me prepara un capuccino. Me dice que siempre me los busco altos, grandotes. Yo le digo que, si hay actitud, me gustan todos.

sábado, junio 06, 2009

Entonces cuando me vienen con eso de "seguro que antes te lastimaron mucho..." seguido de algún "pero" y una promesa de cuidarme o lo que sea que piensen que necesito. Yo asiento y después digo algo bien trillado, algo bien de despechada, como para no desentonar. Revivo en ese momento un montón de cosas, se me aparecen imágenes, caras, diálogos en stereo, sensaciones, nudos de angustia. Me pongo mal en serio y, claro, así es imposible que pueda seguir una conversación coherente; ya subí la guardia, estamos todos perdidos.
Esta última vez, algo cambió. Digo, vinieron las sensaciones, los recuerdos, el dolor, el dedo metiéndose en la llaga; pero un par de horas después, la revelación. No me lastimaron tanto. Eso, así de simple. No-me-lastimaron-tanto. Mi sufrimiento no es proporcional al daño real que me puedan haber hecho; de hecho, siempre fui yo la que lastimó peor. Y, oh sorpresa, qué negadora que soy que nunca hablo de esas cagadas que me mandé yo.
Puedo decir "Tomás me dejó de un día para el otro". Nunca me acuerdo de que el último día que nos vimos antes de que me cortara, había leído el diario que a veces dejo debajo de la almohada; el diario que decía que hacía 3 meses había cogido con Mr. Blonde, entre otras cosas.
También puedo decir "Mr. Blonde nunca me valoró lo suficiente". Nunca saco a colación que lo nuestro entró en verdadera cuesta abajo cuando encontró en su computadora historiales de msn míos, hablando guarradas irrepetibles con LlaveInglesa. Tampoco tengo en cuenta que cada vez que hice algo que sabía que lo lastimaría, desaparecí. Me borré.
Una vez Mr. Blonde fue muy gráfico al respecto. Es como si no pudiera caminar sin tener que tropezarme cada tanto. Eso soy, una chica que tropieza. No me tiro al suelo, tampoco me deslizo, fluída, por la vida. Me trastabillo, me mando cagadas y después me cuesta hacerme cargo. No puedo entender que al otro realmente le afecte lo que yo haga o deje de hacer, por eso voy doblando la apuesta, me mando cagadas cada vez peores, sólo para ver si el otro reacciona o no. Lo más trágico del asunto es que siempre reaccionan, y cuando lo hacen, me olvidó automáticamente del hecho que causó la reacción.
Por eso, ahora lo entiendo, cuando vienen con la cháchara del "yo te voy a cuidar" se me revoluciona todo. Porque siempre supe que no son ellos los que se tienen que manejar con delicadeza. Siempre supe que si un tipo se disponía a "cuidarme" iba a tener que aprender a cuidarme a mí de mí misma. Y ahí, agarrate Catalina.

viernes, junio 05, 2009

Y tampoco llamó el Miércoles. El Miércoles era el día indicado para llamar, pero por supuesto, no lo hizo. Tampoco me sorprende, son todos culpables hasta que demuestren lo contrario.
Llamó recién ayer, mientras estaba en la librería, pero no lo pude atender porque me había olvidado el celular sobre la cama.
Hubo un cruce insulso de sms. Yo tampoco le puse mucha onda, debo reconocer. Justo había prendido uno y le había dado play a Pineapple Express. De todos modos, que Seth Rogen y un porro fueran mi prioridad en ese momento, no es buen indicio.
Me parece que a los dos se nos fueron las ganas.

miércoles, junio 03, 2009

Madrugada del Martes.
- Bueno, ¿qué te parece si mañana te llamo y vemos de tomar una cerveza?
- ¿¿¿Mañana???
- Hey, ¿qué dije? ¿por qué ponés esa cara?
- No sé, ¿no es como muy pronto mañana?
- Tranquila, mujer, no te escandalices.

Y hoy, mientras me recuperaba de la resaca y armaba una devolución a una editorial, relojeaba el celular a ver si llegaba algún mensaje.
Lo peor es que si me llegaba a llamar, me iba a caer mal, me iba a sentir sofocada. Pero como no llamó, me siento poco deseada, abandonada.
A veces no le puedo echar la culpa a las hormonas de ciertas cosas. A veces me odio un poquito a mí misma.

martes, junio 02, 2009

Media hora después de habernos hecho las cancheras con "pero cómo ¿los hombres no piensan con la pija, acaso?" bien sabiendo que no siempre es verdad, me cruzo con mi némesis, con el hombre de ojos dulces que todo lo puede, que no se deja amedrentar por mis rechazos, que me mira a los ojos y me dice cosas que hace demasiado no escuchaba.
Hablamos de Eternal Sunshine of the Spotless Mind, de ser o no vegetarianos, y de que habría que tomar una cerveza juntos. Pero sin dejar de esquivarlo, sin dejar de sentirme un poco (demasiado) expuesta.
Cuando vuelvo en el taxi le explico, para eso está la tecnología, que no sé cómo es que hace cuando una se siente así de vulnerable, que no siempre sé cómo manejarme.
Él me dice que no tiene palabras, que solo quiere cuidarme y conocerme.
Yo escribo este post, pero no le contesto el mensaje.

lunes, junio 01, 2009

Ayer, en el living de lo de Dedé.
Ella hacía ejercicios de derivadas y yo me metía en foros ñoños para ver qué teorías tienen los yanquis sobre Lost.
Ella revisaba mails, enviaba maldiciones a sujetos tibios y esquivos y yo daba explicaciones innecesarias a un chabón que no parecía entender que no-es-no.
Ella se despachaba con alguna puteada contra uba xxi y yo ponía cara de comprensión y asentía.
Y en un momento, iluminado, miró hacía algún punto en el techo y dijo "¿Desde cuándo es que los hombres dejaron de pensar con la pija?"
No pude más que aplaudirla.

sábado, mayo 30, 2009

Esteeeem...

A quien haya estado googleando mi mail repetidamente esta semana: ya párele o avise quién es, que me pongo paranoica.

Acabamos de leer un blog que tenía Dedé hace como 5 años. Éramos tan jóvenes. Nos hemos reído tanto.

Hoy entró al local una señora tan cheta venida a menos, con los labios todos colageneados, con su mirada perdida de tan empastillada, que me puse a llorar en el instante en que se fue. No sé bien por qué, pero, ¡gracias, señora horrible! pude romper mi racha de no llanto gracias a usted.

Debo tener un lazo karmáticamente irrompible con El Innombrable. No sólo allanó toda posibilidad de una relación entre nosotros, ni le alcanzó con meter la cola cuando nos seguíamos viendo y yo intentaba estar con otros sujetos. Ahora tiene el tupé de escupirme el asado a la distancia. Claro que él ni enterado; salvo en mis sueños, donde lo puteé de arriba abajo.

Nos estamos yendo a comprar ñoquis.

jueves, mayo 28, 2009

Zack & Miri make a porno - desear a Seth Rogen más de la cuenta - desearlo un poco más aún - me decepcionaste, Kevin Smith - cena en la cama - porro de postre - capuccino con galletitas de bajón - pretendiente en la mira - desear a Seth Rogen - Lost s5e12 - Lost s5e13 - desear a Miles - desear a Daniel Faraday - extrañar tener un novio físico - desear al pretendiente en mira - desear

lunes, mayo 25, 2009

Bajé las escaleras a las 6 de la mañana porque Ani estaba haciendo ruido en la cocina. Me preguntó cómo me había ido, le contesté que habíamos cogido y que después me fastidié y no fue necesario pedirle que se fuera, el pibe se vistió y chau pinela.
Tomamos Coca, fumamos un par de puchos, se quejó de su novio, me quejé de mi rodilla. Tomamos más Coca y cada una a dormir.
Y mientras cerraba el libro y lo dejaba en el piso me di cuenta de que acababa de coger, con clímax incluído, y de que no tenía ningún tipo de sensación en el cuerpo, por lo menos no otra que el bombazo hormonal que te hace sonreír sin motivos claros. Nada, como si no hubiera pasado nada. Eso me entristeció un poco, pero no me quitó el sueño.
Ahora el flaco me habla en el msn, me manda mensajes. Mientras, llueve un poco, no sé dónde se metió el gato, las chicas no están y me da fiaca cocinarme algo. Quisiera meterme debajo de las frazadas hasta el próximo 25 de Mayo, o que algún chico que esté disponible me guste un poco, lo suficiente como para no fastidiarme y poner años luz de distancia, o un cuarto de libra con queso. Me conformo con poco.
El chabón sigue mandando mensajes. Se me van a acabar las sutilezas y la paciencia.

sábado, mayo 23, 2009

Cosas que descubrí haciendo diagramas de árbol mientras me aburría en el laburo hoy a la mañana.
Las primeras citas se dividen en dos. Las horrorosas y las fantásticas.
Las segundas citas se dividen en tres. Las incómodas, las insoportables, y las fantásticas.
Las terceras, nuevamente en dos. Las aburridas, y las fantásticas.
A partir de la cuarta y hasta los tres meses, todo se resume en tres categorías. El muchacho deja de pensar que todas mis excentricidades, paranoias, inseguridades, quejas y manías son tiernas y procede a dejarme; yo dejo de pensar que todas las cosas que me gustaban del otro son atractivas y me aburro hasta el novamás; o bien, por algún designio cósmico, la cosa fluye hacia algún lugar lleno de aventuras y, seguramente, decepciones.
De ahí, los tres meses, en adelante, ya es tierra de nadie. Eso... o empecé a hacer rayones sobre el diagrama porque se me vinieron a la cabeza demasiados recuerdos espantosos.
Cosas que vale la pena deje documentadas para no olvidármelas ahora que me da fiaca escribir en mi diario.

He vuelto al ruedo. El de las citas.
Y espero que las matemáticas estén de mi lado.

jueves, mayo 21, 2009

El otro día Nieves me decía "¿y si empezás a decir la verdad?". Al principio sentí la iluminación, ¿cómo podía ser que nunca nadie me hubiese dicho nada parecido? Quise abrazarla y agradecerle, pero no.
Y yo pensaba ¿De qué verdad habla esta chica? ¿Habla de la verdad de mujer histérica que cambia de parecer cada dos horas? ¿Habla de la verdad esa que surge de la "espontaneidad" y que hace que digas lo que sabés que no tenés que decir pero que con tal de mantenerte "natural" nunca dejás de lado, por más que sepas que es una pose entre tantas otras?
Yo nunca supe cuál es "esa verdad" de la que todos hablan.
Yo hago lo que me hace sentir mejor. Me meto porque es divertido. Me tomo mi tiempo para observarlo todo, me gusta estar segura, segura de que no me voy a aburrir. Es parte de mi naturaleza oscilar entre ir sobre lo seguro y meterme en quilombos que obnubilan el juicio.
Esa es mi verdad, por lo pronto. No me sale de otra manera. Y a veces me encuentro a mí misma mirándome desde lejos, en pura actuación; de putita, de víctima, de mujer que reclama, de fría y distante; de cariñosa y servil; de tonta; de me-llevo-todo-por-delante. Y me río, me causa gracia. Es asombrosa la cantidad de personajes que llevo a cuestas.

Caigo cuatro días después. La mayoría del tiempo digo y hago la verdad, pura verdad verdadera. Cuando me quedo sin cosas para decir. Cuando no me salta la Celeste-tengo-respuesta-para-todo. Cuando me pongo colorada o me quedo en silencio con mueca pensativa. Cuando tardo en responder. Cuando me río a carcajadas. Cuando miro a los ojos. Cuando doy un abrazo.

Y lo escribo para no olvidarme.

lunes, mayo 18, 2009

Por más irreal que suene, el sexo telefónico, por lo menos en mi caso, puede reemplazar al real.
No me di cuenta de eso hasta hoy a la mañana.
Me corrijo,creo que fue el sexo telefónico de ayer a la madrugada el capaz de reemplazar al sexo real; realmente no sabría si extender la conclusión a todos las sesiones de sexo telefónico, pasadas o futuras.
Pero bueno, eso. Hoy cuando desperté, y hasta bien entrada la tarde, me vinieron una especie de escalofríos seguidos de mini orgasmos. Eso sólo me pasa en los días siguientes a las noches de (buen) sexo (cosa que también le sucede a Geneve, pero no a Dedé, ¿es algo que le pasa a todas las mujeres? tengo esa duda).
Parafilia a distancia. Pensar que yo solía reírme cuando leía al respecto.

viernes, mayo 15, 2009

Ayer venía para casa en el 36 y el libro que estoy leyendo, uno de Amis, decía algo acerca de los hombres que lloran a la noche, cuando nadie los está viendo. Entonces me puse a pensar en estos últimos tiempos, en mi incapacidad de llanto, en la histeria que se me atraviesa y no me deja hacer nada salvo tener náuseas.
Me bajé del colectivo con un nudo en el estómago y cara de Pantriste, caminé un par de cuadras hasta un supermercado y terminé lo que me quedaba del camino a casa. Cuando llegué a la puerta, mi llave no andaba. Ese era un momento justo para llorar. Yo, a las 9 de la noche, en la puerta de mi casa, llamando a Nat para ver si estaba adentro, cagándome de frío, cagándome de hambre y con una llave que no anda en la mano. Pero no pude, no me salió. Después de infinitos llamados, Nat me dijo que estaba en la ducha, que por eso no me había atendido.
La idea era llegar a mi cuarto, olvidarme de la cena, meterme debajo de las colchas y dormir hasta hoy al mediodía. Porque la tristeza estaba (está) y a veces me regocijo en ella, y me quedo hasta las 4 de la mañana hablándole a las paredes, contándoles lo mal que me trata la vida; pero eso cuando puedo llorar, cuando me ahogo y me sofoco, y vomito, y bajo al baño a lavarme la cara y a espantarme cuando me veo la cara destruida en el espejo, ahí hay un goce, de lo más masoquista, pero goce al fin. Si no hay llanto, no vale la pena todo el trámite.
Como tenía un paquete de espinaca que se iba a pudrir en la heladera, tenía más ganas de comer que de dormir y Nat estaba comiendo en la cocina, me puse a hacer canelones. Para el momento en el que metía el relleno en el panqueque, ya estaba en un estado de ira profunda.
Lo que es la palabra, eh. Durante semanas no hablo de nada relevante con nadie y así pasa todo, sin dejar marcas, sin poder registrar nada, pero a alguien se le ocurre preguntar “¿cómo estás?” (con verdadera intención de saber cómo estoy, estoy podrida de tratar de responder sinceramente a la pregunta y ver la mueca de desinterés del otro) y las palabras salen, y el tono de voz sube, y le apunto con el cuchillo con el que corto el ajo a la nada y me empiezo a sentir un poco viva, que no es poco.
Los canelones estaban demasiado buenos. Debo haber liberado endorfinas o algo así, porque me dormí tranquila, tuve sueños felices, y me desperté de relativo buen humor.
Por algún motivo me puse a escribir esto, y de vuelta el nudo en la boca del estómago, y de vuelta la desilusión, la frustración, la ansiedad descontrolada y sin canal a la vista.
Escucho desde lejos, dentro de mi cabeza, el sonido de una alarma.
Wishlist para el 25 de Mayo. O el Día del Niño. O mi cumpleaños. O, no sé, cuando sea que pueda ser.
- Un acolchado naranja.
- Alguien que quiera lijar las puertas de mi casa gratis. O a cambio de clases de inglés. Estoy abierta a negociaciones.
- Un sedativo para el gato que no para un puto segundo de corretear.
- Wolverine. En mi cama, todas las noches. O en su defecto, a su hermano. O en su defecto, a los dos juntos. Y que se venga Gambito también, si quiere.
- Una cama de cuatro plazas para que entremos todos.
- Un cuarto más grande.
- Una máquina del tiempo.
- Un amigo nerd como los de The Big Bang Theory.
- Un tratamiento en Lacuna inc.
- Una caja de Havannets.
- Un corpiño que no tenga la tasa dura pero que haga el efecto de un push-up.
- Tiempo.
- Poder de decisión.
- Algún súper poder que haga que el polvo de los libros no se me pegue a las manos.
- Algún súper poder.
- Mohinder Suresh.
- Un sueldo que me deje comprar todo el catálogo de Anagrama.
- La conquista de lo inútil.

sábado, mayo 09, 2009

Suponiendo que creyera eso de que para superar una ruptura hace falta la mitad del tiempo que una estuvo en la relación, me tendría que tomar 2 años para estar totalmente recompuesta.
Como ya pasó más de un año, sólo me faltarían alrededor de 7 meses para sentirme una mujer nueva y sana como para empezar una nueva relación.
Considerando que:
- Lo mío con El Innombrable fue, según las convenciones, una relación incatalogable.
- No siento que vaya a ser capaz de escuchar Bob Dylan, cantar algo de Frank Sinatra, ver algún ranking idiota en E!, o volver a confiar en cualquier sujeto de sexo masculino.
- Me estoy empezando a impacientar.
Resolví adoptar la política de sacar un clavo con otro clavo. Y al notar que no hay disponible en mercado ningún hombre que satisfaga mis necesidades, tuve que cambiar de especie.
A ver si esta vez, que la vida me pone nuevamente un pelirrojo en el camino, no salgo dañada.
Se llama Plutón, es naranja, muy bello y mimoso por demás.
Eso, que Nat trajo un gato de la sociedad protectora de animales.
Sí, se llama Plutón. Y no se aceptan comentarios negativos al respecto.

miércoles, mayo 06, 2009

Si alguien pasa por la puerta de la librería y ve pilas y pilas de libros desordenados sobre la mesa, y también ve a un señor mayor y a una chica de rulos (a la que hoy le dieron 20 años, quiero que quede un registro de este gran día) charlando animadamente, quiero avisar que no están discutiendo acerca de cómo van a hacer para que el local sea un lugar más presentable. Tampoco están debatiendo sobre si el potencial negocio de venta de libros antiguos es rentable o no. Ni están calculando el espacio disponible para ver cómo acomodan el gran quilombo gran.
Nada de eso.
Están armando un top 5 de pizzerías.
O intercambiando recetas de guisos.
O sacándole el cuero a las viejas que buscan libros de autoayuda.

lunes, mayo 04, 2009

Hace diez minutos entró al bar donde estoy almorzando un pibe con el que salí un par de veces hace años luz.
Tenía una frazada animal print con la cabeza de un león en el medio sobre la cama y un montón de revistas Hombre debajo del escritorio de la computadora.
Ahora tiene zapatos de burgués-clase-media-pretenciosa, canas y está leyendo unos catálogos de no sé qué.
Por eso es que nunca hay que confiar en el animal print.

¡Ah!
Me acabo de acordar de por qué no nos seguimos viendo (a pesar de que teníamos mucha química).
Una vez me hizo entrar a Locos x el fútbol.

Por eso es que nunca hay que confiar en el animal print.

sábado, mayo 02, 2009

"Me parece que tengo fiebre"
"Andá a tu casa entonces. Andá a saber qué es"
"Ay, ¿y qué va a ser?"
"Dengue. Fiebre porcina. Yo qué sé"
Ahí saltó mi paranoia, siempre lista, esperando que la llamen.

Pero me quedé un rato más, hasta que vino una señora a pedir el libro de Eri Peluch (sic).

Parece que tuve como 40 de fiebre, así que vino una doctora a casa y me dijo que no hiciera tanto drama, que sólo era una gastroenteritis común y silvestre, que todo el mundo andaba alterado con tanta peste dando vueltas.

El jueves a la tarde vino mi madre a hervirme un arroz, como si yo no pudiera hacerlo sola. Después me di cuenta; vino a investigar. Me trajo una botellita de alcohol en gel (que nunca usaré, estoy en contra de la neurosis al servicio de lo sanitario), corroboró que en mi cuarto no hubiera humedad, revisó la heladera ("¿por qué tantas botellas de fernet, Cele? ¿quién toma Campari?), me contó que mi papá piensa que mi hermana es una promiscua y trató de convencerme de que empezara a usar barbijo. El arroz estaba bastante rico, eh.

Y en el resto de tiempo que usé de "para reposar" y no ir al trabajo enceré el piso, ordené mi cuarto, separé ropa para regalar, me hice las uñas, fui hasta la Feria del Libro, me espanté de la cantidad de gente y me fui a lo de Dede, charlé con Lau, me fumé un porro, bajoneé con arroz hervido, estrené sábanas y tuve dulces sueños.

No necesitaba vacaciones para bajar un cambio, como yo pensaba hace unas semanas. Necesitaba 40 de fiebre y gastroenteritis.

lunes, abril 27, 2009

- Como la estepa. Asi esta mi vida sentimental. A veces me acuerdo de como la pasaba hace un par de anios y no lo puedo creer. Tenia vida amorosa!
- Ahora tambien la tenes, solo que sin sexo.
- Tendra razon Houellebecq?
- No busques la felicidad porque no existe?
- No. El sexo es igual al mercado.
- Desarrollando...
- Eso que dije. El sexo se maneja con las mismas variables y elasticidad que el mercado financiero. Y resulta que yo tengo un almacen de barrio re lindo y pintoresco, pero desde que empezaron a aparecer supermercados chinos y cotos y discos y jumbos quede medio en la lona.
- No seas boluda. Cambia de rubro, ponete un lavadero.
- No, me gustan los almacenes.
- Dejate de joder, Cel. Avivate, sos pesima comerciante. En el ultimo anio te relacionaste con un discapacitado emocional, con un vibrador, con un fobico que ademas tenia problemas de adiccion, y con... con otros que ya ni me acuerdo que problemas tenian.
- Es que no entendes, estoy destinada al almacen.
- Puede ser, pero es de esos almacenes copados, y todos los freaks del barrio te compran a vos. Puede que no tengas tanta clientela como los chinos, pero te lo aseguro, a tu almacen van porque realmente eligen, no para conseguir monedas.

miércoles, abril 22, 2009

Trabajar diez horas en una librería. Trabajar en una librería chiquita, con 30% de descuento sobre los libros que saque. Estudiar ruso. Hacer el cbc de Letras. Planear vacaciones de otoño. Planear vacaciones de verano. Cocinar canelones. Espantar ratas. Ahorrar plata. Estrenar notebook. Armar proyecto musical para Pepa, la diosa del antifaz. Armar proyecto musical para mí. Bajar la carga horaria del laburo. Pintar la casa. Dormir ocho horas por día.

Esa era mi lista de to-do's; por eso ni pintó pasar por el blog.
Y claro, tampoco me pasó nada emocionante.

domingo, marzo 08, 2009

Resulta que hace 3 años el Festival de Cine de Mar del Plata todavía se hacía durante el mes de Marzo. Y también resulta que yo me tomé un tren con Bar y Flor porque podíamos tomarnos unos días, Flor venía a ver a su novio y nos prestaban un departamento.
A las 48 horas de haber llegado, yo me escapaba de la fiesta de cierre en el Hermitage porque había visto al Innombrable yéndose del lugar con otra chica. Al día siguiente mandé a Flor a que le dejara una carta en el hotel. (Me acuerdo de dos frases de esa carta. "Sos un egoísta que cree que el mundo es una extensión de sus brazos y nunca tenés en cuenta que existe un otro" y "Y al final, sólo me vas a recordar porque hago ricos guisos de lentejas). Después nos dedicamos a comer postres Balcarce y fumar sin parar para paliar la angustia.
Y dije que nunca más iba a volver a esta ciudad que sólo me trae recuerdos horribles.
Tuve que comerme el nunca más, porque quería ver a mi papá, y él quería verme a mí. Y si no venía, no nos íbamos a ver las caras hasta semana santa.
Entonces, me subí al micro, dormí durante todo el viaje y me desperté cuando faltaban 15 minutos para llegar. Me estaban esperando mi mamá y mi hermana en la estación. Caminamos un par de cuadras y ahí estaba, imponente, el Hermitage. Me subió la angustia a la garganta (o tal vez bajó, quién sabe dónde se aloja la angustia) y casi que me pongo a llorar, pero no.
Los postres Balcarce siguen siendo un excelente medio para olvidarse de todo.

jueves, febrero 26, 2009

"¿Qué pasó con rulitos?" me preguntó Geneve y yo me hice la tarada. Al rato, lo mismo, y justo Sol empezó a hablar de la pena de muerte (¿cuántas veces vamos a tener la bendita charla sobre la pena de muerte?). A la tercera no me pude escapar, tuve que contar.
Explicar qué (no) paso con rulitos es un engorro. Es de esas cosas montaña-rusa (no la experiencia adrenalínica, sino el programa de tele que veía religiosamente a los 11 años), me-dijo/le-dije/no-sé-qué-onda-el-pibe, en las que caigo indefectiblemente. Es que no me sé manejar; oscilo entre la inadaptación absoluta al medio (entendiéndo por "medio" al sexo masculino) y unos aires de femme fatale que no dejan de sorprenderme.
Sol agitaba las manos y decía "Decile que tenés una estela en sagitario".
Dedé corregía a Sol. "No es estela, es stellium".
Geneve no paraba de reírse. "¿Cómo le vas a decir que si el universo los cruza le seguís contando? Sos una boluda".
Yo revoleaba los ojos. "Ya sé, ya sé. No me entero de nada".

domingo, febrero 22, 2009

¿Alguien se acuerda de El Joven Frankenstein? Esa, la de Mel Brooks.
En una escena (que me hizo recordar José Pablo Feinmann, obvio; de otra manera, nunca habría retornado a la memoria) Gene Wilder y Marty Feldman están desenterrando un cadáver. Uno le dice al otro algo así como "esto es horrible". Y el otro contesta "podría ser peor, podría estar lloviendo".
Ayer, cinco minutos después de haberme enterado de que me quedaba sin trabajo, se largó a llover. Y no paró por, no sé, ¿doce horas?.
Después le decía a DD, tal vez ahora conozco a alguien interesante. Digo, no se lo puede tener todo. Capaz que la providencia decide mandarme un amante a cambio de quedarme desempleada por un rato. Yo hago negocio, eh.
Entonces me quedé viendo Sex & the City hasta andá a saber qué hora, porque eso es lo que hago cuando me pongo un poco triste: hacer todo lo posible para ponerme más triste todavía. Sí, Sex & the City me pone triste por motivos muy personales que hoy no voy a explicar.
Cuando me desperté, seguía lloviendo.

martes, febrero 17, 2009

Lo de La Plata no cuajó.
Claro, todo el mundo me decía "¿cómo vas a hacer?" y yo me hacía la estoica, ponía cara de omnipotencia y decía "me voy a tener que romper el culo, pero voy a poder".
Y los primeros días fueron fantásticos, pero llegó el primer fin de semana y con él, una depresión insostenible. Levantarse a las 5.30 am y llegar a casa a las 9pm es algo que puede hacer una determinada clase de gente, no yo.
No quiero ese tipo de vida, no quiero dejar de cenar con mis amigas por tener que ir a dormir a las 11 de la noche. No quiero gastar un tercio de mi sueldo en viáticos. No quiero pagar un alquiler para estar en mi casa sólo un para de horas por día. No quiero mudarme a La Plata. No quiero vivir en el agotamiento.
Así que una noche de pura neurosis me quedé dando vueltas en la cama hasta que decidí que no, que no tenía por qué sostener una decisión por el simple hecho de haber dicho "yo puedo" en el pasado. Porque ponele que sí puedo, pero no quiero.
Entonces, vuelvo al plan original; al combo Edición-Letras.
Y veremos qué pasa.

viernes, febrero 13, 2009

D: ¿Vos te das cuenta? Todo lo que una hace para ser diferente... Y al fi...
C: Ese podría ser el título de tu biografía, Dedé. "Todo lo que una hace para ser diferente".
D: Totalmente.
C: ¿Y la mía cómo se llamaría?
D: Ehmm.....
C: Dale... una frase que me describa.
D: Dejame pensar...
C: ...
D: ...
C: ...
D: ¡Ah! ¡Ya sé!
C: A ver...
D: "Ay, sí... Y a mí qué me chupa". Con puntos suspensivos después del "Ay, sí".
C: ¿En serio?
D: Vos decís mucho eso. "Fulano blablabla... ay sí... a mí qué me chupa".
C: ¿En serio?
D: Sí.
C: Mirá vos.

lunes, febrero 09, 2009

Hace un año y medio había encontrado en la casa de mi abuela el diario que tuve desde marzo hasta agosto de 2004. Al principio me reí mucho; de hecho, llame al Innombrable (a.k.a Mr Blonde) para que nos riéramos juntos, porque, claro, era todo sobre él.
La cuestión es que en esa segunda leída, con él ahí al lado mío, me agarró una especie de angustia. Yo había sufrido muchísimo esos primeros meses después de conocernos (y los siguientes, y los siguientes también) y si bien había un montón de cosas que ya estaban superadas, había otro montón que no tanto.
Entonces, después de leérselo, agarré y metí el cuaderno en una alacena de la cocina y olvidé su existencia.
Ayer, buscando lentejas para hacerme una ensalada, lo encontré.
Todavía no me recupero.
Creo que en este mismo estado estaba Fiona Apple cuando escribió todas sus canciones despechadas.

viernes, febrero 06, 2009

Así, como bumerang.
Durante 6 meses la misma respuesta de mi parte "no, me parece que mejor me quedo en casa mirando una peli". Y ahora, que la televisión está rota, Flor en Cabo Polonio y Nat en alguna localidad del lejano oeste, se me ocurre que quiero salir; entonces manoteo el celular y empiezo el recorrido habitual. Una amiga que no está en su casa, otra está con el novio, otras dos están en un cumpleaños al que no sé ni cómo llegar. Ya no hay más mujeres, todo dice que voy a tener que empezar a probar con los hombres, pero claro, el único amigo que tengo está de retiro espiritual en Neuquén. Tomo coraje y tiro un par de propuestas, pero nada, nadie puede. Tengo ganas de tomar más coraje aun y proponer a esos con los que realmente me gustaría estar en la terraza hasta que se haga de día, pero hoy no estoy preparada para tanto rechazo.
Y después de una semana de viajar casi cuatro horas por día, de niños recién salidos de la escuela secundaria, Lamarck, el número de oro, notación científica y la masa atómica de la puta que los parió, lo único que quiero es salir.
Pero no.
Justo hoy al universo se le ocurre devolverme frisbee.

miércoles, febrero 04, 2009

Flor se muda en Abril, me quedo sin roomate y sin perra Elvira. Nat no sabe si va a querer renovar contrato o no. Tal vez venga vivir con nosotras la hermana de Flor, tal vez no. Sol se mudó a la vuelta de su casa. Dedé sigue buscando trabajo. Lau se va de vacaciones a lugares extrañísimos. Yo empecé la facultad y es todo raro. Mi papá se va a Mar del Plata lo que resta del verano por un laburo increíble, y mamá lo acompaña. Mi hermana piensa que necesita atención psiquiátrica. Mi abuela necesita atención psiquiátrica. Yo necesito atención.
Son demasiadas cosas, demasiados cambios, y todavía no puedo entender qué me genera todo esto, salvo la angustua; pero la angustia es casi una constante, ya ni la cuento.
Son demasiadas cosas, adentro, afuera, y es como si estuviera viendo una película.
Tuve un sueño, hace escasos minutos, en el que Macri era pariente político mio y que me lo quería levantar.
Hubo una escena especialmente cachonda en la que yo me acercaba mucho y le preguntaba si necesitaba algo del supermercado. Él me contestaba al oído "leche chocolatada".