sábado, julio 17, 2010

Me acuerdo perfecto, creo que hasta puedo tirar la fecha y todo. Enero, 13 o 14, de 2008. Era domingo y estábamos en la cocina de casa, cn Nat, tomando jugo de pomelo y leyendo el libro de las lunas de Carutti. La luna en Acuario nos reunió esa tarde y nos tuvo hablando hasta que se empezó a hacer de noche. Y al que no le importe la astrología que deje de leer en este instante.
El señor este dice que si te tocó la luna esta, te jodés. Bueno, no lo dice así, pero más o menos. Acostumbrate al abandono, a que los afectos desaparezcan repentinamente. Que esto genera que cortes vos los vínculos antes de tiempo, si total, tarde o temprano se va a terminar. También dice que es una luna que no sabe sentir sin pensar previamente y que lo que para cualquiera, a nivel emocional, es una brisa, para la luna acuariana es un tornado que se lleva todo puesto.
Con Nat hablamos de nuestras infancias, pubertades y adolescencias; de nuestras familias, romances y amistades. Encontramos puntos en común, relacionamos, analizamos y armamos un plan de acción para poder experimentar esta luna con un poco más de placidez. Nos preparamos un fernet y brindamos por el cosmos. Ese fernet se convirtió en dos, en tres y en mucho más. Cuatro horas después, yo había llenado mi cuarto de velitas y buscaba un marcador para dibujar las paredes. Un marcador. Para escribir las paredes.

"El único refugio es la ausencia de refugio"

Esa frase escribí a los pies de mi cama, y esa frase fue la que lei cada día al levantarme durante tres meses hasta que pintamos toda la casa y terminó cubierta de pintura color cremita.
La gente entraba al cuarto y preguntaba por qué, por qué justamente eso. ¿Y cómo explicales? Preferí convertirlo en una anécdota de borrachera, de tomé mucho fernet y me pintó escribir las paredes. Pero no, no se trató sólo de agarrar un marcador y ponerme a rayar la pared. Fue la necesidad de convencerme de que no me queda otra, tengo que cruzar la línea, tengo que confiar en la absoluta falta de certeza. Saber que esa sensación de desprotección constante es sólo eso, percepción. Que sólo me voy a sentir refugiada cuando entienda es el todo lo que me cobija.

Hace unas semanas escribí esa misma frase en un post-it y lo pegué en el espejo, al lado del alfabeto cirílico. Todos los días práctico la fonética de las letras rusas, todos los días me recuerdo que no hay refugio.

viernes, julio 16, 2010

- Te voy a hacer una pregunta, pero quiero que me respondas lo que de veras pensás, ¿si?
- Claro.
- ¿Vos pensás que alguna vez yo voy a conocer a alguien que me soporte?
- ¡Obvio!
- ¿En serio me decís? No me mientas, eh. Quiero que me digas la verdad.
- ¡Es la verdad! Si vos sos muy buena onda.
- Y tengo tetas, mis tetas son lindas.
- A ver, en lo que va del año ¿a cuantos pibes conociste?
- Ehmm... cinco.. seis... no, cinco. Cinco.
- Bueno, cada cinco semanas tuviste oportunidad de...
- Eso no tiene nada que ver.
- Bueno, en lo que va del año ¿con cuántos pibes que valieran la pena estuviste?
- ¿Tienen que ser todos de este año? ¿Puedo repetir de otros años que también hayan aparecido en el 2010?
- Sólo del 2009.
- Ehmm... ¡Dos!
- ¿Lo contaste a Mengano?
- Uh, no. ¡Tres!

Después ya no me acuerdo qué más nos dijimos. Lo que sí recuerdo es en lo que me quedé pensando yo.
De esos tres pibes que me caían/caen bien y el sexo estuvo/está bueno y no me parecen estúpidos -sino más bien todo lo contrario-, uno tiene novia, otro acababa de salir de una relación de una década -yo no estoy para ser rebote de nadie- y el último no es capaz de contestarme un mail sobre un asunto que no tiene nada que ver con nosotros dos en pelotas.

Voy a prender fuego todo.
A la noche de mierda que había tenido, como era de esperarse, le siguió un día chotísimo. Por eso, cuando salí de la librería decidí que la falta de optimismo, las hormonas y el frío no me iban a arruinar otra velada conmigo misma. En el momento en que llegué a la parada del colectivo, el 141 se acercaba majestuoso y vacío; tomé el suceso como una señal de buen augurio y dormí durante todo el viaje.

Buen augurio las pelotas.

Para las 12 de la noche ya me había tomado dos whiskys, había invitado a un chico de estos que me gustan a mí, bien discapacitado emocional, a comer a mi casa el domingo, me habían dejado plantada y estaba enojadísma con el universo.
Menos mal que tengo a mi amigo y consejero, que me charló por teléfono durante dos horas y me hizo reír lo suficiente como para que me fuera a dormir un poco menos alterada.
Me desperté esta mañana con una resaca asesina y la furia hormonal a flor de piel.
Voy a prender fuego todo.

jueves, julio 15, 2010

Se acaba de inaugurar la temporada Insomnio 2010.
Me desperté a las 4 y cuarto de la mañana pensando en que no me alcanza la plata y que necesito encontrar con urgencia una entrada extra porque si no voy a llegar homeless a la primavera. Claro que todos los pensamientos negativos se intensifican a las 4 y pico de la mañana, más cuando se va notando que ya no son las 4, sino las 5 e incluso las 6. No me voy a quedar sin casa, pero tal vez sí sin comida y, odio tener que decirlo, libros. No quiero ni pensar.
Me habré dormido a las 7, con la mente cansada y las uñas recién pintadas.

martes, julio 13, 2010

Ah, sí pero qué frío, ¿no?
Yo encontré la solución, señores.
Salir del trabajo, pasar por la carnicería y comprar un lindo pedazo de carne de vaca y otro bello pedazo de carne de chancho. Un cacho de panceta ya que estamos. Chorizo no porque nos estamos cuidando. Cruzar a la verdulería, toquetear las paltas, comprar un morrón y unas papas, porque cebolla, ajo y tomate ya hay en casa.
Poner los porotos negros que estaban en la alacena en remojo. Cortar, cortar y cortar -de tanto programa de cocina que he visto me gusta tener todo cortadito de antemano-. A no olvidarse de poner musica y descorchar un buen cabernet para acompañar el proceso. Esperar una horita y volver a la cocina para poner a hervir los porotos.
Dorar la panceta, agregar la carne (¿alguien me puede explicar cómo en algún momento fui vegetariana?) y demás cuestiones y pegar la nariz a la olla. Porque para eso se cocina, señores, para mojar pancitos, tener una excusa para bailar en la cocina -hoy me acompañan Amy Winehouse y Soundgarden, soy re versátil- y oler.
Charlar con nuestra hermana menor y recomendarle que coja, ¿qué importa si el muchacho latino con el que se histerique tiene un hijo en puelto lico y es un pirata bárbaro? Se viene el 2012 y hay que aprovechar. Mientras, servir otra copita de tintito, olvidarse de que una cena en soledad y revolver las carnes y los porotos que ya casi están.
Preparar la harina de mandioca para espolvorear y poner arroz blanco a hervir.
Feijoada para paliar los efectos invernísticos, segunda temporada de Seinfeld para reír sin culpas y chocolate para el postre.
El tipo me dejó el día que empezaba el invierno. ¿Existe algo más cruel que dejar a una novia el mismo puto día que empieza el invierno? Yo ya andaba de tapado y polera, me acuerdo porque salí de la casa hecha una furia y trataba de embocar los brazos en las mangas del abrigo mientras le decía "no me persigas, Tomás, si me vas a perseguir por la calle es porque te dan ganas de agarrarme, pedirme perdón, arreglarnos y todos felices, ¿tenés ganas de agarrarme, pedirme perdón, arreglarnos y todos felices?". Claro que no me contestó, incluso se quedó parado, mirándome; así que yo terminé de ponerme el saco, doblé en Roosevelt para el lado de Cabildo y llamé a Nico, a mi mamá y a Flor, sin poder parar de llorar, sin darme cuenta de que el rimmel se me chorreaba por las mejillas.
Ese fue mi primer invierno viviendo sola -o mejor dicho, lejos de la familia-. No tenía muebles, la cama que usaba era de La Secretaria y me olvidaba siempre de comprar una estufa o caloventor. Y yo solita, en ese cuarto de 2 x 2, con una repisa llena de libros, la ropa todavía en bolsos y recién abandonada. El tipo más lindo y tierno del mundo me había dejado de un día para el otro y yo no tenía ni una estufa. Entraba en calor con cabernet y chocolate; miraba una comedia romántica tras otra para castigarme. La primera semana de julio le pedí muebles a mi mamá; para la segunda, ya tenía caloventor y Nico venía una vez por semana. En agosto me compré el sommier, LlaveInglesa volvió a aparecer después de un año y se mudó Flor. La primavera que le siguió a ese invierno extraño, la del 2007, fue perfecta.

El invierno se sufre en San Ireneo. Ir al baño es una tortura, despertarse con sed en el medio de la noche es trágico, salir de ducharse, un suplicio. Es una casa para primavera y verano, no hay vuelta que darle. Julio y agosto son para acovacharse cada una en su cuarto y salir sólo para lo indispensable.
Hoy cuando tuve que salir de la cama sufrí. Sufrí por el frío, pero más que nada porque, como un deja vu de sentimientos, volví a sentir esa cosa desgarradora de hace tres julios. Eso que me hace pensar que la única constante es la soledad y que más vale que me vaya acostumbrando.
Extrañé levantarme abrazada a alguien, así que opté por estrujar a Plutòn y esperar a que llegue la primavera.

lunes, julio 12, 2010

Me acabo de poner de lo más triste, la puta madre.
Es que se murió Harvey Pekar.
Bueno, eso y que este fin de semana la soledad, más que buena compañera, fue una soga al cuello. Ni hablar de que terminaron las clases y el estudio parece ser lo único que me mantiene en eje.
Que me desbarranco de a poco, eso siento.
Dormí ocho horas. En esas ocho horas tuve tres sueños con introducción, nudo y desenlace. Porque acá se sueña prolijo, nada de andar confundiéndose o saltar de un escenario a otro sin la transición pertinente; a nivel contenido, lo que se te cante, pero si hablamos de forma, orden, yo necesito orden. Tres sueños diferentes con tres tipos diferentes.
En el primero, LlaveInglesa me dejaba plantada; been there. Claro que lo perdonaba; done that. En el segundo negociaba por msn con uno que todavía no conozco. Él quería ir a El Imaginario y yo a La Subasta. Al final terminábamos discutiendo porque yo le avisaba que no iba a dejar que me pagara nada. El tercero fue el más real, con más texturas. Estaba en mi cuarto, metida debajo de las frazadas, apenas entraba luz de afuera y cuando miraba a los pies de la cama veía el contorno de un hombre. Era el tipo este, que es lo más, pero, pequeño detalle, desaparece cuando se le canta. "¿Volvió a aparecer?" me preguntaba yo mientras él me mostraba un collage que me había traído y pegado en la pared. Tenía unas letras enormes que formaban una frase, pero como estábamos en el medio de la penumbra, sólo podía leer una palabra: "paz". Le pedía que se metiera conmigo en la cama, porque afuera hacía frío. Mientras miraba su figura desvestirse me moría de ganas de tocarlo. Evoco la imagen y juro que siento las ganas en las manos. Después, juntos, casi pegados, adivinando los gestos del otro a pesar de la poca luz que entraba y yo que no podía dejar de acariciarle la cara.
Me despertó el timbre del teléfono y después de gruñirle al vendedor de telecentro -me quería ofrecer no sé qué-, me angustié. No había nadie más en mi cama, nadie a quien tocar. En la pared, en vez del collage con la frase misteriosa estaba el cuadro que Flor pintó pensando en Nico y en mí -tengo que sacar ese cuadro con urgencia-. Y las ganas que no se van.

miércoles, julio 07, 2010

Cuenta mi madre -con una cuota de orgullo que nunca terminaré de comprender- que cuando era chiquita y alguien se acercaba a decirme "pero qué linda nena" yo levantaba un dedito y respondía "pero también soy inteligente"; todo el mundo se reía y yo me sentía mil porque qué bien se sentía eso de hacer reír a los demás. Ya un poco más grande, en la primaria, preferí juntarme con los ñoños y nunca llevarle el apunte a las niñas de ojos claros y pelo rubio y sedoso; en los recreos me iba a la biblioteca, porque siempre me costó un poco relacionarme, pero más que nada porque la sola idea de tener que jugar al elástico o ponerme a saltar la soga me hacía sentir náuseas. Entrando en la pubertad lo vi muy claro: yo no era de las nenas lindas, ni siquiera de las simpáticas o las pícaras. Sin embargo, no me alarmé, sino que tomé una decisión y me hice cargo de mi destino: si no iba a ser de las lindas, iba a ser de las copadas. Fue así que atravesé la adolescencia escondiendo el sufrimiento y observando atentamente a mis pares. Fue una época de mierda, pero siempre estaban los rusos para sentirme consolada, que la pasaban peor (gracias, Fedor, gracias, Leon). Y si bien no compartía esa necesidad de andar abrazándome con cualquiera -no hay nadie que se abrace tanto como el adolescente promedio- o de andar armando culebrones con compañeritos de divisón, fui entendiendo cómo venía la mano. Así que cuando me liberé de la educación media, ya tenía más o menos en claro cómo funcionaba la cuestión. Dediqué los años siguientes a la experimentación vincular y la cata de especímenes masculinos de todo tipo. Porque no se pueden sacar conclusiones acertadas sin una muestra representativa.

No soy de las lindas, pero tengo un sentido del humor a prueba de todo y la risa fácil. No soy de las lindas, pero el cosmos me compensó por esto con una delantera generosa. No soy de las lindas, pero soy curiosa y me gusta ver qué hay más allá de los límites. No soy de las lindas, pero después de garchar te puedo contar el argumento de Los Hermanos Karamazov. No soy de las lindas y justamente por eso pongo un esfuerzo extra en todo lo que hago.
No soy de las lindas y si bien a veces me miro en el espejo y me pesa hasta en el alma, en general lo llevo con altura.
No soy de las lindas, y si no ser de las lindas me convirtió en esto que soy hoy... Bueno, me da un poco de vergüenza reconocerlo, así que mejor no digo nada.

martes, julio 06, 2010

"No le luches" le grita Ani a Mischa, la gata, que es una conchuda que le pelea a Plutón sólo cuando nosotras estamos presentes. Como cuando mi hermana se hacía la tonta durante todo el día -pareciendo absolutamente inmune a mis agresiones verbales-, pero cuando llegaba nuestra madre le iba con el cuento de todas las cosas que le había dicho. Ah, porque yo espío a los gatos, y sé que si me quedo en mi cuarto, conviven en paz, pero agarrate si me ven ir para el baño, se cagan a zarpazos.
Esto es todo lo que tengo para decir, amigos. Esto y que acabo de llegar del parcial de latín, muy conforme con mi rendimiento.

Mentira, tengo un montón de cosas para decir, pero no. Ahora no.

Levanto mi vaso de J&B con mucho hielo, sonrío y les digo "salú".

viernes, julio 02, 2010

Llego al aula y me siento, siempre adelante -esto de no usar lentes hace cinco años requiere una serie precauciones a las que ya estoy habituada-. La profesora entrega el parcial. Son hojas en papel fotográfico. ¿Cómo carajo voy a hacer para completar lo que pide en papel fotográfico? es la primera duda que me ataca. Empiezo a leer las hojas del examen y no entiendo un carajo. En la primera pide una interpretación extrañísima de Grimal y en la segunda hay una historieta sobre las Guerras Púnicas, los globitos de diálogo en las viñetas están, obviously, en latín y yo tengo que hacer análisis morfosintáctico y traducir. Realmente no entiendo una goma y me doy cuenta de que me olvidé el diccionario. Invoco a Vox, que el lexicón que tengo en el inconsciente colectivo venga a mí; invoco a Jung, que el espíritu de Virgilio me posea. No pasa nada, no hablo en latín como por arte de magia, la puta madre.
Me levanto y me hago la enferma. La Secretaria me dice "dale, no te hagas" y yo me pongo roja como un tomate. Vuelvo a sentarme y todos entregan con cara de satisfacción.

Me despierto en pánico y tardo cinco minutos en tranquilizarme.
Eso sí, de sentarme y ponerme a estudiar como se debe, ni hablar.
Once años tenía cuando empecé mi primera terapia y duró hasta un poco después de cumplir los trece. Me tomaba el 64 todos los jueves a la salida de la escuela, me bajaba en el Alto Palermo y caminaba hasta el consultorio, a veces me acompañaba mi mamá, pero trataba de evitar que fuera así, estaba segura de que apoyaba la oreja en la pared para poder escuchar mi sesión. El sillón estaba a la derecha de la puerta y en las paredes había colgados muchos cuadros que yo me quedaba mirando cuando no tenía ganas de reaccionar frente a las cosas que me decía y me hacían doler la llaga.
A esa edad yo no tenía en claro muchas cosas. Por qué no le decía "papá" a mi papá; por qué lloraba tanto y nunca le quería contar a nadie las razones de ese llanto; por qué siempre sentía que no alcanzaba, que toda la atención que me daban nunca era suficiente; por qué tanta soledad. A lo largo de esos dos años que duró el tratamiento fuimos desenmarañando de a poco el misterio del quilombo impenetrable que era mi neurosis en plena pubertad; siempre a través del mismo ritual: yo me tiraba en el sillón, me enroscaba el pelo y lloraba a mares durante veinte minutos, después empezaban el juego de preguntas y respuestas, un poco más de llanto y la promesa de tratar de pensar en todo lo charlado durante los siete días siguientes.
Unas vueltas extrañas del destino hicieron que él decidiera dar por terminada la terapia. Por cuestiones de parentezco casi imposibles de enunciar nos íbamos cruzando en reuniones familiares y mi cara de espanto ante todo eso le hizo tomar la decisión. Claro que nos seguimos encontrando, tuve a su hijo en brazos, compartimos tardes de playa, cuando tenía quince años le conté que quería ser psicóloga y hasta me acuerdo de una vez en la que me dijo que no leyera Paulo Coelho después de verme con El Alquimista en las manos. Se convirtió en un pariente lejanísimo pero mucho más cercano que cualquiera que me viera todos los días. Me gustaba la idea de saber que compartíamos un secreto. Ël me saludaba, me agarraba la cara con las dos manos y me miraba muy fijo. "¿Cómo estás, Celeste?", me preguntaba y yo sabía que realmente le interesaba saber, que podía leerme fácilmente, que me conocía.
Se fue a vivir a Córdoba hace varios años y se perdió el contacto hasta que hace seis meses surgió la posibilidad de vernos una vez al mes. No por motivos terapéuticos o familiares, sino de índole... ¿cómo decirlo sin sonar estúpida?...Espiritual.
Cambié el 64 por el 36 y me bajé en Charcas. Entrar después de quince años al consultorio ese me hizo bajar la presión. El sillón, el ventanal, la biblioteca, todo parecía mucho más chico. Volví a la enroscada de pelo, al llanto exagerado y a los porqués sin respuesta. A papá ya le digo "papá", la soledad aprieta pero no ahoga y sigo sintiendo que no alcanza; ahora los problemas importantes son otros. Desde hace seis meses que el primer jueves de cada mes le toco el timbre y pasamos una hora en esa habitación que fue testigo de mi primer enfrentanmiento con mis monstruos. Él me intima a que deje de pensar y yo le revoleo los ojos y le contesto "sí, claro, qué fácil". Después nos despedimos y me agarra la cara mientras me mira fijo. "Cuidate mucho, linda" y yo le digo que sí, y que muchas gracias.
Chupate esa mandarina, transferencia.

miércoles, junio 30, 2010

Fulano (el objeto de mis soliloquios gramaticales, quien, como aprendimos en el post anterior es un hombre interesante, increíble y muy sexual) me dice que soy fácil. Ante mi reacción de pepita-la-pistolera me apacigua con un gesto de la mano y pasa a explicarme. Fácil as in easygoing. Fácil like Sunday morning.
"¿Fácil como una receta de Choly Berreteaga?", pregunto asustada.
"No, tontita, fácil como los huevos estrellados de Francis Mallman", me contesta.
Y yo no sé hacer buenos huevos estrellados, pero sonrío igual.

martes, junio 29, 2010

Tenés que ver cómo conseguir más plata sin emplear demasiado tiempo. Hay que coger más. Hay que coger más con fulano. No hay que coger más con mengano. Berenjenas en escabeche. Ajos confitados. Pimientos en vinagre. El nominativo, si no es el núcleo del sujeto, es predicativo subjetivo. Fulano es un hombre increíble; "un hombre increíble" es el predicativo subjetivo. Gershwin, quiero cantar y escuchar mucho Gershwin. Hay que apagar la luz de la cocina. Hay que pagar la luz. Hay que pagar el gas. Mañana me despierto temprano y estudio. Tarde, tarada, ni siquiera pusiste el despertador. ¿Cómo tardé tanto en empezar a leer Bolaño? ¿Por qué no sacan Alta Fidelidad en versión compactos? ¿Por qué no vivo en España para comprar libros a 9 euros? ¿Dónde voy a meter todos los libros que ya no entran en los estantes? Fulano es un hombre muy interesante; "muy" es un adverbio, un circunstancial. Tengo que sacar turno con el tatuador. Todo lo terrible en mi vida es culpa de la cuadratura Luna-Saturno, nunca va a ser suficiente, no hay Fulano en el mundo que pueda cumplir con las expectativas. Llamá a amigo y consejero apenas te levantes. ¿Qué le vas a regalar a amigo y consejero? Dormí. Dale, dormí. Chocolate con almendras. Cuando me dijo que una palabra como "apoteosis" me define ¿qué me quiso decir realmente el flaco este? Porque yo sí vivo el presente en ciertos momentos. Ciertos momentos equals garchar. Hay que coger más. Fulano es un hombre muy sexual; el verbo "ser" es copulativo. Hay que copular más..

No me para la cabeza.
Necesito vacaciones.

viernes, junio 25, 2010

Soy de libro.
Cuando me gusta mucho alguien, me pongo a buscar recetas para cocinarle a ese alguien.
Ya tengo en mente el ragú de osobuco con risotto y el curry de cordero y pollo de Vic; moussaka -con una mezcla de especias árabes que de tan sólo meter la nariz en el frasco sentís la alfombra mágica debajo de los pies-; y, por supuesto, el súper-power-turbo guiso de lentejas, que si no conquista hasta el labrador, los niños corriendo en el jardín y la cerca blanca, por lo menos me asegura un subidón de ego y repetidas muestras de afecto a lo largo del ágape.
No soy de libro. Soy nieta de mi abuela. Soy hija de mi madre.
A ver si nos entendemos.
Usar el "de que" cuando no corresponde queda horrible, sí. Dios nos libre a todos del dequeísmo.
Pero ojo, mis queridos, que no usarlo cuando sí corresponde es igual de incorrecto.

Entonces:
Antes/después DE que.
Me acordé DE que.
Estamos seguros DE que.
No se dio cuenta DE que.
Estaban convencidos DE que.

¿Estamos?

jueves, junio 24, 2010

"...incluso se sabe la fecha de nacimiento de Virgilio" dice la profesora de latín mientras La Secretaria y yo la pisamos: ¿cuándo? ¿cuándo? ¿qué fecha? El 15 de octubre, libriano. Hacemos caritas de entendidas y seguimos escuchando. El llanto constante de Eneas, el heroísmo contra su voluntad y estas diosas que mueven las tramas y las aguas mediterráneas constantemente porque si no nuestro héroe se queda moqueando al lado de un túmulo y dale, apurate, que Roma no se hizo en un día, querido.
Yo digo que Eneas es de Piscis. Tanto lamento, tanto sacrificio y tanto dejarse llevar por la corriente sin saber bien por qué. La Secre no coincide, para ella es de libra, como el autor. Horas después, debo darle la razón, sólo un libriano puede tener a Venus de su lado y caer tan bien parado después de tanto bardo.
Después fantaseo con un futuro probablemente lejano, conmigo como profesora. Y no lo puedo evitar, yo sólo me imagino enseñando latín.
Uh-ahí-viene-la-de-latín será mi nombre.

sábado, junio 19, 2010

¿Saben que voy a hacer hoy, cómo voy a pasar la noche de sábado?
Voy a inaugurar mi whisky invernal -siempre scotch, nunca bourbon- y me voy a poner Synecdoche New York.
Esto es como lo del gato de Schrödinger, puede salir genial o para el carajo.
Veremos.

Update 01:20 am: Ay, perdón. Perdón por no haber sido correcta mi enunciación de la metáfora del gato de Schrödinger; me había olvidado de que ahora todos somos Sheldon Cooper. La idea era, al mismo tiempo, estúpida y genial. Supongo que nunca sabremos qué podría haber pasado, me quedé dormida después de cenar y ahora me agarró culpa por ser tan irresponsable y me pienso poner a leer la Eneida de una puta vez.
A quién quiero engañar. Yo googleo. Googleo a todo el mundo. Parientes, ex's, potenciales candidatos, amigos. A-todo-el-mundo.
Y ahora, por metida y chusma, me re jodo. Acabo de encontrar un caudal importante de información sobre cierto sujeto. Me re jodo porque lo que encontré me generó tal estado de alteración, que ahora no sé cómo carajo manejarme.
Bah, como si realmente supiera manejarme alguna vez. A quién quiero engañar.
No quería reconocérmelo a mí misma porque no sé lidiar con la desilisión. Pero ya es hora de que lo asuma.
Mi jefe no leyó un carajo. Su universo literario es por demás acotado y no tiene intenciones de ampliarlo. Toda la mística que pudo haber tenido en un principio venir a trabajar a una librería pequeña, desordenada y polvorienta se esfumó cuando empecé a notar que este hombre es muy elocuente y persuasivo a la hora de vender, pero que detrás de eso no hay mucho más.
Digo, hace unas semanas se llevó el último de Dan Brown. Con eso me terminé de convencer.
Igual lo quiero.

jueves, junio 17, 2010

Hace dos meses me robaron el celular. No volví a comprarme otro. Desde hace dos meses que me siento liberada.
Ante cada sonido de mensaje de texto pensaba "¿y si es fulanito?". Pero nunca era fulanito, siempre era Movistar arengándome a que duplique, triplique y mortifique a mis conocidos con infinidad de mensajitos. O peor incluso, mi madre, indagando sobre aspectos de mi vida acerca de los cuales no me gusta profundizar: "Hola, hija. ¿Cómo estás?".
Ahora ya no, ya no más. Se terminó la mirada ansiosa posada sobre el aparato, esperando un llamado que, aunque prometido, nunca llegará. O llegará con dos meses de retraso. Ahora mi mamá no sabe cómo estoy, ni nadie me despierta a las nueve de la mañana para preguntarme si quiero pasarme a un plan con abono. Ahora camino por la calle mirando al frente y no a una pantallita; incluso ya me encontré como tres monedas en la vereda.
Lo único que tengo que solucionar es el tema del despertador.

lunes, junio 14, 2010

A veces los cambios de planes repentinos me caen bien.
Hoy, ya con las llaves en la mano, se me ocurrió llamar a mi mamá para confirmar que me estaba esperando para ir a hacer unos trámites. "Dejá, voy yo sola el miércoles, llueve mucho".
Así que, encamperada y encapuchada como estaba, me fui hasta Rivadavia y me metí en el cine. Kick-Ass y la sala entera para mí. Parece que a la gente no le gusta ir al cine los lunes a las tres de la tarde; mejor para mí, me despatarré y no sufrí por la aparición en pantalla de Nicolas Cage, así de mucho disfruté la peli.
Cuando salí al mundo ya no llovía.

Ahora tengo un goulash en la olla. Tuve una charla imaginaria con el espíritu de mi oma mientras cortaba la carne en cubos. Ella me retaba por pensar que un puré de porotos negros podía ser buena guarnición para la receta que ella siguió a rajatabla durante los setenta años que fue activa cocinera; yo le ofrecía una copa de tempranillo aunque fueran las seis y media de la tarde y le decía que no se preocupara, que el clavo de olor se lo ponía sí o sí; porque con ciertas cosas no-se-jode.
Creo que en dos o tres horitas va a estar listo.

domingo, junio 13, 2010

- Ani me dijo que el miércoles a la noche trajiste a un chico...
- ¿De dónde sacó Ani eso?
- Me dijo que te escuchó.
- No traje a nadie. Era sexo telefónico.


Ahora saco unos papeles picados del bolsillo y los tiro para arriba.
Iupi.

sábado, junio 12, 2010

sa - ... Ah, un celesto.
- ¿Eh?
- Celeste versión masculina.
- ¿Por qué?
- ¿No te das cuenta? Vos ahora sos como Nicolás y él es como eras vos con Nico.
- ...
- Te dice que no le importa si no son algo más que amigos porque lo importante es tenerte cerca, que te quiere en su vida.
-...
- Mientras, vos ni regitrás su existencia.
- ...
- Se pone mal si le hablás de otros tipos pero no lo dice explícitamente.
- No lo puedo creer.
- ...
- Soy Nico.

miércoles, junio 09, 2010

En el medio de un hábito que se estaba volviendo rutina me di cuenta de que lo que estaba haciendo estaba más dominado porla inercia que por un deseo real. Y en ese preciso instante la observación de lo automático me devolvió la libertad. Ya no importa. Lo que necesitaba , decir y saber hace dos semanas, seis días, 36 horas, se había convertido en la nada, la nada misma.
Ya no me interesa. Ya no me mueve hacia ningún lado. Y aunque me alarme este desapego casi inmediato -porque me pongo a resignificarlo todo y a escribir "¿de veras me gustaba tanto?" con el dedito en el aire-, por otro lado sonrío de costado y me doy una palmadita imaginaria en el hombro.
Así como en algún momento no fue una persona sino un concepto de hombre, ahora deviene en eso que nunca más. Un nunca más auténtico, sin deber asociado, sino más bien fluido, orgánico. Mi cuerpo me lo informa, mi cabeza ya ni quiere ocuparse del asunto.
En tiempos de personas normales, un mes suena a demasiado. En tiempos de drama-queen-con-alta-tolerancia-al-fracaso en lo que a hombres ausentes respecta, un mes no es nada.
Es como si estuviera aprendiendo de una vez por todas.

martes, junio 08, 2010

Si bien la idea era renovar por completo el cast, por algún motivo que aún desconozco terminé invitando al chico de ojos increíbles a mi casa a emborracharse. Quizás en mi cabeza albergaba la idea de tomarnos hasta el agua de los floreros y después, beso en mejilla y "qué lindo que seamos amigos", porque ahora que descubrí que puedo ser amiga de los hombres me estoy re copando. Pero no, porque cualquiera que tiene dos dedos de frente se da cuenta instantáneamente de que es imposible salir ilesa después de traer a tu casa a un tipo que ya te vio en pelotas en contadas ocasiones y te dice que va a llevar una botella de tequila. Claro que me avivé 10 segundos tarde, como siempre.
A veces me hago tanto la boluda que hasta yo me lo creo. "Amigos". ¡Ja!

El chico de ojos increíbles siempre me halaga y me trata bien. Incluso una vez me dijo que me quería. ¿Saben cuándo fue la última vez que un muchacho me dijo que me quería? Yo tampoco, ya me olvidé de tanto tiempo que pasó. Claro que no le crei. Tampoco la pavada.

domingo, junio 06, 2010

Masala ahumado, curry picante, "garrapinola" (creo que compré por el nombre nada más, no me cabe mucho la granola), portobellos secos, gírgolas, arroz yamaní, porotos negros, mostaza ahumada, salsa de soja, hamburguesas de trigo burgol, salsa barbacoa y chocoarroces.
Volví del barrio chino en el 55, leyendo una de esas novelitas chotísimas con las que me vengo castigando últimamente. Caminé las cuatro cuadras hasta casa pensando en que iba a hidratar los hongos con un poco de vino, saltar cebolla, agregarle el masala; todo con un poco de arroz que me había sobrado de ayer y qué rico, pero qué rico.
Terminé llorando sobre los portobellos, sobre el arroz, sobre las pastillas de levadura de cerveza, sobre el plato y sobre la almohada. Todo lo lloré, sin saber bien por qué. Capaz porque nunca me respondieron un mail que mandé hace una semana y que pensaba que merecía una contestación al menos breve; o porque me gustaría cocinarle a alguien alguna vez; porque me quiero cambiar de trabajo y no sé bien por dónde empezar; por pasarme la tarde recordando estupideces; por lo inconveniente de mi deseo. Probablemente, por todo eso junto.
Un gran llanto condimentado con especias de India, exquisito, suculento.
Estoy que reviento.

jueves, junio 03, 2010

Este puto corte de luz cayó justo el día en que yo TENÍA que volver a mi casa para bañarme, cambiarme, encremarme, maquillarme y perfumarme, no sin antes ultimar detalles con cierto sujeto que me esperaría con un Johnny Walker pronto a ser abierto y una gran sonrisa.

Edesur, la puta que te parió.
Acaba de entrar a la librería un pibe con el que salí una vez hace como nueve años.

Yo salía de The Roxy, se largó a llover y me invitó a que compartiéramos taxi. Diez minutos después estábamos transando en algún callejón de Chacarita. De borracha, le di el teléfono; en esa época nunca daba el teléfono. Salimos un viernes por Plaza Serrano. El tipo me contaba que era fanático de Kiss y que los había perseguido hasta el hotel durante su estadía en Argentina mientras yo me enrulaba un mechón de pelo y trataba de no quedarme dormida. Intentaba terminar el cbc de medicina desde hacía tres años. Le apasionaba todo lo que tuviera que ver con la segunda guerra mundial; ante mi "ahá" desencantado se atajó. "pero mirá que tengo amigos judíos". Posta, "pero mirá que tengo amigos judíos". Yo no lo podía creer y se me abrieron muy grandes los ojos, el único signo de vitalidad que emití esa noche. A los cinco minutos miré mi reloj imaginario y le dije que me tenía que ir. Mientras me paraba y sacaba el morral colgado de la mesa me preguntó si quería que me acompañara a casa. Tenía 19 años y mi diplomacia era inexistente.

- Dale, ¿cómo te vas a volver sola a tu casa? Es tarde.
- Todo bien, me tomo un taxi. Si no hay onda, ¿para qué te voy a hacer acompañarme hasta mi casa?
- ¿No hay onda?
- Ehmmm... no. ¡Suerte, eh!

Ya treintañero, con cara de buena onda pero bastante banana, me preguntó por un policial que estaba en la vidriera. Le mostré el libro, le dije el precio y mientras me miraba con cara de a-vos-te-conozco-de-algún-lado, yo puse cara de nada.
Estoy casi segura de que a último momento se acordó; a punto de abrir la puerta hubo un cambio en su expresión, pero parece que él también decidió hacerse el boludo.

miércoles, junio 02, 2010

Cuando terminé de ver Super Size Me -hace unos cuantos años ya- lo primero que hice fue ir y devorar un cuarto de libra con queso.

Ayer a la madrugada terminé una novela chota sobre adictos al sexo.
No puedo explicar el estado en el que quedé. En realidad sí puedo, pero no tengo ganas de ponerme a contar.

Ojalá esto se arreglara con un whooper.

martes, junio 01, 2010

El problema era que siempre otorgaba el beneficio de la duda.
Hoy, me saco un conflicto de encima. No más dudas.
No hay dudas de que soy una boluda. No hay dudas de que me han pelotudeado de lo lindo.

Y hasta cierto punto, es un alivio.

domingo, mayo 30, 2010

En la primera clase del curso introductorio del profesorado nos hicieron escribir un texto que hiciera alusión a alguna situación que nos hubiera llevado a estar sentados en esa silla, queriendo ser docentes, queriendo enseñar literatura. No necesité pensarlo mucho.
A los once años me enamoré de un libro. Había una colección de libros españoles en la biblioteca del colegio. Tenían la tapa color maíz y la traducción era de esas que ahora me resultan un poco molestas pero que en ese momento ni registraba. Me llevé el librito este, de una escritora alemana, a mi casa un viernes. El domingo a la tarde lo había terminado, después de haber pasado por todos los estados posibles.
Fue en ese fin de semana que surgió el ritual, un acto que se repite cada vez que una lectura me llega y me completa. Pasó con Yo que he servido al rey de Inglaterra de Hrabal, pasó con Océano mar de Baricco, también con El maestro y Margarita de Bulgakov; pero nunca tan intenso como con Tengo miedo torero, de Pedro Lemebel: el amor más kitsch, comprometido y adornado. Lloré durante horas por esa mariquita llena de puntillas, flores; por el guerrillero de corazón enorme que tal vez sí, pero no. Después, devolvérselo a Nat con eterno agradecimiento y despedirlo con un pañuelito blanco, como enamorada en estación de tren.

El libro debajo de la almohada. Tenerlo cerca durante un par de noches. No querer despegarme de la sensación. La fuerza del objeto.

Por eso cuando ayer a la tarde Ita sacó el libro del chileno de su biblioteca y me lo dio, me lo regaló, un escalofrío me recorrió el cuerpo. La fuerza del objeto.
Llega en el momento justo. Cuando siento que la transición me parte en dos. Cuando ya no más tengo miedo, torero sino tengo miedo torero*.



(*) El valor de una coma, cosa de no creer, eh.

viernes, mayo 28, 2010

No pasa casi nunca, pero muy de vez en cuando caigo en un blog y tengo la certeza de que quien lo escribe me gustaría. Va más allá de que me guste el blog, de si el tipo escribe más o menos bien o no. Se me dispara una fantasía y devoro archivos para alimentarla. A veces me dan ganas de mandar un mail, pero no lo hago; ni siquiera dejo comentarios. Debe ser un poco porque soy tímida y otro poco porque me gusta espiar sin ser notada. Espío y fantaseo.
Igual, con el voyeurismo no alcanza, eventualmente me entra la curiosidad y averiguo. Porque, es necesario que se sepa. no hay que ser una blogger popular para estar bien contactada y enterarse de las cosas. Y, lamentablemente, en este tipo de situaciones, lo peor es enterarse de ciertas cosas.
Si fuera de esas chicas etéreas que tienen el pelo lacio y finito podría quedarme en mi rol de voyeur, pero no, tengo alma de señora con ruleros, chusmeo, averiguo y acá me tienen, con el globo pinchado.

Ah, vos no te preocupes. Vos tampoco, eh. Que yo pregunto pero nunca cuento. Chusma sí, boluda no.

jueves, mayo 27, 2010

Si bien durante durante la mitad del año me pongo la camiseta de NO AL MELODRAMA, activo mi radar interno de histeria, anulando cualquier intento de goce a través del síntoma o la manipulación, y llevo una militancia activa contra el síndrome que sufrimos todas aquellas que nos criamos con las novelas de Andrea del Boca y Cris Morena -aunque estoy casi segura de que fue Dawson's Creek lo que me dejo mal para el resto de la cosecha-, soy conciente de que los seis meses restantes soy una auténtica estúpida que traga cantidades industriales de comedias románticas y se mete en historias estériles, retorcidas y catalizadoras de llantos tan injustificados como efusivos.
Venía relativamente bien. Con paso firme, la cabeza en alto y las ideas claras. Sin querer llearme todo por delante, pensando pero también sintiendo. Vamos, que estaba más o menos estable y muy feliz por eso. Hasta que se me activó el gen de quinceañera. Y ojo, eh, que el gen de quinceañera no es lo mismo que el gen minita, es mil veces peor. El gen quinceañera hace que una dibuje corazones al lado del nombre del chico que nos gusta; el gen minita te hace tomarte unos daiquiris, encamarte con alguno y después echarle la culpa al alcohol. El gen quinceañera te hace llamar y cortar cuando el chabón te atiende; el gen minita te hace mandarle un sms medio porno a un flaco que sabés que no te quiere ni ver, para después poder enviarle sin culpa maldiciones a toda la raza masculina cuando no se reciba respuesta alguna del otro lado. Bueno, no, el gen minita es peor. Los corazones y cortar el teléfono son absolutamente inofensivos.
Ayer llegué al límite del quinceañerismo. Podría hacer un relato detallado, pero realmente me da vergüenza. Solamente voy a decir que me metí en un myspace para maquinarme escuchando "su música", le quemé el cerebro a Lau que me dio los mejores consejos del mundo y... BUSQUE UN NÜMERO EN LA GUÏA DE TELÉFONO. ¿Hay algo más 1997 que buscr un número en la guía de teléfonos?
Me voy a estrangular y vuelvo.

miércoles, mayo 26, 2010

En el principio del principio, el tipo se quejaba, decía que las mujeres éramos todas unas rompebolas que nos quejábamos por ser tratadas por ser sólo un par de tetas. Yo me reía y acompañaba la risa con la sensación de que hay algo en los virginianos misóginos que me atrae de manera enferma. Le tuve que explicar que no, que sí soy minita, pero que quejarme por ser sólo un par de tetas, nunca, eso nunca.
Después entendí todo. El tipo no había usado una frase al azar. El tipo dijo "se quejan de que sólo son un par de tetas" porque su obsesión con las gomas es algo que yo nunca hubiera imaginado posible y que probablmente puso incómoda a más de una. Pero fetiche, eh, no exagero. Estoy hablando de una fascinación inquietante, de un deseo irrefrenable, una pasión desbordada. Me sentí halagada, porque es de conocimiento público que soy una tetacéntrica, y hasta imaginé un futuro juntos, en el que él halagaría mi pechera hasta hacernos viejitos y desdentados. Pero mi euforia creció a razón inversa de su manía por mi escote y terminó por agotarse después de unos ruegos muy penosos en los que me pidió por favor -dijo "por favor", es una cosa de no creer- de vernos, o de ver mis tetas, que para él era más o menos lo mismo.
Así fue como llegó el momento en el que le tuve que decir que no, que yo no era sólo un par de tetas; claro que sin usar esas palabras, me inventé unos dolores un día, unos malhumores otro y la cuestión quedó suspendida en la nada desde marzo hasta hace unos días.
Y qué sacada andaré que casi le digo que sí al loco de las gomas cuando me invitó con un combo irresistible -al menos para él-: ir a una jam -él a tocar, yo a cantar-. para después pasar por su casa y deleitarnos con los placeres que puede proporcionar mi delantera. Casi que casi.
Por ahora.

viernes, mayo 21, 2010

El deseo urge y me convierto en un auténtico peligro. En un peligro para mí, eso primero; y en un peligro para todo aquel que se me acerque con la guardia baja. Si me ven por ahí, guarda, mejor esquivarme, o no, todo depende de qué se esté buscando. Si pudiera elegir, elegiría, eso está claro. Pero esta vez apunté mal. Los signos de aire se me escapan, o flotan por encima de mi cabeza, plantando ideas y nada más. Si pudiera elegir, agarraría al libriano de sonrisa que derrite y que con dos palabritas, pumba, me tiene de rodillas. O al geminiano que me hace acordar a McGyver y que me deja sin palabras. Pero no. Cuando no se puede, no se puede, hay que arremangarse y salir a ver qué pasa por ahí. Y hoy, hoy es el día. Porque después, una casita en el Tigre con Genève, Cedric y Alejo, tres libros, las flores recién cosechadas, una cantidad monstruosa de comida y mucha calma.
Los leo al regreso.
Sean felices.

jueves, mayo 20, 2010

- Yo realmente creo que sos muy atractivo. Va más allá de que seas medio freak.
- Eso pensás porque vos estás medio rota. Yo no le puedo gustar a ninguna mina normal. Tampoco me puede gustar a mí ninguna mina normal. Por eso las cosas están como están.

Y yo me reí, a pura carcajada me reí, porque lo dice de una manera tan graciosa que forma le gana a contenido y medio que no registro que me está metiendo en la gran bolsa de neuróticos incurables en la que va acumulando amistades, minitas y, bueno, cosas como yo, que, como de costumbre, soy una especie de híbrido entre unos polvos inolvidables y confidencias a la madrugada.
Después de la risa lo pienso un poco y tal vez tenga razón; por lo menos en lo que respecta a él, lo que me conquistó desde un principio, cuando tenía tiernos veinte años y todavía creía que iba a ser una brillante psicoanalista, fue esa pinta de loco manso que hacía lo que se le venía en gana cuando se le venía en gana, todo siempre acompañado de un look impecablemente desalineado y ese pelo de largo grunge y suavidad perfumada.
Su presencia lo abarca todo y se convierte en ese que precedió a todos, en casi todo. Brindo por su anormalidad, por la mía. Lo enmarco y lo cuelgo de una pared. El primero que me hizo acabar, el primero que me hizo hablar, el primero que me respetó, el primero que entendió.
El primero del que no me arrepiento en absoluto.

miércoles, mayo 19, 2010

Como el lunes estaba de relativo buen humor, no me convertí en Medusa cuando una quinceañera vino a pedirme La Vara, de Moliera (sic) y Bolas de Sangre, de García Orca (oh, my, sic) (sick). Fue al final del día, sabía que después me iba a tomar unas cervezas con gente linda así que no pasó de ser una más de las burradas de los pibitos estos palermistas.
Pero. Ay, siempre hay un pero. Hoy me levanté llorando y enojada. Enojada con mi madre por no querer saber qué es de mi vida, con mi padre por nunca ser capaz de levantar el puto tubo del teléfono para saludarme, con mi jefe por pagarme chirolas, con un muchacho por tratarme decentemente y después desaparecer, con telefónica por despertarme a las once de la mañana, con el mundo por ser mundo. Y mientras hacía ejercicios de respiración para no largarme a moquear en el medio de la librería vino un muchachito en su uniforme azul y gris a pedirme "1834". Le entregué 1984 con desprecio y una cara muy particular que suelo poner cuando estoy de estos humores tan poco amenos y que un día de estos va a hacer que alguien me pegue un bife por ser tan asquerosita, estoy segurísima.
Estoy ahí, al borde. No sé al borde de qué, pero se presiente el límite.
Que no me busquen.
En serio, que no me busquen.
El regreso académico se cristalizó en forma de nota. 9 (nueve).

Eso sí, la alegría se terminó de completar con el gran 10 (diez) de La Secretaria, que se puso toda colorada.

Un aplauso para La Secre, que se estudió todo.
Y bueno, uno para mí también, que me encanta que me aplaudan.

martes, mayo 18, 2010

Uy, ¿saben qué?
Tengo las tetas llenas de esta infatuación que tiene todo el mundo por los cupcakes.
Y de repente, lidiar con la ansiedad. Hacerme cargo de todas las cosas que vine diciendo durante el último tiempo.
Respiro.
Cuento hasta diez.
Y me voy a dormir.

lunes, mayo 17, 2010

- Ay, soy una pelotudaaaaa. No sé por qué estoy llorando. Buaaaaa.
- Peeero, no. Lo estás sacando afuera. Está bien.
- Pero ni sé por qué estoy llorando, boluda. Jajajabuaaaajajajbuaaa.
- Te estás permitiendo otra cosa. Estás evolucionando. ¡Sos el homo novus!
- Buaaaaaaa. No, soy una marmota. Jajajaja. ¿Ves? No sé si me estoy riendo o llorando. Estoy podrida de las hormonas.
- Pero más allá de las hormonas. Que llores, que digas las cosas que estabas diciendo... es todo parte de un cambio re grande, nena. ¡Homo novus!
- Novus: nominativo singular de la segunda declinación. Novus, nove, novum, novi, novo, novo.
- Aunque hay cosas que nunca cambian.

sábado, mayo 15, 2010

Días como hoy siento que los ojos se me hacen más grandes, más marrones, más expresivos. Porque estoy un poco triste, un poco hormonal y como no me sale decirlo, comunico con los ojos. Entonces miro desde abajo, bajando el mentón y apuntando hacia arriba la mirada; asiento mucho y cuando hablo meto mucha mano, mucho gesto.

No tuve mejor idea que elegir uno de Murakami como compañía en esta tarde. Justo Murakami, con todo lo que me hacen angustiar los japoneses occidentalizados. Si apelo a la memoria emocional puedo hasta llorar de sólo recordar todo lo que me produjo Amrita, de Yoshimoto; un llanto sin razón, de pura angustia, de no me alcanza el alma para poder entender estas cosas que me querés decir, Banana.

Ahora lloro también, mientras me escondo detrás de la pc para que el jefe no me vea.
Un llanto sin causa, sin razón aparente. Porque sí, porque hay demasiada emoción dando vueltas últimamente; mucho detonante. Y me pregunto si realmente todo se trata de esto, de sentirlo todo de esta manera tan intensa, que me parte al medio, me atraviesa. Como si me estuviese conduciendo a mí misma hacia el más absoluto desastre, a una colisión entre decenas de variables que hasta ahora habían ido, muy panchas, por carriles diferentes. La autopista de mi mente es ancha, muy ancha.

Me gustaría que alguien me mirara a los ojos hoy. Hoy es el día.

viernes, mayo 14, 2010

Tengo contactos en el msn a los que solo les hablo cuando me falta un rato para irme del trabajo y ya no sé qué hacer para no quedarme dormida en el escritorio. Es el último escalón antes de pasar al tebloqueo-telimino.
No me siento mal al respecto. Es una cuestión de dinámica de relaciones, esta gente cumple ese rol, ellos me tendrán algún papel desginado en su vida cibernética.
Sin culpa, mantengo breves e intrascendentes conversaciones, hasta que a las ocho de la noche cierro con un "uh, ya se hizo la hora, suerte, un beso". Y me voy a tomar el 36.
- Bueno, bien. Se están viendo.
- No no, Dedé, "se están" no. Eso es tiempo presente. Implica hábito. Acá aplicaría un pretérito perfecto. "Se vieron". "Se vieron un día". "Se vieron otro día". No hay una rutina como para hablar de tiempo presente.
- ...
- Para que hablemos con propiedad.
- ...
- No, bueno, eso. Todo bien.

jueves, mayo 13, 2010

Si estás mal de salud, comete un churrasco. Si estás mal de ánimo, comete unas tortas fritas. Y si andás llorando por amor, jodete, sos una boluda, nadie que te hace llorar te merece, no sé qué estás haciendo, gastando lágrimas al pedo. Esa es la filosofía de mi abuela. Asi crió a mi madre. Así crecí yo, convencida de que una entrañita era capaz de hacer desaparecer una contractura, ocultando lágrimas o disfrazándolas de fracasos escolares o dolores de panza -sólo si estaba dispuesta a aceptar el remedio vacuno- con tal de no sentirme una tarada por andar llorando por andá a saber cuál pendejito que me tenía a mal traer.
Fue difícil hacer malabares con esos dos universos: el de la nena/púber/adolescente que sólo tenía tiempo para el estudio y actividades extracurriculares y el de la susanita incorregible que iba suspirando por todos los fulanitos que le quitaban una sonrisa. Qué digo, no fue difícil, fue imposible. No pude con eso, no me salió. Mi mente fue ganando terreno, conquistando espacios, volviéndose cada vez más hábil. Y mi pequeña susanita quedó rezagada en un rincón, juntando lágrimas en frascos, fantaseando matrimonios, sin que nadie la escuchara; a veces una guardia se baja y sale a la superficie, entonces guardo boletos de colectivo y envoltorios de chocolates, escribo párrafos cursis en mis cuadernitos y libretitas, y hago el jueguito ese en el que se escribe el nombre de los dos para sacar un porcentaje de no sé qué -sí, he hecho el jueguito ese con 25 años, me la banco-. Hasta ahí la dejo ir, después de eso, esquivar miradas, ponerme colorada y enarbolar teorías acuarianas de poligamia y desapego.
Justo en el medio, entre mi cabeza -porque estoy convencida de que a veces se convierte en una entidad independiente, casi ajena- y susanita, estoy yo. Yo, que siento todo, tanto, tan intenso y no sé cómo manejarlo. Que me desmorono si me corren el pelo de la cara con un poco más de delicadeza que lo habitual, porque recién a esta altura del partido me permito disfrutar de la dulzura. Que quiero, que realmente quiero, pero a veces no puedo.
Lloro, sin juntar nada en frasquitos. Tampoco me castigo.
Ni me como una torta frita. Ni nada.

martes, mayo 11, 2010

Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo

El presente proyecto fue presentado en la Cámara de Diputados/as por las organizaciones integrantes de la "Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito" el 16 de marzo de 2010. Es objetivo de los/as firmantes que el mismo adquiera estado parlamentario para darle tratamiento junto con las demás iniciativas referidas a esta temática.

Artículo 1º: Toda mujer tiene derecho a decidir la interrupción voluntaria de su embarazo durante las primeras doce semanas del proceso gestacional.

Artículo 2º: Toda mujer tiene derecho a acceder a la realización de la práctica del aborto en los servicios del sistema de salud, en las condiciones que determina la presente ley.

Artículo 3º: Fuera del plazo establecido en el art 1º toda mujer tiene derecho a decidir la interrupción del embarazo en los siguientes casos:
a) Si el embarazo fuera producto de una violación, acreditada con denuncia judicial o policial o formulada en un servicio de salud.
b) Si estuviera en riesgo la salud o la vida de la mujer.
c) Si existieran malformaciones fetales graves.

Artículo 4º: Previamente a la realización del aborto en los casos previstos en la presente ley, se requerirá el consentimiento informado de la mujer expresado por escrito.

Artículo 5º: Los servicios de salud del sistema público garantizarán el acceso gratuito a las prestaciones mencionadas en los arts. 1º y 3º y los de la seguridad social de salud y de los sistemas privados las incorporarán a sus coberturas en igualdad de condiciones con sus otras prestaciones. Asimismo deberán garantizar en forma permanente las prestaciones enunciadas en la presente ley, incluyendo el personal de salud, instalaciones e insumos requeridos.

Artículo 6º: Aquellos médicos/as y demás personal de salud que manifiesten objeción de conciencia para intervenir en los actos médicos a que hace referencia esta ley, deberán hacerlo saber a las autoridades de los establecimientos a los que pertenezcan dentro del plazo de treinta días corridos contados a partir de la promulgación de la presente ley. Quienes ingresen posteriormente podrán manifestar su objeción de conciencia en el momento en que comiencen a prestar servicio. Los/as profesionales que no hayan expresado objeción en los términos establecidos no podrán negarse a efectuar las intervenciones. En todos los casos la autoridad responsable del servicio de salud deberá garantizar la realización de la práctica.

Artículo 7º: Las prácticas profesionales establecidas en la presente ley se efectivizarán sin ninguna autorización judicial previa.

Artículo 8º: En caso de que la interrupción del embarazo deba practicarse a una mujer de menos de catorce años se requerirá el asentimiento de al menos uno de sus representantes legales, o en su ausencia o inexistencia de su guardador de hecho. En todos los casos la niña deberá ser oída y frente a cualquier otro interés se considerará primordial la satisfacción del interés superior de la niña en el pleno goce de sus derechos y garantías consagrados en la Convención Internacional de los Derechos del Niño (Ley 23.849).

Artículo 9º: Si se tratara de una mujer declarada incapaz en juicio se requerirá el consentimiento informado de su representante legal.

Artículo 10º: Derogase el Art. 85 inc. 2 del Código Penal de la Nación.

Artículo 11º: Deróganse los Arts. 86 y 88 del Código Penal de la Nación.

Artículo 12º: De forma.

Firmantes: Juliana Di Tullio (FPV), María luisa Storani (UCR), Miguel Barrios (PS), Cecilia Merchan (Libres del SUR), Marcela Rodríguez (CC), Héctor Álvaro (FPV), Adela Segarra (FPV), (SI)lvia Storni (UCR), Nélida Belois (Proy. progre(SI)sta), Claudio Lozano (SUR), Fabián Peralta (GEN), Verónica Benas (SI), Fernanda Gil Lozano (CC), Lisandro Viale (PS), Mónica Fein (PS), Alicia Ciciliani (PS), Liliana Parada (SUR), María Josefa Areta (Frente de todos), Adriana Puiggrós (FPV), Néstor Hugo Castañón (UCR), Horacio Alcuaz (GEN), Victoria Donda Pérez (Libres del SUR), Gerardo Milman (GEN), Silvana Giudici (UCR), Fernanda Reyes (CC), Hector Recalde (FPV), Martín Sabatella (NEPyS), Vilma Ibarra (NEPyS), Carlos Heller (NEPyS), Ricardo Cu(CC)ovillo (PS), Roy Cortina (PS), Jorge Rivas (NEPyS), Ariel Basteiro (NEPyS), Adriana García (Peronismo federal), Lorena Rossi (Peronismo federal), Laura Alonso (PRO), Remo Carlota (FPV), Hector Perié (FPV), María Elena Chieno (FPV), Graciela Iturraspe (Sur), Carlos M. Comi (CC).

PROYECTO DE LEY Iniciado: Diputados Expediente: 0998-D-2010. Publicado en: Trámite Parlamentario nº 15 Fecha: 16/03/2010

Si apoyás que el proyecto de Ley de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito se trate y apruebe en el Congreso de la Nación Argentina
Firmá acá

lunes, mayo 10, 2010

En Mayo:

- Aprobar el primer parcial de latín.
- Ir a buscar la estufa que compré hace una eternidad en Mercado Libre.
- No morir congelada.
- Ir a tatuarme; esta vez creo que les llega el turno a Venus y Plutón.
- Pasar el fin de semana bicentenario en alguna casita del delta del Tigre con amigas.
- Intentar no enojarme con Dedé por seguir con ese novio malo y choto que tiene.
- Feijoada.
- Seguir así, que las cosas van muy bien.

sábado, mayo 08, 2010

La señora entra con cara de asco y me pide alguna novela que no sea muy conflictiva, pero sí entretenida, y buena, tiene que ser buena. Compara a Almudena Grandes con Ruiz Zafón y yo ya no sé qué es lo que quiere leer esta mujer, qué criterio habita su mente, así que agarro de la vidriera unos cuantos y se los pongo sobre la mesa. Pregunta quién es Claudia Piñeiro y le comento que es la autora de Las Viudas de los Jueves; en ese momento a la vieja se le transforma la cara, una mueca de burla la deforma.

- ¿Pero de qué trata este?
- Es un policial -que le hacen leer a los pibes en segundo año del secundario, olvidé decirle-.
- No habla de los desaparecidos ¿no?
- Ehmmm... no, no habla de los desaparecidos -arriesgué sin conocimiento de causa-.
- Porque la literatura argentina es tan monotemática...
- ¿A qué se refiere?
- A que todos hablan de la época de la dictadura.
- No... es realidad no. Hay mucho, y de todo.
- Ay, nena, sí, todos piensan que los desaparecidos son tema obligado.
- ... -cara de póker-.
- Ya cansa.
- ... -no soy tan buena jugadora, vieja chota, no me busque-.
- ¿No te parece?
- No. Creo que todavía me cansa que Hollywood siga lucrando con el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial...

Ahí vino mi jefe a interrumpirme y poner paz, ya me venía relojeando desde que la vieja provocadora había pisado el local. Él, tan sagitariano, es el as de la diplomacia, salvo cuando le hablan de Perón, ahí se enciende y escupe su discurso gorilón de palermitano vitalicio. Igual, hacemos una buena dupla.
La vieja de mierda se llevó el de Piñeiro y se asoció a la biblioteca circulante. Quedó enamorada de mi jefe y se fue con una sonrisa enorme. Yo me vine a mi compu a escribir este post.
Por ejemplo el caso de mi sobrino... que tiene treintaypico y, pobre, como no estudió ninguna carrera no consigue trabajo de nada. Es una pena, porque los padres son profesionales, pero no sé por qué no lo presionaron un poco más. El muchacho siempre fue medio raro. Tuvo un hijo a los 17 años, y se separó... y me acuerdo que cuando era adolescente el padre lo había anotado en rugby pero al final abandonó y se empezó a juntar con una barrita que parece que le daba a la yerba, por suerte tenía otros amigos que no andaban en eso y lo apartaron de la droga. Ah, y después se hizo rastas... Para mí que es porque es adoptado, por eso todo tan desastroso.

Mis queridos y queridas, les presento a mi jefe.

Keywords: barrita, yerba, rastas

No me le rei en la cara porque es un señor mayor y yo soy una chica muy respetuoisa.

viernes, mayo 07, 2010

Divina la librera, que describe las ilustraciones de ciertos libros infantiles como viajes de ácido (sic) ante la anonadada mirada de la madre que, aunque joven y canchera, nota un cierto exceso de efusividad en la rulienta vendedora y se incomoda.

Nunca me dejen a cargo a sus hijos.

miércoles, mayo 05, 2010

Cuando llegué a casa después de cursar, avisé que no iba a ensayar porque la garganta se me está enfermando, me preparé un bife, una ensalada con muchas semillas y espanté a Plutón mientras comía, quería tirarse encima del plato sin escuchar razones. Y mientras disfrutaba de mi sobremesa en soledad mirando un capítulo de In Treatment, fui quedándome dormida, muy de a poco; luchando contra el sueño, eran las diez de la noche y siempre se corre peligro de despertar a las dos de la mañana con todas las pilas, fui cayendo en esa nebulosa pre-onírica que dispara imágenes sin sentido. Esta vez, repetición de escena sucedida hace apenas horas.
Estaba yo entonces en esa cama ajena, en la más completa oscuridad, con música -¿clásica?- de fondo y muy satisfecha, muy contenta. Una mano apoyada en su barba, entre acariciando y rascando. De repente, más cercanía y casi que podía ver sus ojos abiertos. La respiración que se iba agitando cada vez más y ganas, muchas ganas. Un deseo que se me desbordaba, que no me dejaba quitarle las manos de encima.
Tan perfecta había sido en su versión original, que cuando se iba repitiendo mientras caía por ese túnel que lleva directo al sueño profundo, me hizo revivir cada sensación. Mientras sentia la electricidad subiéndome por la espalda pensé que era necesario escribirlo. Que ponerlo en palabras de alguna manera ayudaría en algo. No sé para qué.
Y ahora que hice el intento, con las imágenes nítidas a la altura de la frente, no me sale. Ni quiero que salga.
Me lo guardo para mí.

martes, mayo 04, 2010

Aries hace como que escucha, asiente, sonríe pero no emite opinión, está muy entretenido mirando el escote. Tauro desconfía, pero en ningún momento falta el respeto o desvaloriza. Géminis revolea los ojos y hace algún chiste para no caer en ningún tipo de debate. Cáncer presta atención, asimila y reflexiona. Leo lo convierte en un cuestionario acerca de sus propias cualidades solares. Virgo toma distancia, presenta su powerpoint mental refutador y hace que una quiera alejarse lo más posible. Libra se maravilla y le brinda al asunto un aura etérea, color pastel. A Escorpio se le escapa la curiosidad por los ojos, pero también se incomoda, se siente controlado, vigilado. Sagitario se ceba, pide más información, pide guía, pide clases, se entusiasma. Capricornio cuestiona, procesa, evalúa y no compra. Acuario integra y propone. Piscis inclina la cabeza mientras piensa en cualquier otra cosa.

Porque en algún momento, no puedo aguantarlo más y saco el tema.
Cel y la astrología, cuestión que allana o lleva posibles romances al mismísimo tacho.

lunes, mayo 03, 2010

Después de mucho tiempo me vengo a dar cuenta de que no soy la misma. La torpeza, la timidez, el temblequeo y la manipulación ya casi que no están. Y si bien sigo siendo bastante inexperta e ineficaz en esto de "el juego", y me rompe las pelotas el código tácito de las señoritas-medidas-que-se-saben-manejar, no soy la misma.
Me tomé más de dos años para esto y, por fin, veo los resultados. Unos cuantos meses para terminar con una relación ya irremontable. Otros tantos para no querer que me toquen ni un pelo. Y un período de transición en el que me reencontré con mi parte más divertida y descomprometida. Y ahora, ahora esto.
Ya no soy la misma. Qué lindo. Qué alivio.

jueves, abril 29, 2010

Me bajé del 26 todavía cagándome de risa por el de Philip Roth que vengo leyendo desde hace unos días, pero para cuando estaba a un par de cuadras de casa me había olvidado del lamento de Portnoy, las obsesiones y las madres judías. Mientras caminaba ligero para llegar lo antes posible, pensaba. Pensaba que, una vez más, me encuentro en esta situación de tener alrededor a estos hombres que me hacen bien en millones de sentidos pero que no dejan de ser inaccesibles de un modo u otro. Y además de pensar, una sensación muy linda en el cuerpo, especialmente en el pecho; ganas de abrazar, de agradecer, de estar, realmente estar. Abrí la puerta de casa, dejé las cosas tiradas por ahí y me senté en la cama, mirando el folleto del delivery totalmente ausente; toda esa calidez que me recorría el cuerpo minutos antes se transformó en inquietud. ¿Y si nunca me puede pasar esto que me pasa con alguien que esté realmente disponible? ¿Y si todo es una estrategia mía para sentirme cercana a alguien sin tener que hacerme cargo de todas las consecuencias de una relación? ¿Por qué siempre me engancho en estos vínculos? ¿Será que no estoy diseñada para tener una relación normal? ¿Qué quiero comer? ¿filet o suprema de pollo? ¿papas españolas o ensalada de zanahoria y tomate?
Después de comer, el malestar se acentuó y cuando estaba a punto de caer en la victimización, la situación se dio vuelta como un panqueue y al rato estaba tapándome la boca para no despertar a Ani con las carcajadas. A las cuatro de la mañana, la satisfacción se había reinstalado por completo.
Ël sigue, después de tantos años, causándome el mismo efecto. Admiración, ternura y deseo.
Y yo, yo sigo contenta.

martes, abril 27, 2010

- Dale, marmota, te hablo en serio.
- Yo también te hablo en serio. Aprovechemos un día que no esté mi jefe, a la siesta.
- Pero yo te estaba hablando de otra cosa.
- Sí, y ya te dije que todo bien, que te lo conseguía al libro. Ahora vayamos a lo interesante.
- ¿Vos te das cuenta?
- ¿De qué?
- De lo que hacés.
- ¿Qué hago?
- Siempre llevás todo al mismo lugar, lo volvés sexual, con mi ayuda, obvio. Y a mí me encantás, y me encanta que te puedas soltar conmigo, que te lo permitas, pero me da la sensación de que estamos siendo medio boludos.
- ¿Por qué boludos?
- Porque nos elegimos unos disfraces que nos quedan chicos.
- Desarrolle que me interesa.
- Eso, que vos te comiste un personaje de la más putita y te queda re lindo, pero todos sabemos que hay màs. Y yo agarré el de más pija del condado, y de vuelta, todos sabemos que hay más. ¿Por qué no aprovechar... nos? ¿Por qué no podemos hablar más de cosas interesantes, o de boludeces, como hacíamos antes? ¿Qué pasó en el medio? Ni vos te volviste idiota ni yo un obtuso, todo lo contrario, tu vida es más interesante que hace unos años, yo estoy bastante más del moño que hace unos años; deberíamos poder comunicarnos sin tener que usar la palabra pija o teta cada dos frases.
- Wow.
- Sí, acabé con la magia. Teta, pija, coger, leche. Digo, para equilibrar.
- Te quiero, boludo.
- Yo a vos, marmota.
-¿No es muy loco que haya aparecido el flaco este en este momento?
-Sí, la verdad es que sí.
-Es como que cayó justo.
-Es tu ángel de la garcha.
-...
-Todas tenemos un ángel de la garcha. Ese chabón que aparece siempre que tu vida romántica se va al tacho. Después desaparece hasta que algún otro imbécil te deja sin suelo debajo de los pies.

sábado, abril 24, 2010

Tan contenta estaba yo por poder ir a la barra y no pagar nada ("¿ay, pero para mí que canté no hay descuento? "+ barman pajero) que no hubo momento en el que no tuviera las manos ocupadas con un fernet, una cerveza o un cuba libre.

Así me fue.
Sin darme cuenta de que estaba siendo víctima de la histeria masculina, fui manipulada con destreza por un especímen pelilargo y de ojos misteriosos.
Listo, esto fue la gota que rebalsó el vaso, renuncio a los guitarristas. Nunca nada bueno resulta de mis contactos con guitarristas. No sé si son ellos, no sé si soy yo -probablemente sea yo, mi ineptitud a la hora de los vínculos es de notable eficacia-, la cosa es que siempre pasa lo mismo. Yo hablo de más, ellos la juegan de inalcanzables, yo sufro el rechazo, ellos ni se inmutan. De hecho, debería renunciar a los músicos y ya. Tal vez tenga razón mi amigo y consejero y termine con un escribano.

jueves, abril 22, 2010

Me gustaría saber dónde es que guardo la calma, porque sale y se instala en cualquier momento, sin ninguna razón.
Por qué no puedo sentirme satisfecha con lo simple más a menudo.
Por qué un día como hoy un detalle me alegra el día y el resto del tiempo es sólo eso, un detalle.
Por qué cada vez que siento paz la asocio con la melancolía.
Esas cosas me pregunto. Y estoy tan tranquila que ni siquiera me preocupa no poder contestarme.
El verano me pone ansiosa, el invierno me neurotiza, la primavera me emboba.
El otoño me calza perfecto.

miércoles, abril 21, 2010

En estos días en que los compromisos sociales, familiares, académicos y extracurriculares se me superponen unos con otros, sin dejarme mi par de horas diarias de ocio recreativo/contemplativo (acariciar a Plutón, tardar cuarenta minutos en tomar un té mientras miro la nada, ir al día con Lost, tirarme a leer un buen rato y, especialmente, pensar, pensar sin parar) empieza a sonar una alarma. Una luz roja se prende. Estoy perdiendo mi superpoder, el que me permite tomar una idea y abordarla desde todos los ángulos posibles hasta secarme el cerebro.
Dejo de vivir en mi cabeza para salir y tratar de entender latín, cantar, emborracharme y bailar cumbia, viajar en tren mientras charlo con mi mamá, comprar ropa y planear escapadas de fin de semana largo.

Todavía no sé si es alivio o vacío.
¿Qué hago si dejo de ser una neurótica eficaz?

martes, abril 20, 2010

De: Cel
Para: La Secretaria
Asunto: el bloqueo

El bloqueo, el bloqueo más bloqueado.
No puedo redactar.
No-pue-do.
Me lei los dos textos como cincuenta veces y cuando abro el word para escribir, el horror. No puedo hilar dos ideas juntas.
Nada, necesitaba contarle a alguien que me siento una acccsoluta inepta.
Ahora sigo y cuando me venza el sueño te mando lo que haya hecho hasta ese momento y vos me contás qué te parece.



Cuarenta minutos después...



De: Cel
Para: La Secretaria
Asunto: desisto

Me preparé un café ENORME. Fui hasta el kiosco a comprar puchos. Marqué en el texto de Cortazar qué palabras se deducían por asociación fónica y cuáles por cotenxto, sintaxis y sarasa. Fui a hacer pis como 6 veces. Y no puedo escribir. Te juro que la frustración que siento en este momento es feísima. También estoy indispuesta, así que exagero por demás.
Te mandó la pobreza que escribí hasta ahora. Mañana entre el laburo y latín, sigo.
Y que la fuerza nos acompañe.

Perdón, perdón por ser la peor compañera de tp ever.




Cierto, cierto que me había olvidado que soy una psycho que cuando algo no le sale como se suponía que tenía que salir se brota, fuma el triple que lo usual y mira todo con la lupa hormonal que todo lo convierte en mosntruoso.

lunes, abril 19, 2010

Por las escaleras que dan a la terraza bajaba un perro, un ovejero alemán, que se me tiraba encima de lo más cariñoso. Al principio trataba de sacarlo, pero era imposible, pesaba mucho y estaba completamente dedicado a darme afecto perruno. Quién sabe como, el can mutaba, se convertía en hombre. Un morocho de casi dos metro y pelo medio largo; para el crimen. Todavía shockeada por la antropomorfización, manteníamos un diálogo limitado, el morocho no tenía muy clara la gramática española y humana. Después íbamos al supermercado y alguien se avivaba de que el tipo antes era perro y nos empezaban a perseguir para meterlo en un laboratorio e investigar el fenómeno. La escapada nos llevaba a una playa horrenda, con un puente, una autopista al costado y unos caños que despedían desechos tóxicos directamente en el océano. Al hombre-perro lo desilusionaba su encuentro con el mar y volvíamos a casa, donde se producía una escena cargada de tensión sexual y millones de sentimientos de tinte romántico en la que yo me debatía acerca de la perversidad de pegarnos un revolcón con el ovejero alemán devenido en morocho con porte de oso. Él me abrazaba y me decía que si lo sentía, lo dejara ser, que no tenía mucho truco el asunto. Yo me dejaba cubrir por sus brazos largos y sentía un amor inmenso que prácticamente no me dejaba respirar.
Me desperté angustiada, con la sensación del amor sin ser expresado en todo el cuerpo, especialmente en la boca del estómago.
La frustración, la desilusión, la impotencia.
Y todavía no se me fue.

viernes, abril 16, 2010

Y aunque me embargue la felicidad por la fecha del viernes que viene... ¿qué hacer si el nombre de la banda para la que hago coros me parece horrible?

jueves, abril 15, 2010

Está bien, entiendo que pueda resultar gracioso; pero eso no quita que me duela.
La rodilla me duele. Así de hinchada la tengo. Y con un raspón importante.
Todo porque iba por Charcas mirando para cualquier lado, sin reparar en que la vereda estaba alfombrada de unas flores que se habían caído de los árboles y creaban una capa resbaladiza color rosa chicle. Entonces me caí y aterricé con la rodilla izquierda, que ahora está hinchada y afiebrada.
Sí, es un poco gracioso. Resbalarme con las flores es el equivalente poético de la cáscara de banana. Sí, ya sé. Pero igual, duele. Por lo menos ríanse a mis espaldas, que yo no me entere.
"Las flores son traicioneras" dijo el señor de bigotes que me ayudó a levantarme.

miércoles, abril 14, 2010

Che, una cosa.
Sí, a vos. Que le das click una y otra vez a la etiqueta me gustan todos.
Primero, ¿qué onda?
Segundo, no me gustan todos, eh. Es una manera de decir.
Si me gustaran todos, otro sería el cantar.

martes, abril 13, 2010

Trato de hacer la cuenta de todos los posts que no escribí acerca de las cosas que me hacía sentir una situación con un tipo en particular y el número es alto -aún cuando no tenga parámetros de cuánto es alto y cuánto es bajo, pero bueno, exagero por deporte-.
¿Por qué? Porque en algún momento en el que me sentía Shirley Holmes deduje que el tipo en particular leía este blog. Claro, obvio, la gente anda rastreando y googleando para encontrarme; así de importante soy.

Podría ahora juntar todas esas pequeñas cositas que en su momento decidí filtrar y decir que todavía tengo ganas, que suele ser protagonista recurrente de mis fantasías y que si me buscara, agarraría viaje a pesar de sentir que estoy en desventaja; pero no.
Puedo escribir ahora porque ya no se trata de él, ya lo he elevado a la categoría de concepto. Concepto de hombre que me hizo sentir escuchada, deseada y atendida. Y quiero eso. Poder despedirme un mediodía cualquiera, parar algún bondi que me acerque a casa y sentirme satisfecha, sin el "¿qué onda este flaco conmigo?" taladrándome el cerebro como el pajarito de la propaganda. Coger mirando al otro y sonreír sin motivo, sólo por el simple hecho de estar contenta. Compartir una cena, un té, una charla, sin tener la sensación de ausencia, de que podría estar mejor en mi cuarto, tirada leyendo. Reírme a carcajada limpia con las ocurrencias ajenas. Querer que el otro se sienta bien. Tener la certeza de que no voy tropezando con cada frase que enuncio y que mi discurso sea recibido con entendimiento y sentido crítico. Descubrirme absolutamente cautivada por la historia de vida y los hilos de razonamiento que se van poniendo evidencia conversación de por medio. Maravillarme con mi capacidad de respuesta frente al propio deseo.
Conocer a alguien y querer seguir conociéndolo.
Tranquilidad. Calentura. Contento.

sábado, abril 10, 2010

- ¿Conocés el bar ese de Ambrosetti?


Claro que lo conozco, y cualquiera que quiera llevarme ahí, no entendió nada de nada. Al final no fuimos, porque yo empecé con mi perorata acerca de Caballito y la clase media, que tal vez en otra situación hubiese evitado, tengo la mesura suficiente como para no ser hinchapelotas desde el vamos; pero considerando el panorama, decidí mostrar la hilacha, qué tanto. Y si bien tuve que tomar un TÉ DE BOLDO porque mi estómago no me permite nada más fuerte estos días, creo que fui una buena primera cita. Mucho chiste y mucho dato curioso para dejar al otro pensando que guardo una cantidad inefable de información probablemente inservible, porque soy una excelente partenaire, incluso cuando el tipo no me mueve ni un pelo; de hecho, especialmente cuando el tipo no me mueve ni un pelo, como si el rechazo me volviera encantadora.
Me bajé del auto casi sin mirarlo, quise evitar cualquier tipo de momento-beso, que de todos modos no sé si se hubiese generado. Y siempre pasa lo mismo; abro la puerta, tanteo la cerradura con la llave porque no me gusta prender la luz y camino por el pasillo oscuro y hago un resumen de la velada. Esta vez: qué cagada, pero qué cagada esta falta de inspiración, esta escasez de deseo y motivación; qué pena que me salgan mal los experimentos vinculares, qué tarada por pensar que me puede llegar a funcionar esto de la cena-cine -o té de boldo-cine, es lo mismo- con un flaco que, claramente, no tiene un pito que ver conmigo, en nada. Posta, en nada. Es de esos que dicen "¿qué te fumaste?" o "no sé qué se fumaron cuando hicieron tal película". Qué mal me cae esa gente.

jueves, abril 08, 2010

Y entonces ¿qué? ¿Voy hacer todo un despliegue de preparativos por casi nada? Tengo que bañarme, depilarme, elegir ropa decente, emprolijarme las cejas, pintarme los ojos, pintarme la boca y todo ¿para qué? ¿para un garche mediocre? ¿o una tocadita que puede llegar a ser igual que lo que hago todos los días yo sola? Nah, dejate de joder. Es demasiado laburo por nada.

Le decía yo a mi amigo y consejero hace un par de horas por teléfono. Claro que después dejé de hacerme la canchera y me di cuenta de que sí estaría dispuesta a todos esos preparativos... si notara un deseo real del otro lado. Porque sí, yo también quiero todo el versito, qué tanto; capaz un verso diferente, que no rime tanto. No pretendo que me prometan una escapadita juntos a San Bernardo el próximo fin de semana largo, pero sí exijo que me llenen la cabeza con perversas fantasías en las que yo soy la única fantasía. Por menos, no tengo ganas de negociar.
Aunque ni siquiera tenga ganas de pagar con la misma moneda.
Y he ahí la histeria. Oh, la histeria.
Por eso, amigo y consejero dijo la frase que todo lo desmorona. ¿Ves? También sos mujer.
Y ahí me callé la boca.

lunes, abril 05, 2010

La primera tarde de fresco y real otoño del año nos reunió a Martín, Geneve y quien les escribe en la terraza de casa. Ellos elegían las ramitas listas para cosechar mientras yo miraba extasiada todo el proceso y sentía el exquisito aroma que la plantita iba emanando.

Ahora falta que seque.

Qué maravilla, la madre naturaleza.

domingo, abril 04, 2010

Tuve que mediar conmigo misma y llegué a un buen acuerdo.
A veces me despierto de las siestas con unas gansadas tremendas como ideas, y desde la mirada somnolienta se me hacen brillantes, pero debo poner paños fríos.
Raciocinio. Ya no más estrategia, la estrategia sólo me aleja del deseo. Se trata de evaluar variables y constantes. La constante soy yo queriendo siempre lo mismo más allá de que los hechos se empeñen en demostrarme que es probable que no valga la pena intentar nada más. Pero soy testaruda y mi nivel de tolerancia al fracaso fluctúa incesante, tanto, que no me da respiro.
Hoy me desperté de la mini siesta sintiéndome invencible, aplanadora, a mi qué, que quién es quién para no dejarme hacer y decir lo que se me cante. Me preparé un té chai y cada sorbito venía acompañado de una frase. Calma, chicha, que siempre abrís la bocota y después te querés matar. Bancate dos horitas, si en dos horitas pensás igual, avanti. Ahora hacete la tarea de latín y después te fijás qué onda. Y así, hasta que se terminó el té.
Después fui a comprarme una coca, complemento de ferné, para gratificarme por haber separado en sílabas los primeros versos de la Eneida y haber diferenciado las vocales cortas de las largas, y mientras abría la puerta de casa terminé de decidirlo.
No hay otra, señores. Cuando llega el momento, la conciliación entre el lado más salvaje y el más miedoso es posible, hay un punto de encuentro. El punto de encuentro es el momento. El momento es todo.
Un pequeño paso para la historia de la humanidad, un momento de absoluta satisfacción y paz interior para Cel.







Claro que cinco horas después aparece el otro momento. El momento de hacerme otro té y decirme, sorbito tras sorbito, que no puedo ser tan hijita del rigor.

jueves, abril 01, 2010

Se me escapa el principio, es una pena, pero la cuestión es que terminaba en una casa al lado de la playa con una madre y sus tres hijas; también estaba Dedé. La cosa es que yo tenía que coger con las tres hijas y creo que con la madre también. No quería, bajo ningún punto de vista, así que ideaba un plan de escape que constaba en decirles "miren, si quieren garchar, déjenme salir a correr una horita para energizarme", salir al trote y no volver nunca más.
¿Por qué estaba obligada a coger con las cuatro minas? ¿por qué Dedé no tenía que coger con nadie? ¿por qué una hora de jogging me energizaría? No lo sé.
Entonces salía a correr, me desvíaba en unas escaleras mecánicas que salían de la nada y me tomaba el palo. En algún momento me avivaba de algo terrible, todas -TODAS- mis cosas estaban en la casa de las brujas -porque para ese momento ya las había etiquetado como hechiceras-. Me desperté de la angustia, pensando qué vida tan triste iba a tener sin mis libros. Tardé casi un minuto en caer.

martes, marzo 30, 2010

- Soy medio rompepelotas con algunas cosas...
- Ajá...
- Ciertos detalles...
- Mmmh.
- Por ejemplo, mis cejas no son así...
- ...
- Porque cuando era más chico iba a plancharme el pelo y las minas de la peluquería me convencieron de que me sacara un poco de ceja.
- Mmmh..

A veces, cuando estamos con Lau y no hay gente alrededor decimos cosas como uh, eso me baja la pija. Es que no hay otra manera de describir en un par de palabras ciertas sensaciones.
Porque además de no terminar de aceptar que tengo un útero y envidiar el falo ajeno, realmente creo que existen esos momentos en los que un gesto, una frase, un movimiento, cualquier detalle, hace desaparecer por completo la calentura. En ese momento sólo soy un ser humano frente a otro que me está contando que cuando era más pendejo se planchaba el pelo y no hay otra sensación más que ganas de salir corriendo.
Se-planchaba-el-pelo.
Me enamoré de tus tetas.

Esto es lo más parecido al amor que he tenido en los últimos meses.
No me quejo, eh. No me quejo.
Cosecho mi siembra.

viernes, marzo 26, 2010

Ese Año Nuevo no sabíamos que hacer, había un par de fiestas pero ninguna resultaba convincente. Un mensaje de texto de él me hizo terminar de decidir y arrastrar a las amigas con las que estaba a un lugar por costanera.
Lo vi apenas llegué, estaba apoyado contra una baranda, fumando un pucho. Seguramente quería dar una imagen de tipo misterioso, que se abstrae del mundo mientras el resto se emborracha y festeja. Me acerqué y le toqué la espalda; nos abrazamos muy fuerte.
Cuando el sol terminó de salir, metí una mano por debajo de su camisa y le pedí que nos fuéramos juntos a su casa. Miró hacia la nada, esperó unos segundos y asintió con la cabeza. Me desperté todavía acostada sobre él, con una resaca que me taladraba el cerebro pero que no me impedía creer que ese 2006 no podía ser malo, no si lo estaba recibiendo en su cama, encima de él. Veníamos de una época extraña, en la que yo le había pedido que por favor no nos viéramos más por un tiempo. El receso que habíamos acordado se nos interrumpió con la llegada de las fiestas, por la nostalgia que trajo ese diciembre.
A la tarde, cociné unos ravioles con crema y nos quedamos mirando la tele. Ya de noche, nos bañamos y salimos por ahí a buscar un lugar donde cenar. Las sandalias me habían sacado ampollas y lo único que esperaba era sentarme para desabrochármelas y tener los pies libres de vuelta. Terminamos en un Pippo por el centro, a diez cuadras de su casa, los talones me latían de dolor.
Mientras esperábamos la comida, lo dijo por fin. Que no estaba bueno que nos hubiésemos ido juntos de la fiesta esa, que él esperaba el momento en el que dejáramos de recurrir el uno al otro, que realmente quería otra cosa; que sabía que no me elegía pero que aún así, no podía evitar llamarme cada vez que quedábamos en poner un poco de distancia. "Pensé que esta vez iba a a ser diferente, pero al final caí en lo mismo de siempre". Lo mismo de siempre era yo. Como si se hubiese estado quejando con la madre de que siempre comían milanesas. Como si me hubiese estado contando de lo podrido que estaba de tomarse el subte todos los días. Lo mismo de siempre. Yo quería un siempre con él. Él trataba de evitarlo sin éxito.
Llegaron mis pastas y apenas pude probar bocado. Cambié de tema porque no sabía qué decir, porque ante la posibilidad de estrolarle el plato de sorrentinos en la jeta me acobardé, con tal de creer que existía la posibilidad de un "siempre" me callé y tragué infinidad de sorrentinos a lo largo de los años.
Terminamos de cenar y volvimos a su departamento. Los talones seguían en carne viva, pero mi poder de negación abarcó incluso el dolor físico.
Esa noche ni nos tocamos.
A la semana siguiente, planteó distancia.
El primer fin de semana de febrero, estábamos cogiendo en la pileta de la casa de mi tía.

Y cuando ese siempre, unos años después, dejó de serlo, cuando se convirtió en un de vez en cuando, sufrí; dolió que ya no volviera una y otra vez, como arrepentido pero aún así presente. Con el tiempo la situación decantó en un nunca y ahí sí, se terminó.

A veces me pregunto si se acuerda de mí, si tiene recuerdos más gratos que los que a mí se me vienen a la mente cuando lo evoco. Porque cuando entendí que yo era para él como las milanesas de todas las noches, o el transporte público y agobiante de cada mañana, todo se tiñó de negro, ya no lo pude querer a pesar de todo, como alguna vez le había prometido que iba a ser. Ahí fue cuando decidí enfrentarme a todos esos platos de sorrentinos que nunca le había estampado en la cara.
Como para alimentar a todos los nenitos desnutridos del mundo.
Ya me olvidé de la última vez que vi a mi papá.
Solemos tener estos distanciamientos, no vernos por semanas, a veces hasta meses. Simplemente sucede que no nos cruzamos, yo hago alguna de mis paradas por la casa matriz y, por un motivo u otro, él no está; salió con algún amigo, se peleó con mi hermana y se fue a caminar por ahí, esas cosas.
Mi mamá me cuenta de sus novedades y le debe transmitir un breve resumen de lo que va siendo mi vida a él. Hay que ver qué le cuenta, claro. Con qué tinte, cómo lo adorna. Prefiero no enterarme.
Cuando lo estaban por operar de una pierna que se le fracturó por hacerse el Superman, iba a visitarlo al hospital dos veces por semana, siempre los sábados y algún que otro mediodía antes de tomarme el 59 hasta Vicente López y caminar las diez cuadras que me separaban de donde trabajaba en ese momento. Se ponía contento cuando iba, le hacía chistes, le llevaba libros y le comentaba los últimos estrenos de la cartelera; me decía que me veía feliz. Creo que era bastante feliz en ese momento. Después, el post operatorio en una cama que mi mamá puso al lado de la ventana del living de su casa. Él pintaba, leía y rompía las pelotas. Los sábados, cuando mi mamá se iba a la feria, yo me quedaba sentada al lado de él, le llevaba la comida en una bandeja y nos quedábamos charlando hasta que empezaba a bajar el sol. Una de esas tardes me explicó por qué María Celeste. Por qué ese nombre para mí. El recién llegaba de Rosario, tenía veintitantos y estaba empezando a conocer gente. En una de las tertulias con sus nuevos amigos, alguien dijo "ahora en un rato viene María Celeste" y a él le quedó picando el nombre en la cabeza, y, según mis propios cálculos, también la muchacha en cuestión; parece que era muy linda.
Extraño a mi papá, extraño que me diga que soy una barrileta mientras me agarra de la oreja y me sacude toda. Extraño que me cuente los mega guiones -con cast hollywoodense incluído- que idea de madrugada, cuando lo asalta el insmnio y no tiene ganas de seguir haciendo zapping. Extraño su histrionismo y que se siente al piano y me haga cantar un rato.
En momentos como este, entiendo por qué mi mamá lo eligió.

jueves, marzo 25, 2010

El chico de ojos increíbles es bueno en los papeles pero en la realidad, no sé. Realmente no lo sé. Pasó más de un mes y todavía no me decido. Entonces, como no me decido, tanteo. Lo tanteo como amigo y responde. Lo tanteo como hombre y también parece funcionar. Me parece que estoy ante un posible amigarchi.
Es como si papanuel me hubiese traído mi regalo con tres meses de atraso.

martes, marzo 23, 2010

No había profesor asignado para la primera materia del día, con la que estrenábamos nueva carrera, así que nos fuimos al bar de la esquina a tomar unas cervezas. Llegamos casi tarde a la segunda clase y un poco borrachas. Así comenzamos esta nueva etapa con La Secretaria y Amarula.

Terminada la jornada académica, salimos a la calle y nos burlamos de la chica que había dicho que de llevarse un solo libro a una isla, sería La Tregua de Benedetti; no hacen falta explicaciones. Y también de la que dijo que Rayuela; por apología al cliché.

Vaticino una cursada espléndida.

lunes, marzo 22, 2010

Al chico de ojos increíbles lo dejé de ver porque empezó la temporada nefasta en la librería y el simple hecho de pensar en maquillarme para lucir presentable me agotaba; también porque había algo que no me cerraba -y la vez que algo sí me cierre explota todo, así que que crucen los dedos para que siga tal como está porque si no ya saben, it's the end of the world as we know it-. Pero sí seguimos hablando, porque es inteligente, buena onda y entra en la categoría de hombre-colchón. Los hombres-colchón son esos que reciben los embates de histeria actuando como un sommier recién comprado, oponiendo resistencia, sí, pero la mínima e indispensable, de esta manera una no rebota y vuelve al punto de partida casi en el instante (véase hombre-cama-elástica) ni queda llena de moretones (véase hombre-colchoneta-de-gimnasio). El hombre colchón escucha, deja que una diga, pregunta, repregunta, comprende, aguarda y cobija.
Como con los hombres-colchón me permito explorar los grises del vasto mundo de las relaciones humanas, lo llamé para invitarlo al cine a ver Shutter Island hoy a la noche sin tener en claro si tenía ganas de traérmelo para casa después o no. A veces prefiero ir acompañada al cine.

Con su auto estacionado en la puerta de casa y después de una amena velada en la que no hubo ningún signo que indicara intenciones de su parte de dejarse arrastrar hacia mi cama, seguía yo en la disyuntiva. ¿Decirle "no querés pasar a tomar un Campari" o no? ¿Acercar mi mano a su muslo, casi llegando a la ingle, y tirar alguna barrabasada o no? Bueno, no. De repente, más que como colchón, lo vi como una pileta vacía; sentarme en el borde y que me cuelguen las patitas, nada más. Así que pregunté la hora y enuncié las frases pertinentes en una despedida. Me dio un beso que no pude entender si era de compromiso o no. Yo no meto mi lengua en un beso si es de compromiso, pero andá a saber cómo funcionan la gente-colchón en ese tipo de situaciones, siempre me vi más como silla mecedora, a algunas personas les copa la idea de tener una, pero nadie se queda mucho tiempo en ellas, el vaivén se vuelve un poco insoportable después de un rato.
Me bajé del coche, saqué las llaves de la cartera y entré.
Por ahora, me quedo sentada en el suelo.

viernes, marzo 19, 2010

Iba en el 36, ya llegando tarde a la librería. Estaba angustiada, porque hacía dos noches que no dormía; dos días que no comía. Y mientras el bondi hacía unas cuadras por José María Moreno, lo único que podía repetirme era "renuncio, yo renuncio y a la mierda".
Cuando atravesó Rivadavia y todo se convirtió en Acoyte, miré por la ventanilla, hacia la derecha. Vi un chico alto, medio despeinado, con barba, mirando su celular. Me olvidé de mi mantra de trabajadora angustiada y pensé que sí, que yo quería un chico exactamente así, tan lindo. Pasaron tres segundos y me di cuenta, hace unos años yo había tenido un chico exactamente así, a ese mismo chico que ahora levantaba la cabeza y empezaba a cruzar la avenida, mostrándome su perfil, que se fue alejando a la vez que yo trataba de girar la cabeza como Linda Blair.
Me cagó el día. Verlo, me cagó el día. Y no porque me haya roto el corazón ni porque lo extrañe, porque, vamos, ya pasaron casi tres años, soy melancólica pero no tanto, sino porque me acordé de lo mucho que me gustaba ser yo misma cuando estábamos juntos. Eso que todo el mundo siente a diario, a mí sólo me pasó con él. Y me cagó el día, y la semana, porque no sé si alguna vez me va a pasar lo mismo, si me voy a sentir lo suficientemente cómoda y con la guardia baja como para permitirme ser esa persona de vuelta. Quiero ser esa persona. Me gustaba serlo. No sé si puedo.
Y quiero poder, de veras que quiero, pero también me repito que renuncio, que yo renuncio.

miércoles, marzo 17, 2010

Cuando le pregunté hace unas semanas a Geneve si su amigo belga que venía a Argentina por un par de meses y se quedaba a vivir en casa estaba bueno, me contestó que no.
Evidentemente, tenemos gustos bastante diferentes.


Este chico es de esos que me dan ganas de mirar durante horas. Que me ponen en un mode extraño.
Mirarlo y sonreír. Me inspira. Me saca la ficha instantaneamente y me arenga a salir al mundo, a proyectar, a entregarme. Es luz.
Me abraza y me da un beso en la mejilla, ruidoso, mientras esperamos que el automático de la cámara de fotos dispare. Después, cada uno a su cuarto y yo me siento revitalizada. Motivada. Energizada. Un poco enamorada.
Enamorada en el sentido más simple del término, enamorada de querer dar amor.

domingo, marzo 14, 2010

En algún momento, entre los 18 y los 20 años, no recuerdo bien cuándo, decidí que nunca más -porque me encanta proponerme cosas con nunca máses y siempres- me iba a gustar un chico que no me diera bola; y respeté la decisión.
Hasta ahora.
Me siento de quince. Mirando pelis con Jason Bateman sólo porque me hace acordar al geminiano este que me tiene así, deshojando la margarita como pelotuda.
"¿Un geminiano?" diría mi madre.
Qué se le va a hacer.

viernes, marzo 12, 2010

Sentir que ya no puedo estar parada, pero tener que seguir, hay que seguir. Ir al baño cada dos horas, bajar la tapa del inodoro y sentarme durante tres minutos, sólo eso, sentarme. Lidiar con doscientas personas por día que no entienden razones y me insultan, en general con la mirada, el resto de las veces, pocas, a viva voz. Tratar de entender el sistema de organización de mi jefe, o sea, tratar de entender el más absoluto caos, la entropía.
Y en uno de mis escapadas al fondo para tomar agua, un ibuprofeno y contestar algún sms, el patroncito se me pone a hablar y me informa de un par de situaciones complicadas y discutimos posibles métodos para poner un poco de orden. La conversación termina con la frase lapidaria.

Cele, andá preparándote, esta es mi última temporada, el año que viene te hacés cargo vos de todo esto.


Porque el miedo al compromiso no es algo que se limite a lo romántico.

martes, marzo 09, 2010

Me fijé cuánto salía el de Groucho que tenía en la mano. Y ahí, con el librito debajo del lector de código de barras, la recordé. Mi tarjeta de puntos; esa que no usé durante este último año porque trabajé en la librería. Revolví en la billetera hasta encontrarla.
687 puntos.
Después, una sala de cine vacía para mí sola. Para mí sola. Y la última de los Coen.

Hacerse la enferma para no ir al trabajo, garpa.

lunes, marzo 08, 2010

Ya van como tres discusiones acerca de lo mismo en lo que va del día.
Los clientes se ponen a hablar de lo contentos que están porque *ganamos* el Oscar. Y yo les digo que yo no gané nada, que me alegro profundamente por Campanella y cía pero que realmente dudo que El Secreto de sus Ojos sea mejor que las otras pelis extranjeras nominadas.
Lo que me llama la atención, es que haya ganado PABLO RAGO. ¿No es algo muy twilight zone? Digo, viajemos en el tiempo. Vayamos al año, no sé, 2004 o a 1999. Si alguien te preguntaba hace 6 u 11 años atrás cuál de los de Clave de Sol tenía la posibilidad de participar en una película ganadora de Oscar, ¿quién se te ocurría? Leonardo Sbaraglia, obvio, recontra obvio. Pero no, vino Pablo Rago, puso cara de viudo compungido y tomá.

jueves, marzo 04, 2010

- ... Entonces al principio fui muy cuidadosa, despacio. Pero después, cada vez más fuerte.
- ¿Pero qué se siente?
- Es como... no sé, es lo mejor del mundo. Porque sí, es muy muy duro, pero al principio, el primer contacto, no. Como goma ¿entendés?
- Más o menos. ¿Como morder un pedazo de goma?
- Sí... no sé, no sé cómo explicarte.
- ¿Como silicona?
- No. La silicona debe ser blanda.
- Claro.... Qué bueno, che.
- Sí, se lo recomendaría a todas.
- Y sí... pero ¿quién se presta a eso? Los frikis estos que salen con vos nomás.


Ahí, el peladito que estaba delante nuestro en la fila para comprar pochoclos se dio vuelta muy lentamente, con una cara que era la mezcla del horror y la curiosidad.
Nuentras caras de vergüenza nos delataron.
Sí, pelado. Eso mismo que estabas pensando.

miércoles, marzo 03, 2010

Ya está, ya es oficial.
Ya podemos decir que marzo es marzo.
Me acabo de pelear con la primera vieja conchuda que arma un escándalo por razones absurdas. En esta ocasión, porque no tenemos un manual que se usa EN RIO CUARTO.
Rio Cuarto, vieja de mierda, explicame por qué tengo que tener un manual que usan en Córdoba en plena Capital Federal.
Está bien. Lo reconozco.
Uso el Facebook de la librería para agregar a gente que no pondría en el mío.
Y les espío la vida sin culpa.

martes, marzo 02, 2010

- ¿Por qué no me llamaste para decirme que estabas enferma?
- Ehm... no sé, tampoco es que estaba enferma.
- Cele, tenías una infección, no podías mover el brazo. Y unos días antes te habías caído y lastimado toda... ¿cómo no me llamaste?
- Ehmm... no sé.

¿Cómo decirle a mi madre que no se me ocurrió llamarla? Que, de hecho, no se me ocurrió llamar a nadie. Que hablé con mi abuela recién el viernes porque ella me llamó. Nunca se me ocurre, no se me pasa por la cabeza, no me entra. No entiendo bien cómo funciona esto de vivir en una familia que es un clan. Desde afuera lo veo como algo genial, porque alguien necesita una mano y tiene quince, siempre dispuestas. Desde afuera los quiero, como conjunto y a cada uno por separado -bah, a un par no, ¿para qué mentir?- pero no puedo terminar de involucrarme. No es rechazo, no los esquivo, me gusta pasar tiempo en familia, pero no surge lo otro, el pedir ayuda, el mantenerme en contacto, el mostrarme vulnerable.
Es como si recién ahora me diera cuenta de lo espesa que es la capa que me separa del resto del mundo. Yo pensaba que era con los hombres. Pensaba que era con las amistades. Pensaba que podía manejarlo, que era una elección. Bueno, no; pensé todo mal.
No elijo nada, estoy tan predispuesta al aislamiento que ni siquiera me planteo el contacto con un otro como una opción.
Me desconozco por completo. No me entiendo. No me cazo.
Es de las sensaciones más raras que alguna vez haya experimentado. Me dejé a mí misma sin palabras.
Bien por mí.

lunes, marzo 01, 2010

Me comía un filet de merluza con ensalada, miraba una peli y pensaba que qué raro, porque Jason Bateman me encanta. Pero me encanta, me e-n-c-a-n-t-a, me encanta, me ENCANTA. Y sí, es raro, porque mucho no dice, ¿no? Tiene como mucha cara de yanqui y no sé, no es feo, pero tampoco es lindo y medio que la nada; pero yo le doy play a cualquier película con él y me empiezan a efervescer las hormonas -cosa que, bien lo sabemos todos, tampoco es tan complicada-.

Me terminaba el filet, ponía agua en la pava para un té de yuyos y ahí empecé.
Claro, a mí el Bateman este me hace acordar a alguien. ¿A quién me hace acordar?

Agarraba la taza, daba sorbitos y miraba fijamente el monitor.
¿A quién? Tiene como un aire a... no sé, no sé a quién. Pará. La nariz, es la nariz. Bah, la forma de la cara en general, pero sobre todo la nariz.

Apoyaba la taza vacía en el suelo, prendía un pucho y seguía mirando al chaboncito este.
Changos, ya sé a quién.

Sonreí.

Es como cuando estaba convencida de que Nico era parecido a Facundo Arana. O que LlaveInglsa tenía un look muy Vince Vaughn, que sólo le sobraba nariz -¿la nariz de V. Vaughn no es demasiado pequeña?- y le faltaban diez centímetros.
Porque me gusta encontrar parecidos entre los tipos que me gustan y esos otros tipos que me gustan.
Aunque claro, nunca me gustó Facundo Arana.
Con el comienzo de clases, empieza también la temporada de libros de texto 2010.
Y con eso, el fin de mis trasnochadas; diez horas de trabajo corrido, parada; madres histéricas; niños confusos; mi jefe en un estado de constante estrés; bastante plata; ausencia de vida social; domingos que no alcanzan; contracturas en músculos que una ni sabía que existían; discusiones; algún que otro padre más o menos lindo a la vista; y hartazgo, sueño, cansancio.
Probablemente, también, una merma en el posteo que venía de lo más constante y periódico.
Sabrán disculparme.